«Elementos comunes entre las artes industriales de Egipto y España: especialmente en la cerámica». Actas de las «II Jornadas Internacionales de Cultura Islámica. Aragón vive su Historia» (FUNCI 1991).
El barro fue la primera materia prima que utilizó el ser humano. Con ella construyó su casa, fabricó sus utensilios y creó otras formas artísticas: estatuas de figuras humanas o de animales. Sin duda, el hombre antiguo eligió adecuadamente esta materia, ya que el barro no se oxida como los metales, ni se pudre como las maderas.
Afortunadamente, el ser humano fabricó sus utensilios de barro, muchos de los cuales han permanecido para testimoniar los acontecimientos históricos y el progreso de la humanidad.
La decoración de vasijas de barro reveló las primeras formas de la creación del ser humano y su expresión artística. Podemos observar esta forma de desarrollo en el uso del barro, desde que fue utilizado por el hombre: empezó cubriendo las cestas, luego reprodujo directamente la forma de las cestas, aplicándoles una decoración con una banda (o cinta) brillante de otro color en el borde. Cuando el alfarero observó que el contenido líquido de la vasija caía desde el borde hacia la base, tuvo la genial idea de de cubrir la superficie con figuras geométricas. Estas aparecieron como líneas cruzadas al principio, y luego tomaron formas geométricas más finas y armonizadas.
A través de las excavaciones hechas en distintos lugares del antiguo Oriente Medio, se puede contemplar una gran colección de diferentes materiales, que registra este desarrollo decorativo, utilizando un pincel muy fino. Se encontraron muchos ejemplares de la era prehistórica en Egipto, Persia y el antiguo Irak, con dibujos de formas humanas y animales, comparables a los antiguos dibujos hechos por el hombre paleolítico en las paredes de las cuevas.
En esa época, las ornamentaciones fueron representadas como unidades decorativas repetidas, que se enlazan –en ocasiones en el contorno de la vasija, y, en otras, rellenan los espacios de las paredes con una simple figura. Así empiezan a aparecer los caracteres regionales de cada lugar, y, a través del tiempo, se van desarrollando para confirmar la creación artística del hombre, de un lugar a otro.
Las primeras decoraciones primitivas fueron hechas con barro, utilizándose herramientas de madera y empleándose las uñas del pulgar, mucho antes de conocerse el horno. Sin embargo, algunas vasijas encontradas en Egipto, cuya fabricación se remonta a la época predinástica (3100 a.C.), hacen pensar que fueron decoradas después de pasar por el horno.
La cerámica en el Antiguo Egipcio
En el Antiguo Egipto, el artista empezó a concentrarse, dejando lo primitivo para mirar hacia nuevos horizontes de creación artística. Sobre todo, en la Cuarta dinastía (2723 2963 a.C.) podemos contemplar la confianza del artista, que, sabiendo lo que quería, buscó una forma que diera su fruto en belleza y armonía. Esta se reflejó en la fabricación de herramientas y armas, y, sobre todo, en la manera de moldear el barro y en su decoración, hasta el punto que los investigadores han manifestado que:
“A pesar de que el artista egipcio antiguo desconoció el torno de moldear, pudo fabricar piezas muy bien elaboradas, hasta tal punto que cuesta creer en su desconocimiento del torno”.
Las piezas cerámicas son auténticas obras de arte, sin defecto alguno, que registran una evolución continua. Nuestra charla se va a centrar en la cerámica como arte, por un lado, y como industria, por otro. Nuevos métodos de fabricación Desde tiempos muy antiguos, podemos destacar el papel de Egipto, China e Irak, en la creación de una cerámica que legará sus técnicas a la posteridad.
Época predinástica
La civilización islámica jugó posteriormente una función muy importante, descubriendo a lo largo de los siglos nuevos métodos en la fabricación y decoración de la cerámica. Estos métodos fueron trasladados, través de los centros de civilización islámica en España y sur de Europa, hacia el Norte y el Oeste de Europa. La historia de la cerámica es muy extensa, a través de las muestra encontradas, que hoy se pueden admirar en los museos.
Intentaré centrarme en la informaciones en que se basa este trabajo. En Egipto, se fabricaba ampliamente la cerámica en la época predinástica; los restos encontrados indican la buena calidad de los materiales y de las primeras decoraciones geométricas y con formas de animales.
Durante la Primera dinastía las vasijas y estatuillas se cubrían con un esmalte especial, y después de salir del horno, mostraban un color zarco o verde, proveniente del óxido de cobre empleado. Como no es ésta la ocasión de hablar sobre el Antiguo Egipto, hablaré sobre la cerámica como arte peculiar de los artistas musulmanes, ya que ocupa un prestigioso lugar en las artes islámicas. Después de adquirir los secretos de la cerámica, los artistas musulmanes empezaron a perfeccionarla, descubriendo nuevos métodos.
