El siglo XII suele describirse como un periodo marcado por las cruzadas, convocadas por los papas Eugenio III, Gregorio VIII e Inocencio III. Sin embargo, esta visión reduccionista y eurocéntrica ignora muchos ejemplos de multiculturalidad e interculturalidad dentro del continente europeo e intenta imponer una cierta homogeneidad cultural e identitaria. Los ejemplos de al-Ándalus y Sicilia son seguramente los más famosos y representativos.
La diversidad y el multiculturalismo de estas sociedades han impregnado muchos aspectos de la vida cotidiana y, del mismo modo, han dejado un patrimonio cultural de incalculable valor. La armonía entre cristianos y musulmanes en Sicilia y su legado, representado por una de las obras más importantes de su tiempo, el Libro de Roger (Kitāb Rūŷar), escrito por al-Idrisi, son ejemplos de esta otra historia, basada, no en el enfrentamiento, sino en el enriquecimiento mutuo.
Conocer el contexto de una obra o de un objeto puede ofrecernos una idea de las características sociopolíticas de la época y de la sociedad en la que se desarrolló. Además de esto, también puede contener muchas lecciones morales y políticas. Por este motivo, en este artículo nos adentraremos en la historia detrás de un objeto que, por sus características únicas, ilustra perfectamente la sociedad siciliana bajo el mando del rey normando Roger II de Hauteville (1095-1154).
Roger II, un rey normando en el trono de Sicilia
En primer lugar, es importante contextualizar la situación de Sicilia en esta época. En 1061, Roger de Hauteville y Robert Guiscard -respectivamente, su padre y su tío- desembarcaron en Sicilia y conquistaron la isla que por entonces se disputaban el Imperio Bizantino, el Papado y tres emiratos musulmanes (Trápani, Palermo y Agrigento) que gobernaban el territorio en ese momento. Poco a poco, en nombre del papado, los normandos consolidaron su poder y Roger de Hauteville fue nombrado conde de Sicilia y gobernó la isla hasta su muerte en 1101. Su primer hijo, Simón de Sicilia, fue el segundo conde de Sicilia hasta su muerte cuatro años después de su ascenso al poder. Su segundo hijo, Roger II, subió entonces al trono en 1105.
Nuestra historia comienza con su llegada al poder, y, más precisamente, en el año 1130, cuando abandonó su título de conde y fue nombrado rey de Sicilia, un territorio entonces caracterizado por su posición cultural, en confluencia con los mundos romano, griego, bizantino y musulmán.
El día de su nombramiento por parte del papa Anacleto II, el rey ordenó la fabricación de un manto ceremonial y es este objeto -o más bien esta pieza de arte- el que queremos presentar en este artículo.
Un manto de cultura mediterránea para un rey cristiano
¿Por qué hablar de un manto ceremonial cuando lo que nos interesa son las aportaciones del multiculturalismo? La respuesta es bastante sencilla y visual, ya que es suficiente con mirarlo para apreciar a primera vista la dimensión mestiza de este objeto.
Esta historia comienza en la ciudad de Palermo, más concretamente en el palacio de un rey normando de una isla donde las lenguas, las culturas, las artes y las religiones se entremezclan desde hace muchas décadas. Así, mientras que gran parte de la Europa cristiana estaba marcada por la creciente persecución contra judíos, musulmanes y herejes, Sicilia ofrecía una alternativa en la que la presencia de diferentes comunidades no se percibía como una amenaza, sino al contrario, como una riqueza, que bien podemos observar directamente en este manto. De este modo, no es solamente un objeto de gran belleza, sino que también es fascinante de estudiar por ser un auténtico concentrado de la historia mediterránea de Sicilia.
Unos elementos y una simbología ilustrando la multiculturalidad de Sicilia
El impresionante manto de Roger II fue realizado hacia 1134 en Palermo, en un taller estatal situado en el interior del palacio real, utilizando diferentes materiales, diferentes habilidades, diferentes elementos y símbolos que forman parte de la cultura visual de varias regiones del Mediterráneo.
Es un semicírculo escarlata de quermés sobre seda, de 345 cm de ancho y 146 cm de largo, bordado en oro, con perlas, piedras preciosas y placas de esmalte cloisonné (o de alveolado), que por sí solo pesa unos 54 kg.[1]
Lo primero que nos interesa es la forma de este manto. Se trata de un hábito eclesiástico, cuya forma es una capa pluvial, es decir, el tipo de manto que llevan los obispos, arzobispos o el Papa durante las grandes ceremonias. Esto puede interpretarse como una referencia directa al hecho de que Roger I (el padre de Roger II) había recibido el estatus de Legado Apostólico (es decir, tenía prerrogativas que normalmente pertenecían al Papa) por ser uno de sus representantes en una nación extranjera.
Esta dimensión religiosa, por supuesto cristiana, también se ilustra a través del árbol de la vida en el centro de la capa, que separa dos leones que representan el poder político del rey y su dominación en el territorio, simbolizado por dos camellos.
Estos dos animales han suscitado diferentes interpretaciones según las cuales el camello podría representar el mundo arabo-islámico, mientras que los leones simbolizarían a los Hauteville, recordando así su conquista de la Sicilia musulmana. Aunque los estudios están de acuerdo en que el diseño es una alegoría del poder, algunos hacen hincapié en la dominación del pueblo por parte del gobernante, mientras que otros lo ven como el triunfo del buen gobernante sobre el tirano.[2]
Sin embargo, esta posible metáfora no debe verse como una sola oposición entre cristianos y musulmanes, al revés, varios símbolos atestiguan el interés y la mezcla entre diferentes culturas y religiones.
Por ejemplo, el árbol de la vida tiene una característica especial que es la introducción de elementos ajenos al mundo cristiano tradicional, y más bien propios del mundo mediterráneo, al estar representado por una palmera.
