Durante el periodo de al-Ándalus, la actividad minera fue muy importante y los materiales extraídos llegaron a exportarse a toda la cuenca mediterránea. Una de las explotaciones más importantes de la época era la del cinabrio, que se utilizaba para la producción de mercurio (ziʼbaq). La mina principal para su extracción se encontraba en la ciudad de Almadén, en la provincia de Ciudad Real.
El cinabrio y el mercurio, cuando la rareza hace la riqueza
El mercurio se encuentra en la naturaleza, principalmente en la forma de un mineral de la clase de los sulfuros de mercurio, el cinabrio. Los testimonios arqueológicos más antiguos sobre el de cinabrio se encuentran en Turquía (Çatalhöyük, 7000 a.C., 8000 a.C.), en España (mina de Casa Montero y tumbas de La Pijota y Montelirio, 5300 a.C.) y en China (Yangshao 4000, 3500 a.C.).[1]
Debido a los limitados recursos de cinabrio, el mercurio es un metal relativamente escaso. A pesar de ello, sus usos han sido durante mucho tiempo insustituibles en diversos procesos técnicos, químicos, medicinales e industriales. Uno de los principales ha sido el proceso de amalgamar el oro y la plata, un uso que lo ha convertido en un producto estratégico y en un sinónimo de gran riqueza y poder.
Las entrañas de Almadén, un secreto rápidamente descubierto
En este proceso de búsqueda de cinabrio para la producción de mercurio, destaca una localidad de la península ibérica, Almadén, que contiene en sus entrañas una de las mayores reservas del mundo. Su descubrimiento se remonta a la Antigüedad. Ya en la época romana se extraía y se exportaba cinabrio en grandes cantidades a Roma, donde se utilizaba para fabricar bermellón, un pigmento de color rojo anaranjado intensamente saturado, que se utilizaba en tintes, pinturas y cosméticos…
Debido a esta larga historia, el parque minero de Almadén es considerado como uno de los más antiguos del mundo, ya que estuvo en funcionamiento desde hace aproximadamente dos mil años hasta que se cerró en 2003. El rol que desempeñó fue tan importante que consideramos que un tercio de todo el mercurio utilizado por la humanidad proviene del cinabrio extraído de esta mina. Esto representa entre 250.000 y 300.000 toneladas.
Es por ello que, cuando las tropas musulmanas llegaron a la península y se asentaron en la región de Almadén, los secretos subterráneos de la zona ya habían sido descubiertos. Sin embargo, se desarrolló un cierto saber hacer propio de al-Ándalus, así como toda una economía en torno a esta actividad.
La ciudad de Almadén y sus minas en la época de al-Ándalus
La ciudad de Almadén está situada en la actual Comunidad Autónoma de Castilla-La Mancha, más concretamente al sur oeste de la provincia de Ciudad Real y en el extremo más occidental del valle de Alcudia (cuyo nombre proviene del árabe y significa “la colina”).
Se piensa que la estructura urbana de la ciudad es de origen islámico, al estar compuesta por una serie de edificios erigidos para defender la mina, llamados hisn al-ma’din, el “fuerte de la mina”. De este modo, el nombre de la ciudad también tiene un origen árabe, ya que deriva directamente de المعدن (al-maʿdin), que significa «la mina».
Si el primer período de explotación, romano y visigodo, está poco documentado, el período islámico -que duró hasta 1151, cuando Alfonso VII conquistó la región- está mucho más registrado, y ha dejado un importante legado cultural y natural, en términos de toponimia, tecnología y patrimonio de la ciudad.
La toponimia de los términos relacionados con el mundo minero subraya perfectamente la importancia de esta herencia arabo-musulmana. Como ya hemos explicado, el propio término “almadén” tiene un origen árabe que ha prestado el nombre de otros municipios mineros como Almadén de la Plata, Almadenejos o el Cerro de los Almadenes, en Otero de Herreros (Segovia). En Portugal también encontramos una ciudad llamada Almada, mientras que en Estados Unidos existe un valle y unas minas llamadas New Almaden.
Existen también otras palabras de origen árabe relacionadas con la minería y la metalurgia, como aludel[2] (en árabe ﺍﻟﻮﺛﻞ), jabeca[3] o azogue[4]… Es también importante mencionar que fue durante la época musulmana cuando se desarrolló el uso de calderas de destilación para obtener azogue a partir del cinabrio extraído de la mina.[5]
El patrimonio y legado arabo-islámico del mundo minero
Es importante saber que para separar el mercurio del azufre hay que calentarlo a más de 210 grados Celsius. Esta alta temperatura permite la descomposición de la molécula de SHg, haciendo que el mercurio pase a un estado de vapor que, una vez enfriado, se convierte en líquido. Por lo tanto, para producir mercurio a partir del cinabrio se necesitaba una tecnología que permitiese calentarlo, es decir, unos hornos.