Las obras que se conservan del siglo III de la Hégira (siglo X de la Era cristiana), indican la gran atención que prestaron a la fabricación de vasijas para agua y botijos, especialmente en la decoración de lo que se pueden denominar orificios del botijo, y en el filtro que cubría la boca en forma de ganchillo. Estas decoraciones emulaban a los tejidos, y mostraban dibujos geométricos y adornos de plantas y animales, con figuras en relieve de pájaros y otros animales.
En relación con la calidad, no dudamos en decir que la cerámica islámica de Siria, Egipto, Irak y Persia, se comparaba y competía con la cerámica del Lejano Oriente.
En relación con la calidad, no dudamos en decir que la cerámica islámica de Siria, Egipto, Irak y Persia, se comparaba y competía con la cerámica del Lejano Oriente. Más aún, podemos decir que su influencia en el desarrollo de la cerámica europea fue más clara y más profunda, y no menos importante que la influencia de la cerámica china. Y si la cerámica islámica debía mucho a la cerámica china, sin lugar a dudas la cerámica china adoptó muchas técnicas y métodos de la islámica.
El auge de la cerámica islámica
Entre los siglos IX y XIII d.C., la cerámica tuvo su época más floreciente en el Oriente Medio y Cercano, dada la circunstancia del auge de la civilización islámica y la atención que le concedieron los Califas musulmanes, adoptando y atrayendo a los artistas más destacados de la época, a sus capitales. Los artistas solían emigrar de una capital a otra, con el deterioro de un imperio y el amanecer de otro.
Así, la historia de la Edad Media ha conocido diferentes centros donde florecían la industria y el arte de la cerámica. En Bagdad, en Fustat (Cairo antiguo), Samarcanda, Kashan y en diferentes lugares de la España musulmana, los artistas se distinguieron de sus contemporáneos chinos, en su afán de superación en los colores y decoraciones, más que en la belleza del molde.
Como se sabe, los artistas musulmanes optaron por no utilizar las figuras humanas o de animales en sus dibujos en los primeros años del Islam. Así, tuvieron que emplear las formas geométricas compuestas y repetidas, además de las plantas, flores y hojas de árboles, como adorno. Este fue el elemento dominante en la cerámica islámica en todo el Imperio, salvo en dos lugares: en Persia y en Egipto, en donde los artistas utilizaron la figura humana y de animales, como motivo decorativo en todas las artes islámicas, salvo en la construcción arquitectónica de las mezquitas.
Cuando contemplamos las figuras de animales en la decoración de la cerámica islámica, podemos encontrar unas figuras llenas de vida, armonía y vitalidad. En cambio, los motivos humanos se caracterizan por ser más bien abstractos o similares al arte de los mosaicos.
Las artes islámicas se caracterizaron por un nuevo elemento decorativo, que dejó su huella en la cerámica: la caligrafía árabe, que constituye un nuevo campo de creación artística para los artistas musulmanes. También podemos destacar el papel de éstos en el descubrimiento de nuevas técnicas para trabajar la cerámica. Una de las más famosas es la del esmalte de estaño, surgida en el siglo IX, una nueva técnica que pasó a España y fue utilizada más tarde por los mudéjares. Desde España se trasladó a Italia y al resto de Europa.
Fueron los ceramistas egipcios los que inventaron la nueva técnica de la pintura con brillo, técnica añadida a los conocimientos de los artistas de la España musulmana, quienes incorporaron a sus elementos decorativos adornos a base de figuras de plantas, animales y caligrafías árabes.
El arte de la cerámica tuvo su mayor auge en Egipto, y era más floreciente y perfeccionado que en otras capitales islámicas, desde la época de los Ptolomeos hasta la época de los Fatimíes (969 1171). Este arte conoció las técnicas más modernas de la época. En Egipto se fabricaba una cerámica de brillo metálico, utilizando una técnica nueva. Se moldeaba la vasija de barro y se metía en el horno, se sacaba y se cubría de una pasta blanca, dejándose secar, y entonces se dibujaban los adornos con materiales metálicos de varios colores, se volvía a meter en el horno, y así se conseguía una obra de arte con adornos rojos con mucho brillo. También se fabricaba una cerámica de grosor más fino.
En la época de los Fatimíes la cerámica mostraba adornos de esmalte de un solo color, generalmente verde esmeralda. Esta clase de cerámica fue muy famosa en la época de los Ayubíes y Mamelucos en Egipto y Siria. La decoración se pintaba en dos colores: el negro y el azul. En el Museo de Arte Islámico de El Cairo se exponen muchos ejemplares de este arte.