Asimismo, las numerosas perlas que perfilan cada sección del bordado del manto proceden del Golfo Pérsico. Se trata de una decoración habitual en los tejidos mediterráneos, pero se utilizaban y admiraban sobre todo en las prendas del Imperio bizantino. Los esmaltes del manto también se atribuyen al Imperio bizantino, ya que los artesanos bizantinos especializados en este tipo de trabajo y técnicas de adornación eran muy reconocidos en esta época.
Por último, los bordados de oro fueron probablemente realizados por artesanos del mundo islámico, debido a la presencia de las llamadas bandas de tiraz (طراز).
Los tiraz son bordados realizados en el mundo islámico medieval, generalmente en forma de brazaletes cosidos a las túnicas, que se concedían a los altos funcionarios que demostraban su lealtad al califato. Fue gracias a al-Ándalus y a Sicilia que la influencia del tiraz se extendió a los países europeos. El manto de Roger II es un ejemplo de ello.[3]
Este tiraz contiene una inscripción en escritura cúfica, que, siguiendo la tradición califal, otorga bendiciones al gobernante. La traducción de estas inscripciones dice:
“He aquí esto que se ha realizado en el tesoro del príncipe, lleno de suerte, de eminencia, de majestuosidad, de perfección, de longanimidad, de superioridad, de buena acogida, de prosperidad, de liberalidad, de brillo, de orgullo, de belleza, de realización de los deseos y de las esperanzas, de placer de los días y las noches, sin cesar ni cambiar, de gloria, de afecto, de conservación de la protección, de suerte, de salvación, de victoria y de capacidad, en la capital de Sicilia, en el año 528 H. (1133-1134 d.C.).”[4]
Estas inscripciones en árabe en el manto ceremonial de un rey cristiano pueden sorprender, sin embargo, no es una casualidad, sino más bien una ilustración de la sociedad siciliana de la época.
Las inscripciones árabes, símbolo de la poliglosia siciliana
La elección de una inscripción en árabe no es inusual en una isla en la que una gran parte de la población -incluidos los artesanos del palacio- hablaba árabe como resultado del gobierno de varios emiratos y dinastías musulmanas desde el siglo IX hasta finales del siglo XI.
La caligrafía cúfica, que se utilizó en el manto fue, por ejemplo, muy popular y de uso común durante la dinastía de los Kalbíes (948-1053).
La sociedad siciliana se caracterizaba en ese momento por su poliglosia, es decir, por el hecho de que sus habitantes no hablaban una, sino varias lenguas. Las lenguas de la Sicilia del siglo XII eran principalmente el árabe, el griego, el latín y varios dialectos italianos y anglonormandos. Por lo tanto, para la población local, el hecho de que el gobernante decidiera poner una inscripción en árabe en su abrigo no era extraordinario, ya que la mayoría entendía y hablaba esta lengua.
Un manto símbolo de una ideología política
La elección de las inscripciones árabes, que ha sido objeto de muchas investigaciones, también respondía a razones políticas. En efecto, es importante tener en cuenta que el reinado de Roger II se corresponde con el retorno del árabe como lengua del poder.
Su padre -Roger I Conde de Sicilia- impuso una jerarquía de lenguas caracterizada por la primacía del griego, luego del latín y, con carácter obsoleto, el árabe. Así, la mirada se dirigía esencialmente hacia Roma, y las decisiones se orientaban a complacerla. Sin embargo, bajo Roger II la tendencia fue diferente, y pronto se decidió, por ejemplo, volver a introducir el árabe en los actos de poder.
La explicación de este cambio se puede explicar en parte por el hecho de que Roger II quería dejar de ser considerado únicamente como un reino vasallo del papado. Este deseo de buscar una legitimidad más amplia se tradujo en diversas decisiones políticas, pero también en elecciones más simbólicas, como la creación de un manto real de inspiración fatimí.
Una capa de inspiración califal en el corazón del Sacro Imperio Romano Germánico
Además, la historia de este manto va más allá de las fronteras de la Sicilia de Roger II, ya que cuando su nieto, Federico II, recuperó el trono de Sicilia también se convirtió en rey de Germania y emperador del Sacro Imperio Romano Germánico, desde 1215 hasta 1250. En el momento de su entronización, tomó la firme decisión de ser coronado con el majestuoso manto de inspiración califal de su abuelo.
Más tarde, los emperadores del Sacro Imperio Romano Germánico la utilizaron como túnica de coronación, y es por ello que, en la actualidad, se encuentra en la Cámara del Tesoro (Schatzkammer) de Viena.
El mensaje que transmite este manto es el de la existencia de una política en la que la presencia de diferentes culturas, lenguas y religiones no era considerada un elemento de riesgo para el poder real que, no obstante, seguía siendo cristiano. Por el contrario, esta multiculturalidad reforzó una legitimidad que se percibía como diversa y mayor. Toda una lección para algunos líderes que hoy abogan por un nacionalismo étnico-cultural único, cerrado a los demás.
Referencias:
[1] Le cadre arabo-musulman de la monarchie palermitaine In : Pays d’Islam et monde latin : xe–xiiie siècle. Textes et documents [en ligne]. Lyon : Presses universitaires de Lyon, 2000.
[2] Valérie Theis. Pourquoi faire l’histoire du manteau de Roger II de Sicile ?, L’Histoire [En linea], 28/05/2021.
[3] NEF, Annliese. Chapitre 2. La sphère de la souveraineté : Les images du roi In : Conquérir et gouverner la Sicile islamique aux xie et xiie siècles [en linea]. Rome : Publications de l’École française de Rome, 2011
[4] Manto de Roger II de Sicilia». Qantara [Consultado el 19/11/2021]