«Sobre agua edificada, custodiada con fuego, por la Osa Mayor techada, y por Driss patronada»
Si bien es conocido el origen islámico de Madrid, no lo es tanto la profunda vinculación que todavía mantiene con la cultura árabe en alguno de sus iconos más castizos. Esta vinculación está aún presente en sus calles, a través de restos como la muralla y los canales subterráneos, su primer lema -aún visible en el centro de la ciudad-, la emblemática Osa de su escudo, y hasta su patrón: San Isidro.
La fundación musulmana de Mayrit y su vinculación con el agua
Los orígenes de Madrid transmitidos por la cultura oral se recogen en los versos de Moratín: «Madrid, castillo famoso, que al rey moro alivia el miedo».
El fundador de Mayrit fue el Emir Mohamed I de Córdoba (852-886), quien estableció el primer asentamiento permanente levantando una atalaya en el valle medio del río, donde actualmente está situado el Palacio Real. Esta atalaya tenía la función de vigilar el paso hacia el puerto de Guadarrama.
Madrid era un enclave militar formado por la Almudaina (del árabe al-mudayna, ciudadela) y por la Medina (barrios intramuros). La posición militar de Mayrit era inmejorable, al situarse a una altura de 70 metros respecto del río Manzanares.
De acuerdo con el sociólogo e historiador Ibn Jaldun, las fundaciones islámicas como Madrid, además de una privilegiada posición defensiva, contaban con abundante agua y otros recursos necesarios para su abastecimiento, tales como campos de cultivo, huertas, pastos y bosques cercanos destinados a la ganadería.
Mayrit formaba parte de la Marca Media de los territorios fronterizos de Al-Andalus, cuya capital era Toledo. El área fronteriza de Al-Andalus, conformada por la Marca Media, la Marca Inferior y la Marca Superior, trazaba una línea que cruzaba las ciudades de Cáceres, Toledo, Cuenca y Guadalajara, llegando hasta Teruel.
En la actualidad, aún permanecen algunos vestigios de la gran muralla árabe de Madrid, considerada como la construcción en pie más antigua de la capital, con una extensión de nueve hectáreas, y cuya remodelación está prevista para este año 2015.
Existen dos hipótesis sobre el significado de «Mayrit». Por un lado, podría tener origen en el término árabe “Mayra”, que se traduce como madre o matriz, y el sufijo “it”, que significa lugar, o bien ser un híbrido entre la palabra árabe “Maǧra”, que significa cauce o curso de agua, y el sufijo romance “it”, que indica abundancia, conformando así el significado de «lugar abundante en aguas».
Según el investigador Jaime Oliver Asín en su libro Historia del nombre de Madrid, el origen del nombre de la capital española sería anterior al periodo musulmán, remontándose a un asentamiento temporal visigodo denominado “Matrice», o madre de aguas, en referencia a su situación en torno a una gran fuente de la que emanaba un arroyo que fluía hacía el río Manzanares.
Posteriormente los musulmanes, aprovechando la abundancia de acuíferos y la privilegiada posición defensiva del enclave, establecieron Mayrit en el siglo IX. Como maestros en la canalización de aguas, emplearon diversas técnicas como el uso de la noria, el almacenamiento y distribución de agua a través de acequias, canales y albercas, y el qanat, o aprovechamiento de las aguas subterráneas a través de la conducción.
El emblema de Madrid
Tres siglos después de su fundación, en el siglo XII, encontramos el primer emblema de Madrid, cuyo lema hace referencia tanto a la construcción de la ciudad sobre aguas subterráneas, como a su muralla árabe. En este emblema figura la transcripción:
“Fui sobre agua edificada, mis muros de fuego son, esta es mi insignia y blasón”
Este lema hace referencia al origen árabe de la ciudad. De hecho, las murallas se construyeron con piedras de sílex, o pedernal, variedad de cuarzo empleada desde la Prehistoria para fabricar herramientas cortantes a causa de su extrema dureza. De este modo, los «muros de fuego» hacen referencia al impacto nocturno de las flechas de los cristianos, en forma de chispas, cuando chocaban contra el sílex de las murallas defensivas.
