La influencia de la civilización islámica en Europa

Autor del artículo: Alfonso Casani - FUNCI

Fecha de publicación del artículo: 24/01/2019

Año de la publicación: 2019

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Casa Árabe inició, el pasado 14 de enero, un interesante ciclo de conferencias bajo el título de “Diálogo sobre sociedades abiertas”, a través del cual pretende fomentar un intercambio de ideas en torno a los problemas a los que se enfrentan las sociedades actuales. Y ello, con el objetivo de revertir el avance de las corrientes populistas en Europa y la radicalización de movimientos e ideologías de toda clase (el auge de la extrema derecha, la xenofobia y la islamofobia, la promoción de interpretaciones radicales del islam, etc.). En su sesión inaugural intervino el ministro de Asuntos Exteriores, Josep Borrell, junto con Susana Calvo Capilla, profesora de la Universidad Complutense de Madrid, y Emilio González Ferrín, profesor de la Universidad de Sevilla.

El ministro aprovechó la ocasión para profundizar en la comprensión de los distintos elementos que conforman la actual cultura europea, reflexionando sobre la función que el islam ha desempeñado en la misma. Con este fin, planteó la siguiente pregunta, en torno a la cual configuró su intervención:

¿Es el mundo arabo-islámico una parte integral constitutiva de la experiencia histórica europea o, por el contrario, puede ser considerado como un elemento ajeno, impuesto, y, por lo tanto, circunstancial y excéntrico?

Ante esta pregunta, Borrell destacó el espíritu de síntesis civilizadora que caracterizó a la cultura de al-Ándalus y la impronta histórica y cultural que este periodo dejó en Europa. Una influencia que no siempre se ha recogido en los proyectos europeos posteriores, recordó, en mención a la Constitución europea non-nata que él mismo contribuyó a elaborar y que sólo reconocía las raíces judías y cristianas de la UE.

La importancia de las iniciativas previas

Ante el resurgir de esta iniciativa, desde la Fundación de Cultura Islámica (FUNCI) queremos expresar nuestra satisfacción con la recuperación de este debate y el reconocimiento de la impronta que la cultura arabo-musulmana ha dejado en Europa.

De igual modo, nos gustaría recordar que este reconocimiento ya se produjo a través de la Recomendación 1162, sobre “La Contribución de la Civilización Islámica a la Cultura Europea”, emitida por la Asamblea Parlamentaria del Consejo de Europa el 19 de septiembre de 1991. Esta iniciativa fue promovida por la FUNCI, junto con el Consejo de Europa, la Comisión de las Comunidades Europeas (hoy Unión Europea) y la Unesco, y contó con el apoyo del grupo socialista. El proyecto tomó forma a través del coloquio internacional homónimo, celebrado previamente en París, en las sedes de la Unesco y el Institut du Monde Arabe, con el objetivo de informar a los parlamentarios europeos de la aportación de la civilización islámica en la configuración de la cultura europea.

Este reconocimiento ya se produjo a través de la Recomendación 1162, sobre “La Contribución de la Civilización Islámica a la Cultura Europea”, emitida por la Asamblea Parlamentaria del Consejo de Europa el 19 de septiembre de 1991. Esta iniciativa fue promovida por la FUNCI, junto con el Consejo de Europa, la Comisión de las Comunidades Europeas (hoy Unión Europea) y la Unesco, y contó con el apoyo del grupo socialista.

Esta influencia es consecuencia de la interconexión entre pueblos y culturas, a través del comercio y la transmisión de ideas; pero también de la presencia musulmana en Europa. Destaca, en este sentido, el periodo de Al-Ándalus como un momento de esplendor cultural y convivencia entre distintas comunidades. Los esfuerzos de traducción y recuperación del conocimiento clásico, así como el propio desarrollo científico que se produjo a lo largo de este periodo, marcaron el desarrollo y el conocimiento, tanto en la península ibérica, como en el resto de Europa.

Desde esta perspectiva, es necesario tener en cuenta, además, el florecer de relaciones entre los distintos reinos que a lo largo de los ocho siglos de existencia de al-Ándalus ocuparon la Península, y la comprensión de las fronteras como elementos permeables, que contribuyeron al intercambio de ideas y de elementos culturales.

De igual modo, consideramos necesarios recalcar las amplias influencias y relaciones que recogió el periodo andalusí, que fueron desde Bagdad hasta Damasco, desde Marrakech hasta Trípoli. Esto nos lleva a hablar de una civilización islámica, y no meramente árabe, que también integró a los bereberes que poblaban el norte de África, y, por supuesto, a la población autóctona de la Península Ibérica. Conviene recordar a este respecto que no se trató solamente de una invasión foránea, sino de la conversión de la propia población de la Península, que participó activamente en la construcción y esplendor de al-Ándalus.