De este modo, antes del periodo de al-Ándalus, parece ser que la mina servía solamente para extraer el cinabrio con el fin de producir bermellón. A pesar de ello, no cabe duda de que estos últimos conocían los medios para extraer el mercurio del mineral, ya que en los libros de los eruditos griegos y romanos encontramos diferentes técnicas para transformar el cinabrio en mercurio. Este es el caso, por ejemplo, de los métodos de Teofrasto, Dioscórides y Plinio.[6]
Sin embargo, los primeros hornos documentados en Almadén fueron introducidos por las poblaciones arabo-musulmanas, los famosos hornos de xabecas. Estos hornos permitieron el desarrollo de un nuevo método de obtención de mercurio, basado en los grandes conocimientos y enseñanzas en alquimia de eruditos musulmanes como Yabir ibn Hayyan (descubridor del ácido nítrico y el agua regia).
Como se explica en un interesante artículo de investigación publicado en 2014 en la Revista De Metalurgia, este horno:
“se componía de cuatro paredes verticales de planta rectangular, cerradas por una bóveda de medio punto. En la bóveda existían diversos agujeros en número variable de 18 a 24, según los casos, cuyo aspecto daba la forma de una red de donde tomó su nombre.
El proceso consistía en preparar las ollas, o xabecas (Fig. 1b), llenándolas de mineral, que previamente era triturado. A continuación, se tapaban mediante coberteras o tapaderas colocándolas, finalmente, en los agujeros de la cubierta del horno. En el interior del mismo, se colocaba la leña que ardía hasta calentar las ollas y el cinabrio introducido en ellas para que el mercurio consiguiera volatilizarse. El azogue iba depositándose en la parte superior de las ollas. Una vez enfriado el horno, se destapaban las coberteras y se obtenía el mercurio líquido envuelto en ceniza y piedras. Finalmente, la mezcla se lavaba para separar el mercurio.”
Sin embargo, estos hornos no han sobrevivido al paso del tiempo y las revoluciones tecnológicas. En la actualidad, quedan solo algunas ollas de xabeca que pueden visitarse en el Parque minero.
La colonización de América y la explotación de sus numerosas minas de oro provocaron una explosión de la demanda de mercurio y, por tanto, la necesidad de una mayor productividad en la fabricación de plata. Así, los hornos de xabecas árabes fueron sustituidos por los hornos de reverbero, pero sobre todo por los hornos de aludeles a partir de 1646.[7] Se trata de un horno cuya creación no está vinculada a la época musulmana, pero cuyo nombre continúa procediendo del árabe.
Las fuentes bibliográficas sobre el sector minero en al-Ándalus
Además de los restos visibles, existen también textos de la época que mencionan Almadén y su mina. Es por ejemplo el caso de Ibn Hawqal con su Ṣūrat al-‘Arḍ, o del geógrafo, botánico e historiador Abdallah al-Bakri, que mencionan la ubicación de estas minas.[8]
Una de las descripciones más importantes y detalladas de esta mina es la del famoso geógrafo y viajero al-Idrisī, que menciona la producción de mercurio de Almadén y Obejo, destacando que se exportaba a toda la cuenca mediterránea.[9] También afirmaba que la mina de Almadén tenía una profundidad de 250 brazas, o sea 420 metros, lo que hace de ella la mina más profunda del mundo en esta época.[10]
Ibn Ḥayyān también relata que ‘Abd al-Raḥmān III hizo instalar una pila de mercurio en el salón principal del palacio de Madīnat al-Zahrāʼ que producía reflejos en el sol, y cuyo material probablemente procediese de las minas de Almadén. [11]
Una historia marcada por la esclavitud y el trabajo forzado
Existen otras fuentes que detallan que trabajaban alrededor de 1.000 obreros en la mina, en la extracción, transformación y producción del mercurio. En cuanto a los mineros y obreros, es necesario recordar que, a lo largo del tiempo, y especialmente a partir del siglo XVI, la mano de obra esclava en estas minas ha sido muy importante.
En primer lugar, cabe destacar que hasta principios del siglo XVII, las minas eran fueron por particulares en virtud de un derecho concedido por la Corona de Castilla; sin embargo, a partir de 1645, la gestión de la mina pasó a manos del Estado.
De hecho, se creó una sentencia que enviaba al condenado directamente a trabajar en las minas de Almadén, que estaba asociada a las galeras. El deseo de aumentar su producción, rendimiento y productividad condujo a la utilización de prisioneros y esclavos en este proceso de trabajo. Con la llegada cada vez más grande de esclavos y galeotes, y la demanda cada vez más importante de mercurio, se construyeron en el siglo XVIII varios edificios como el Real Hospital de Mineros de San Rafael, la plaza de Toros y sobre todo la Real Cárcel de Forzados.
De este modo, los trabajos forzados dejaron su huella en la mina durante mucho tiempo, tanto con los presos, que según los registros mineros eran treinta en 1566 y entre sesenta y ochenta en 1623, como con los esclavos, con un número igual o superior.
