FUNCI y el viaje del café árabe

Autor del artículo: Alfonso Casani

Fecha de publicación del artículo: 11/10/2021

Año de la publicación: 2021

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El pasado 4 de octubre, FUNCI participó en las Jornadas literarias de Sharjah, organizadas por la Autoridad del Libro de Sharjah en colaboración con Casa Árabe. La jornada, emitida en el canal de Youtube de Casa Árabe y grabada para su próxima emisión en el canal de televisión pública del emirato de Sharjah (Emiratos Árabes Unidos), promovía un intercambio cultural en torno a distintos elementos artísticos y culturales, como son la dramaturgia, el café árabe, y la presencia del agua en la poesía árabe y andalusí. En representación de la Fundación de Cultura Islámica participó Alfonso Casani, coordinador de investigación en FUNCI, quien compartió mesa con Abdulaziz Al Musallam, poeta, investigador y director del Instituto Sharjah para el Patrimonio, para hablar sobre “El viaje del café árabe”.

El café fue descubierto en el s. XIII en Etiopía, e importado por comerciantes yemeníes al Golfo Arábigo, desde donde se exportó a lo largo de los siguientes siglos al resto del mundo. En la actualidad, el café es considerado la bebida más consumida del mundo después del agua.

De hecho, la UNESCO reconoció el café árabe como patrimonio inmaterial de la Humanidad en el año 2015. La propuesta de reconocimiento fue presentada por Emiratos Árabes Unidos, Qatar, Arabia Saudí y Omán, con el objetivo de resaltar la importancia del café como símbolo de hospitalidad y generosidad. Su inclusión en la lista de bienes patrimonio de la humanidad destaca la práctica social y el arraigo tradicional que envuelve los actos de preparar, servir y compartir el café, comprendidos como un “acto ceremonial de generosidad”.

Destaca el peso simbólico de este producto como institución social, como espacio de diálogo, intercambio de opiniones y aprendizaje.

La preparación del café

El Dr. Al Musallam destacó la calidad del grano de la región, en especial del café cultivado en Yemen, y la importancia del acto que rodea su preparación.

Estos granos son tostados ligeramente, molidos en un mortero de cobre, y, posteriormente, hervidos en una cafetera del mismo material. El acto de servir el café es una invitación a compartir su tiempo entre los asistentes y una muestra de hospitalidad. Como señaló Al Musallam, es costumbre servir tres tazas a cada asistente, y no es hasta la cuarta taza que los invitados pueden rechazarlo. El café es servido por hombres y mujeres de toda condición social, en una práctica que ha sido transmitida de generación en generación desde su popularización hace más de cuatro siglos.

El café como espacio simbólico de diálogo

Por su parte, Casani abordó el café a través de la mirada de la FUNCI y del trabajo desempeñado por esta, orientado hacia la promoción del diálogo y la construcción de puentes entre culturas, siempre a través de la educación y el fomento del conocimiento.

Dos aspectos esenciales se derivan de esta aproximación: la importancia del café como producto exportado desde Oriente Medio, que ha llegado a tener un alcance global, y el peso simbólico de este producto como institución social, como espacio de diálogo, intercambio de opiniones y aprendizaje.

Origen y exportación del café árabe

Cuenta la leyenda que la planta del café fue descubierta en Etiopía en el s. XIII, cuando los pastores descubrieron cómo afectaba a la actividad de sus rebaños. La planta fue posteriormente traslada a la Península Arábiga de la mano de mercaderes yemeníes, y fue en esta región donde se popularizó su producción y exportación, inicialmente hacia el interior de la Península, para posteriormente exportarse hacia Oriente Medio y, a partir del s. XVII, a Europa. Inicialmente, su consumo estuvo muy relacionado con las cofradías sufíes, cuyos miembros descubrieron en el café una sustancia que les ayudaba a mantenerse despiertos y con energía en la realización de la peregrinación y de sus prácticas religiosas, muchas de las cuales se extendían a lo largo de toda la noche.

Posteriormente, y al igual que ocurrió con muchos otros bienes, creencias e ideas, el café fue exportado por comerciantes, estudiantes, peregrinos y viajeros a otros países de Oriente Medio, alcanzando una gran popularidad en los entornos de la Universidad de Al-Azhar, muy relacionada con las costumbres de los estudiantes y su preferencia por la conversación.

Vista de Al Azhar al atardecer. Foto: Jolianne.

La llegada del café a Europa, por su parte, propició el surgimiento de los primeros establecimientos dedicados a la venta y consumo de esta bebida. Como reflejo de las profundas relaciones que en ese momento mantenía Europa con la región de Oriente Medio, no es de extrañar que la importación de este producto al continente se produjese a través de distintos puntos geográficos. Por un lado, a través de la Compañía de las Compañías Británica y Neerlandesa de las Indias Orientales, los cuales lo transportaban a través del Cabo de Buena Esperanza (además de introducirlo, también, en la India) y lo conducían al norte de Europa; pero también a través de la Europa oriental de la mano del Imperio Otomano y su influencia durante la Gran Guerra Turca, desarrollada en sucesivos enfrentamientos a lo largo de la segunda mitad del s. XVII.

El café como lugar de encuentro

Más interesante aún es el papel adoptado por los cafés como “Majlis de los tiempos modernos”, una referencia a las salas de estar tradicionales comunes en la península Arábiga; un lugar de diálogo y adopción de decisiones sobre todo tipo de cuestiones, de carácter práctico, político, personal que, –tradicionalmente– los hombres tomaban lejos del ámbito familiar.

El primer café, como espacio de recreo y encuentro abrió en el s. XVII y pronto se convirtió en un sinónimo de diversión, al que acudían cuenta cuentos, cantantes y espectáculos de títeres, pero también de lugar de encuentro de artistas e intelectuales, y, con ello, en un centro de expansión de ideas.

El surgimiento del café y su rápida popularización no estuvo, de hecho, exento de polémica. Su asociación con las prácticas sufíes y el efecto revitalizante que provocaba esta sustancia abrió un amplio debate entre los ulemas de la época en torno al carácter lícito o ilícito del café. De igual modo, su asociación con espacios de debate y surgimiento de nuevas ideas hizo que los cafés fuesen relacionados con espacios de disidencia y sedición. El consumo de café llegó, incluso, a prohibirse en el Imperio Otomano en las primeras décadas del s. XVII.

Su asociación con espacios de debate y surgimiento de nuevas ideas hizo que los cafés fuesen relacionados con espacios de disidencia y sedición.

Por supuesto, el consumo de café logró superar ambas polémicas y llegar hasta la actualidad, donde continúa siendo un sinónimo de espacio de encuentro y conocimiento, intercambio de experiencias y ocio.

Como concluye la intervención, es posible establecer un bonito paralelismo entre el despertar producido por el café, cuyos efectos animan y revitalizan, y el despertar del conocimiento, producido por el diálogo e intercambio de ideas.

Es posible ver “El viaje del café árabe” completo y la intervención de Alfonso Casani en nombre de FUNCI en el siguiente vídeo (la intervención de FUNCI se produce a partir de la marca: 1.35.00h):