Desde esta perspectiva, es necesario tener en cuenta, además, el florecer de relaciones entre los distintos reinos que a lo largo de los ocho siglos de existencia de al-Ándalus ocuparon la Península, y la comprensión de las fronteras como elementos permeables, que contribuyeron al intercambio de ideas y de elementos culturales.

Tampoco debe circunscribirse esta influencia únicamente al periodo andalusí. Otros imperios y Estados actuales han contribuido a plantar las raíces musulmanas que aún hoy perduran en territorio europeo. El mejor ejemplo de ello es, sin duda, el del Imperio Otomano, cuya existencia constituye un elemento más de la historia europea y que, durante más de 600 años, ocupó Oriente Medio y el norte de África, la región de Anatolia y el este de la actual Europa. Como desarrolló ya hace años la investigadora María Todovora, su influencia ha contribuido a conformar lo que hoy en día son los Balcanes, su cocina, su idioma y el propio desarrollo del día a día en la región. El poderío militar y el esplendor cultural que vivió este imperio durante varios siglos reflejan una larga historia de interdependencia y enriquecimiento mutuo con el resto de reinos europeos.

 

Esta mirada histórica no debe hacernos olvidar, igualmente, la influencia actual que aún continúan ejerciendo los países de mayoría musulmana o tradición islámica en el continente, a través de la inmigración y del florecer de relaciones culturales, políticas y comerciales. Esta interacción trasciende la región del norte de África y Oriente Medio y se extiende, por supuesto, a los a veces olvidados países asiáticos de mayoría musulmana, tales como Malasia o Indonesia.

La Recomendación 1162

Como afirma la Recomendación 1162 en su comienzo:

El Consejo de Europa tiene la misión estatuaria de salvaguardar y reconocer los valores morales y espirituales que conforman el patrimonio común de los Estados-miembro. El artículo 9 de la Convención Europea de Derechos Humanos consagra el derecho a la libertad de pensamiento, conciencia y religión.

La Europa multicultural se apoya en las tradiciones humanistas y religiosas, que constituyen la fuente para su dedicación a la libertad y derechos humanos, tal y como recuerda la Asamblea en su resolución 885 (1987) sobre la contribución judía a la cultura europea.

Con el mismo objetivo, el Comité de Cultura y Educación celebró un coloquio en París en mayo de 1991 sobre la contribución de la civilización islámica a la cultura europea. El coloquio se organizó en colaboración con el Instituto Occidental de Cultura Islámica [antigua designación de la Fundación de Cultura Islámica] y con la Unesco.

El coloquio mostró que, junto a la cristiandad y el judaísmo, el islam, en sus diferentes formas, ha tenido una influencia sobre la civilización europea y su vida diaria a lo largo de los siglos, y no sólo en los países con población musulmana como Turquía. La nueva Europa también tiene cada vez más influencias del islam, no sólo a través de las regiones con una cultura islámica predominante como Albania o algunas de las repúblicas sureñas de la URSS, sino también de la inmigración del amplio mundo islámico.

Pincha aquí para leer la Recomendación 1162 completa (en inglés).

Una importante lección

Si bien nos alegramos de que el debate sobre la influencia de la civilización islámica en Europa se haya abierto de nuevo y haya saltado a primera plana, no podemos evitar darnos cuenta de que su reconocimiento previo, aquel de 1991, parece haber sido olvidado. Hoy más que nunca, en un momento de aumento de la islamofobia y ascenso de los partidos xenófobos de extrema derecha en Occidente, necesitamos realizar un esfuerzo por recordar estas iniciativas y mantenerlas presentes en nuestra memoria. Éstas deberían constituir los pilares de nuestra comprensión de la cultura europea.

Hoy más que nunca, en un momento de aumento de la islamofobia y ascenso de los partidos xenófobos de extrema derecha en Occidente, necesitamos realizar un esfuerzo por recordar estas iniciativas y mantenerlas presentes en nuestra memoria. Éstas deberían constituir los pilares de nuestra comprensión de la cultura europea.

Y sin embargo, pese a esta reivindicación, no debería considerarse un debate finito ni obsoleto. Este ejercicio de conocimiento debe mantenerse vivo y tener una continuidad que le permita profundizar en su contenido y ejercer una necesaria labor de sensibilización de la población, que permita a las nuevas generaciones continuar conociendo la importante influencia que el islam tuvo, y continúa teniendo, en la Europa histórica y actual.