La España musulmana
No cabe duda de que el famoso patrimonio artístico de la España musulmana, está representado, en su mejor aspecto, en la arquitectura, así como en el desarrollo de la caligrafía árabe, auténtica y distinguida.
Es difícil comparar esta perfección de la arquitectura con las otras facetas del arte islámico en general, por su importancia y abundancia, pero se puede decir que una de las técnicas más empleadas en la decoración islámica y, al principio, en la España musulmana, es la ornamentación de la cerámica.
El arte de la cerámica era conocido en la Península Ibérica muchos siglos antes de la llegada de los musulmanes, pero fue en época islámica que la cerámica como arte e industria adquirió otras dimensiones artísticas, lo que significó que las adquiriera nuevos estilos más elaborados, como se aprecia en la alfarería brillante (sin por ello desprenderse de la producción de objetos antiguos más simples), dando así una nueva dimensión a la alfarería islámica en general, y a la española en particular.
Tal vez, podríamos modificar nuestros puntos de vista sobre este proceso, al estar actualmente terminadas las excavaciones en los lugares más florecientes y extensos en estas artes, como son Egipto, Irak, Persia o España.
En España se han encontrado algunos ejemplos importantes que se remontan al primer período del Islam, en las obras de metal y de madera, incrustadas en marfil. Más tarde, se han conocido obras de cerámica vidriada, que son vasijas hispano moriscas. En realidad, este último tipo se fabricó en Valencia o Málaga, después de terminada la dominación islámica. Lo que demuestra con claridad, que la tradición musulmana en las artes decorativas continuó siendo la misma o, parcialmente, la misma, tras la conquista cristiana.
Para nosotros, se pueden clasificar las vasijas de cerámica española en dos tipos:
1. Vasijas con lustre
2. Vasijas vidriadas o esmaltadas con estaño
Nos habíamos referido a que es casi seguro que la técnica utilizada en las vasijas lustradas se trasladó de Egipto a España, pero es difícil, para nosotros, decidir categóricamente, cuándo y cómo se realizó. En todo caso, la peculiar alfarería morisco española era, en su mayor parte, de formas y moldes variados. Así, se conoció el tipo de vasijas menos común, llamado “Albarellos”, que fue diseñado según el mismo tipo conocido en el resto de los países del mundo islámico.
Respecto a las decoraciones predominantes en estas vasijas, que se remontan a este primer período, eran de tipo mosaicos. De todos modos, se combinaron muchos elementos decorativos, que formaron un estilo que caracterizó la decoración islámica, tanto en Egipto, como en España o en otros países, al encontrar varios elementos de arabesco vegetal, flores, árboles, caligrafías e inscripciones claras, que incluían proverbios y frases que contenían buenos deseos de salud y felicidad, además de las figuras de animales, inspiradas en el pasado folklórico lejano de la región del Mediterráneo.
Estas figuras se presentaron en formas bellas y novedosas, y siguen se siguen reflejando en las obras cerámicas contemporáneas. Tal vez, los motivos más importantes sean los leones y halcones, además de gacelas y ciervos. Estos motivos también incluyeron formas humanas dibujadas de manera abstracta, que llamaban la atención; formaciones y diseños geométricos con matices armónicos, que cautivan el corazón. Lo que se puede advertir es que estos elementos no fueron utilizados sólo para la creación peculiar de los alfareros musulmanes, en Egipto o España, sino que fueron utilizados en la alfarería popular.
Los alfareros españoles continuaron la tradición morisca durante largo tiempo, antes de su decadencia. Sin embargo, la caligrafía cúfica o arábiga, que fue utilizada comúnmente por los moriscos, como elemento decorativo peculiar, llegó a ser insignificante y perdió, en consecuencia, su valor estético. Por último, podemos decir que el arte gótico tuvo su terreno fértil en la Península Ibérica, en donde proliferó, particularmente, hasta mediados del siglo XVI.
Como España heredó la influencia de la civilización islámica, que permaneció largo tiempo en su suelo durante la Edad Media, consiguió superar a1 arte gótico de Francia, por ejemplo, teniendo en cuenta que el encuentro de las culturas española, francesa y arábigo islámica dio sus frutos al generar el arte mozárabe y el mudéjar. Como consecuencia de esta culminación cultural, se establecieron y se crearon rasgos artísticos inigualables en todo el mundo.
En general, el arte gótico en España se caracterizó por la continuidad de los elementos decorativos islámicos, utilizados para cubrir diferentes superficies, con motivos que representan el encuentro de las culturas antes citadas, que lo enriquecieron y diversificaron.