Las cruzadas: entre religión y política, ficción y realidad

Autor del artículo: Alejandro Manjón

Fecha de publicación del artículo: 26/04/2021

Año de la publicación: 2021

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Las Cruzadas moldearon el Medievo europeo, dotando a dicha etapa de la Historia de un copioso afán religioso que se tradujo en la expulsión de las minorías, la expansión del cristianismo y el florecimiento de instituciones como la Inquisición a lo largo de la Edad Media.

Post publicado en el Facebook del partido político AfD de Sajonia-Anhalt de la localidad de Saalekreis: «¡Dios lo quiere! AfD el partido más votado en el Este. ‘Yo soy la luz que ha venido al mundo, para que todo el que crea en mí no viva en tinieblas’ Johannes 12,46».

Aunque las Cruzadas puedan parecer algo lejano o incluso una mera anécdota histórica, las referencias a estas migraciones de carácter religioso perviven hasta el día de hoy en los amplios campos del entretenimiento cinematográfico (ya sea en Amazon, Hollywood o Babelsberg). También en la política occidental, que instrumentaliza las cruzadas para exacerbar el “histórico” conflicto cristiano-musulmán y enfatizar su rechazo de la inmigración y los refugiados musulmanes o de origen de países de mayoría musulmana. Algunos ejemplos de este tipo de política se pueden apreciar en la propaganda del partido político alemán Alternative für Deutschland (AfD), como refleja la fotografía, o partidos españoles como Vox, a través de los relatos que sustentan sus campañas electorales y su difusión de bulos y noticias falsas.

Raíz histórica de las Cruzadas

Lo primero que hay que tener en cuenta es que el término “cruzada” no era una descripción coetánea usada en las crónicas de la época, sino que fueron así nombradas después de varios siglos – un fenómeno bastante común. Por ejemplo, las crónicas latinas de la época que tratan los temas de las Cruzadas suelen distinguir los periodos del viaje, al que se refieren como iter, via o expeditio, de aquello que se producía cuando el viaje finalizaba y llegaban al destino, llamándolo negotium, bellum, causa, opus o voluntas. Solo en ocasiones se encuentra la designación ‘exercitus Dei’ y ‘milites Christi’ (ejército de Dios y soldados de Cristo respectivamente) para referirse al viaje y al negotium conjuntamente.

Las Cruzadas en su contexto

También es necesario resaltar que hubo Cruzadas tanto fuera del continente europeo como dentro de este, véase las cruzadas bálticas o las cruzadas albigenses llevadas a cabo al sur de Francia contra el catarismo, caracterizadas por ser una de las más violentas incursiones en la Edad Media en nombre de la cruz.

Como se puede apreciar, las Cruzadas nunca han sido en sí anti musulmanas, a diferencia de lo que representa el discurso contemporáneo. Es importante recalcar esto, pues la política contemporánea es a veces cómplice de estas tergiversaciones de la realidad histórica y manipula el paradigma de la época en cuestión para legitimar su opinión actual, reforzándola con hechos históricos, aunque éstos no estén aprobados por la comunidad científica.

Las Cruzadas nunca han sido en sí anti musulmanas, a diferencia de lo que representa el discurso contemporáneo.

De hecho, cuanto más se excava en el complejo mundo Medieval más nos damos cuenta de que el fervor religioso, fundamental en el contexto histórico de las cruzadas, compartió su importancia con las aspiraciones políticas del Papado, reinos e industrias europeas. Un claro ejemplo de esta instrumentalización es la denominada cuarta cruzada (terminada aproximadamente en 1204), la cual culminó con la captura de la Constantinopla cristiana, aun habiendo sido proclamada por el papa Inocencio III con el fin de conquistar la Tierra Santa. Es decir: las Cruzadas eran de manera directa o indirecta una parte del juego político de la época.

Trabajo propio por Atlas histórico mundial. Editorial: Bayrischer Schulbuch (Hg.). Bd. 2, Edad media. Múnich 1970, pg. 82.

Otro elemento llamativo fue la escasa importancia de estas en el Medio Oriente. En las fuentes y crónicas de Bagdad, centro cultural y político de importancia considerable, no se encuentra una gran abundancia de escritos o preocupaciones por las Cruzadas, más bien menciones marginales que no definen el motivo por el cual los Francos habían tomado Jerusalén.

Si contextualizamos el fenómeno histórico, llegaremos a la conclusión de que la conquista de los cruzados se limitaba a un territorio muy reducido en la costa de la otrora provincia de Siria, por lo que no supuso una gran reacción de los grandes reinos colindantes. Además, la conquista y el asentamiento por parte de los Francos no supuso un cambio estructural en las sociedades del Medio Oriente, teniendo en cuenta que las ciudades que fueron conquistadas no producían un valor económico significativo (incluida Jerusalén, ciudad que, por motivos diversos, en aquel momento, no gozaba de gran importancia para los musulmanes, aunque más tarde adquiriese una importancia capital) y que, por tanto, sus pérdidas no se vivió como un hecho especialmente traumático.

La primacía de los intereses políticos

Es cierto que, a partir del siglo XIX o incluso XX, las cruzadas tomaron otra dimensión en los países de mayoría islámica, ya que se relacionaron las incursiones religiosas cristianas con un proto-colonialismo, exacerbado por la realidad histórica del Medio Oriente durante esos siglos. Para entender el fenómeno histórico de las Cruzadas hay que tener unas ciertas nociones del mapa político en el Medio Oriente. Para ello me apoyo en el mapa geográfico del Este del Mediterráneo en 1291 realizada por la editorial alemana Bayrischer Schulbuch.