La osa del escudo, en referencia a la Osa Mayor
La primera referencia histórica a la osa del actual escudo de Madrid data en torno al año 1212, y se halla en la enseña que las milicias de Alfonso VIII llevaron a la batalla de las Navas de Tolosa. En esta batalla aparecía la figura de un oso o una osa con siete estrellas, que hacen referencia a la constelación de la Osa Mayor, respondiendo a la gran importancia que tuvo en Madrid la astronomía desde su origen. Esta alcanzó su cénit con Maslama al-Mayriti, conocido como el Euclides de España, un gran astrónomo, intelectual destacado del Califato, y polígrafo hispanoárabe nacido en la actual capital de España. La privilegiada situación y las características de Madrid para la astronomía quedan aún reflejadas en dichos populares como ese conocido “De Madrid, al cielo”.
San Isidro Labrador, pocero mozárabe o santón musulmán de origen bereber
Lo que conocemos de San Isidro, cuya beatificación y nombramiento como patrón fue promocionado por Felipe II cuando trasladó la corte a Madrid, proviene de la tradición oral en la que confluyen mitología y realidad. Entre los 400 milagros que se atribuyen a este santo, figura el milagro póstumo de guiar a las tropas de la batalla de las Navas de Tolosa contra los musulmanes, afianzando al santo como icono del cristianismo en la época de la Reconquista. En esta batalla aparece curiosamente por primera vez el icono con la Osa Mayor mencionado en el punto anterior.
Sin embargo, investigaciones recientes ponen en duda el origen mozárabe de San Isidro, alegando incoherencias encontradas en las diferentes versiones de las crónicas existentes, como el Códice Juan Diacono, donde se han identificado contradicciones, y cuya información no está basada en datos fidedignos procedentes de los registros históricos del periodo medieval.
En ese periodo histórico, los santos cristianos se ajustaban al perfil de eclesiásticos u hombres de familia noble cuyos milagros se vinculaban a un estado estático de oración
La historiadora Matilde Fernández Montes, en un estudio pormenorizado sobre la figura de San Isidro en el códice de Juan Diácono, en el que la compara con las biografías de santos musulmanes de la época, afirma que sólo se puede verificar que se ha documentado en el siglo XIII la historia de una figura más bien legendaria que supuestamente existió un siglo antes, y que podría incluso ser anterior, ya que se transmitió solamente por tradición oral.
En ese periodo histórico, los santos cristianos se ajustaban al perfil de eclesiásticos u hombres de familia noble cuyos milagros se vinculaban a un estado estático de oración. En cambio, los santos musulmanes, en especial de origen bereber, o amazigh, procedían de la clase trabajadora y los milagros estaban relacionados con sus actividades laborales. La figura de San Isidro, hombre laico y casado, de origen popular, que alcanza la santidad a través de milagros de naturaleza agrícola, ha sorprendido a investigadores e historiadores, que han identificado en él características propias de la religión islámica. En ella, se realzan valores como el matrimonio y el trabajo esforzado, valores bien diferentes de los vinculados con los santos cristianos de finales del siglo XI y principios del XII. De hecho, Matilde Fernández encuentra paralelismos entre San Isidro y la figura islámica del Wali (santón musulmán), que significa “el protector o ayudante».
Así mismo, la arqueología ha revelado la existencia de un barrio islámico de campesinos, de origen bereber, durante los siglos X, XI y XII, en el lugar donde fue enterrado el cuerpo de San Isidro (supuestamente Driss, en árabe). También es significativo que la zona se llamara “Puerta de los Moros” tras la toma de Mayrit por Alfonso VI.
Myriam de la Cavada, FUNCI.