Las tareas de los esclavos y de los prisioneros eran especialmente peligrosas. Entre las fuentes que detallan este sombrío periodo, destaca la de Mateo Alemán. Este último nos dejó un “Informe Secreto” dentro del cual habla del trabajo forzoso en las minas, haciendo hincapié en las duras condiciones de trabajo en 1593.[12]
Su investigación fue impulsada por los rumores sobre las malas condiciones de trabajo de los galeotes. Realizó numerosas entrevistas a trabajadores de las minas, como Marcos Hernández calificado como natural de Berbería (un término que se utilizó desde el siglo XVI para referirse a las regiones costeras de Marruecos, Argelia, Túnez y Libia) y vecino de Granada, cuya condena se explica porque: “estando alistado por vecino de esta villa ( Almadén) con los naturales del reino de Granada se salió de su alojamiento y se fue a Sevilla”.[13] Su trabajo nos permite saber que la mayoría de los trabajadores forzados eran principalmente gitanos, moriscos y bandoleros.[14]
Patrimonio mundial de la UNESCO
El 29 de junio de 2012 el Parque Minero de Almadén fue incorporado a la lista del Patrimonio Mundial de la Unesco. En la actualidad, las minas de Almadén pueden visitarse y permitirnos, así, viajar en el tiempo y descubrir una espectacular arqueología industrial que data de diferentes épocas.
Tristan Semiond – FUNCI
Referencias
[1]Hirst, K. Kris. «Cinnabar, the Ancient Pigment of Mercury.» ThoughtCo, Aug. 25, 2020, https://www.thoughtco.com/cinnabar-the-ancient-pigment-of-mercury-170556
[2] “Cada uno de los caños de barro cocido, semejantes a una olla sin fondo, que, conectados con otros en hilera, se emplean en los hornos de Almadén, España, para condensar los vapores mercuriales producidos por la calcinación del mineral de azogue.” Real Academia Española (https://dle.rae.es/aludel)
[3] “Horno de destilación, usado antiguamente en Almadén, España, que consistía en una fábrica rectangular con su punta y chimenea de tiro, y cubierta por una bóveda en cañón con varias filas de agujeros, donde se colocaban las ollas casi llenas de mineral de azogue revuelto con hormigo.” Real Academia Española (https://dle.rae.es/jabeca?m=form)
[4] Es un sinónimo de mercurio y se puede utilizar como referencia a una nave que se destinaba al transporte de azogue de España a América. Según la RAE proviene del ár. hisp. azzáwq, este del ár. clás. zāwūq o zā’ūq, y este del pelvi zīwag.
[5] OCTAVIO RUCHE RIARl. “La minería visigótica y musulmana en la Península Ibérica”. BOCAMINA I Patrimonio minero de la Región de Murcia. p.90
[6] Tejero-Manzanares, J., Garrido Sáenz, I., Mata Cabrera, F., Rubio Mesas, M.L. (2014) “La metalurgia del mercurio en Almadén: desde los hornos de aludeles a los hornos Pacific”. Revista De Metalurgia, 50(4): e033. doi: http://dx.doi.org/10.3989/revmetalm.033
[7] Tejero-Manzanares, J., Garrido Sáenz, I., Mata Cabrera, F., Rubio Mesas, M.L. (2014) “La metalurgia del mercurio en Almadén: desde los hornos de aludeles a los hornos Pacific”. Rev. Metal. 50(4): e033. doi: http://dx.doi.org/10.3989/revmetalm.033
[8] http://histara.sorbonne.fr/cr.php?cr=375
[9] Juan Aurelio Pérez Macías.”La minería metálica en al-Ándalus” in ECONOMÍA Y TRABAJO LAS BASES MATERIALES DE LA VIDA EN AL-ANDALUS (dir. María Mercedes Delgado Pérez, Luis-Gethsemaní Pérez-Aguilar). Ediciones Alfar, 2019, pp.143-144.
[10] OCTAVIO RUCHE RIARl. “La minería visigótica y musulmana en la Península Ibérica”. BOCAMINA I Patrimonio minero de la Región de Murcia. p.90
[11] Juan Aurelio Pérez Macías.”La minería metálica en al-Ándalus” in ECONOMÍA Y TRABAJO LAS BASES MATERIALES DE LA VIDA EN AL-ANDALUS (dir. María Mercedes Delgado Pérez, Luis-Gethsemaní Pérez-Aguilar). Ediciones Alfar, 2019, pp.143-144.
[12] Mariano Calvo. “La bajada a los infiernos de Mateo Alemán, autor de Guzmán de Alfarache”, ABC, 29/01/2014. https://www.abc.es/toledo/ciudad/20140129/abci-bajada-infiernos-mateo-aleman-201401292058.html
[13] Ibid.
[14] Ibid.