Cuando los cruzados llegaron y se asentaron en la zona costera del este del Mediterráneo (a finales del siglo XII), imperaba un gran desconcierto sobre el futuro de las Cruzadas una vez tomada Jerusalén. Por ese motivo se crearon cuatro asentamientos francos – así se refirieron a la nueva población europea las fuentes musulmanas.

Pude resultar chocante que durante el tiempo en el cual los asentamientos cristianos e islámicos convivieron, abundara más los tiempos de paz que de guerra. De hecho, se aceptó a los Francos como parte de la situación política de la época, pactando más de cien tratados de paz los unos con los y otros y creando incluso en el año 1115 una alianza entre los asentamientos francos y los Selyúcidas de Alepo y Damasco para protegerse por el Norte de los Selyúcidas Mayores y por el Suroeste (Egipto) de los Fatimíes.

La sexta cruzada

Como se puede observar las Cruzadas son un fenómeno histórico complicado de estudiar debido a sus infinitas ramificaciones. Sin duda, la Cruzada más peculiar de todas fue la sexta cruzada, iniciada en 1228 y protagonizada por Federico II de Hohenstaufen. El rey de Sicilia y Alemania había sido declarado hereje tras no cumplir con la orden del Papa Honorio III. Como penitencia debía tomar la cruz y marchar rumbo a Jerusalén. Tras varios años demorando su partida, el Papa Gregorio IX excomulgó a Federico II, el cual decidió embarcarse a lo que después se denominó la sexta Cruzada aprovechándose de su relación de amistad con el sultán ayubí al-Kamil. Es importante recalcar aquí que Federico II se había criado en Sicilia, isla habitada por una élite mayoritariamente musulmana, y que, por tanto, el rey se mostraba tolerante y era conocedor de la cultura islámica. Además, está constatado por numerosas fuentes que el monarca disponía de amplios conocimientos de la lengua árabe, característica poco usual entre los monarcas europeos.

Estatua de un monje templario en Ponferrada. Foto: La Nueva Crónica.

Después de que ambos gobernantes intercambiasen misivas, regalos y palabras sobre teología, filosofía y biología, Al-Kamil decidió pedir ayuda al monarca europeo para que se estableciese en Jerusalén y crear así un asentamiento tapón entre el Egipto de al-Kamil y la Siria de su hermano Muazzam – enfrentados como consecuencia del legado intrapolítico selyúcida, que pervivió hasta el 1500 aproximadamente –. La propuesta fue recibida con entusiasmo por Federico II: al fin iría a Oriente a retomar Jerusalén.  Por un lado, apaciguaría la ira del papado y, por otro, estrecharía los lazos con su aliado musulmán.

Después de que ambos gobernantes intercambiasen misivas, regalos y palabras sobre teología, filosofía y biología, Al-Kamil decidió pedir ayuda al monarca europeo para que se estableciese en Jerusalén y crear así un asentamiento tapón entre el Egipto de al-Kamil y la Siria de su hermano Muazzam.

El papel de Jerusalén

Ciudad vieja de Jaffa.

Llegado este momento es importante hacer un inciso para explicar el papel de Jerusalén. La ciudad desempeña un papel fundamental en las Cruzadas, pero ambos monarcas la desarraigan del contexto religioso y la instrumentalizan como moneda de cambio para comercializar con el otro bando. A Federico II de Hohenstaufen, el carácter religioso de Jerusalén no le era muy importante, de hecho, es posible que el monarca occidental fuese ateo, pues arremetía contra el cristianismo y el islam, siendo a su vez gran conocedor de ambas.

Debido las vicisitudes de la vida, en este caso la muerte de Muazzam y la coronación del sobrino de al-Kamil, el contexto político del oriente mediterráneo cambió, y, en consecuencia, cambiaron también los intereses de Al-Kamil en su política exterior. Siria ya no suponía una amenaza bajo las manos inexpertas de su sobrino y entregar Jerusalén a un monarca cristiano suscitaría una gran oleada de descontento entre los musulmanes, aparte de ya no ser necesario desde un punto de vista estratégico. Federico se encontraba así ante un problema inesperado, pues no podía volver a Sicilia con las manos vacías bajo la atenta mirada del Papado.

En este contexto se pactó el tratado de Jaffa, en el cual se le entregaría a Federico II la ciudad de Jerusalén a cambio de una tregua para Egipto de diez años de duración. Como era de esperar esto supuso un gran choque para los musulmanes, que poco tardaron de tildar al sultán al-Kamil de traidor. A día de hoy, se debate la decisión del sultán y se intenta justificar como una maniobra de estrategia defensiva, pues en esos diez años de tregua, Egipto tuvo tiempo de fortalecerse y reforzar su posición. Aun así, continúa imperando la duda, a día de hoy, sobre la eficacidad del tratado y son muchas las elucubraciones que versan sobre el tratado de Jaffa.

Conclusión

Las Cruzadas, ese afán expansionista del cristianismo impulsado por las altas esferas políticas y religiosas medievales, han supuesto un hito de carácter crucial en la conciencia histórica europea, que permite, aún hoy, su instrumentalización en diversos ámbitos contemporáneos. Este motivo justifica la necesidad de observar e investigar este fenómeno sociopolítico y religioso, y comprenderlo por lo que fue en realidad, desmarcándonos de las atribuciones modernas que las desgarran de su contexto natural y que  tergiversan el transcurso histórico para satisfacer el discurso actual.

Alejandro Manjón – FUNCI

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