«¡Oh Dios! se halle el sol en el alba o el ocaso, Tu amor se adhiere a mi aliento. Al aislarme con mis amigos para conversar, es de Ti de quien les hablo. Recordándote en la tristeza o la alegría, eres Tú el que en mi corazón anuda mis fantasmas. Cuando buscaba abrevar para apagar la sed, era a Ti a quien veía en la sombra de la copa. Y si pudiera ir hacia Ti, llegaría aun arrastrándome sobre mi rostro o marchando sobre mi cabeza».
Husayn Mansur Hallaj
Diwan (Muqatta’a 31). Ss. IX-X