Arabismos insospechados

Autor del artículo: Antonio Pulido Pastor

Fecha de publicación del artículo: 16/11/2020

Año de la publicación: 2020

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A pesar que, según dicen los entendidos, la lengua castellana contiene un 40% aproximado de arabismos, se tiende a pensar, y no sin motivo, dada la inducción a que hemos sido sometidos en las precoces nociones históricas con que fuimos rociados en las más tempranas edades escolares, que el léxico castellano con ese origen se reduce meramente al tronco gramatical o semántico de almohadas, benamahomas o guadalquivires. Sin embargo, existen muchas otras de uso frecuente cuya ascendencia es tan desconocida que ni siquiera el diccionario de la Real Academia Española las identifica etimológicamente. En único afán de contribuir a desmitificaciones, eliminar resquemores y contribuir a mejorar la dignidad de lo andaluz y los andaluces, escribo estas líneas sin ningún ánimo de pontificar sobre el tema.

Cuando se nos explica en el colegio que la mayoría de las palabras que empiezan por el prefijo “al-”, proceden del árabe, se alude a la peculiar característica de aquella lengua con la que suele determinar al nombre precediéndola de esa partícula, que actúa al modo del artículo castellano, pero siendo invariable tanto para el género como para el número. Lo que no se nos cuenta es que existe una singularidad bastante notoria en relación con este determinativo vinculada a la característica de la consonante a la que precede. Esta particularidad procede de la distinta pronunciación que se confiere al artículo pese a que siempre se escribe con la letra L (lam).

En lengua árabe, las consonantes se clasifican en dos tipos, fuertes o solares (xamxyas) y débiles o lunares (qamaryas). En estas, la letra ele del artículo se mantiene como tal, de manera que su sonorización, transcripción y asimilación por el castellano permanece invariable. Es el caso de almohada, almena, alhóndiga, alcahuete, alacena, albornoz, alarife…, y tantas otras que nos dijeron en aquellos días donde se nos imbuía por dogma que los árabes conquistaron la Hispania visigótica e impusieron por la fuerza el idioma dominante en el Medio Oriente. En aquellas otras, en cambio, la grafía de la ele parece ser gratuita en modo tal que su sonorización queda asimilada a la consonante que le sigue y queda en una repetición de la misma. En este grupo de consonantes se encuentran varias de ellas, que en su transcripción se pueden asimilar a las letras d, t, n, r, s, x, z, por lo que otras muchas que empiezan por a, tienen la misma procedencia meso-oriental, pero no contienen la l como segunda letra.

Caravana en el desierto de Túnez.

El árabe fue en primer lugar una lengua de comercio e intercambio. El caravaneo y las mercancías trasegaron a uno y otro lado de la Península arábiga teniendo a Meca como centro. En el siglo VII, el profeta Muhammad la torna en lengua de religión, pero todos los autores concuerdan en precisar que ya entonces aquel sustrato físico era un crisol de gentes, pueblos y culturas. Parece evidente que una religión, por si misma, no hace grande a un pueblo, a una nación, a una cultura, porque ejemplos hay de ello, si bien, es una de sus formas de expresión cultural y particularmente me inclino a pensar que más bien se adopta esta a posteriori, por conveniencia o tal vez convencimiento, o simplemente por asimilación cuando se da el caso de una aparente conquista. Ejemplos de ello no faltan en el Africa negra (Senegal, Sudán, Níger, Mali) o el más reciente de Indonesia, donde el fenómeno de la islamización ha sido independiente de un asentamiento de población alóctona, tanto por ser anterior a las conquistas que sufrieron por gente del norte como por no haberse producido nada que se le parezca. También es el caso mongol, islamizado y arabizado por impregnación cultural desde el pueblo al que conquistan (s. XIII).

Por otra parte, el árabe medieval se convierte en una lengua de ciencia y técnica. Los países más avanzados en el mundo de ese momento son India y China. Desde ellos se importan multitud de inventos, artilugios, materiales, cultivos, técnicas y tecnologías como fueron la tinta, el papel, la numeración decimal, la producción del azúcar, el tejido del algodón, la pólvora, la brújula, el sextante, el catalejo…, en suma la mayor parte de los adelantos de la época que permitieron llevar a cabo grandes avances en las sociedades mediterráneas de aquel tiempo. También un elevado número de plantas de cultivo u ornamental procedentes de aquellos remotos lugares.

Azulejos representando una botica.

Los árabes, lo árabe, situados en una posición estratégica, se convierten así en el centro de la geografía entonces conocida, pivotando a su través todo el mundo en uno y otro sentido. El florecimiento cultural de Damasco es en buena medida herencia y consecuencia de su proximidad con Bizancio, pero una vez sustituida esa capitalidad por la bagdadí, el influjo del lejano oriente es mucho más acusado a través sobre todo de la mítica Persia, la que, a pesar de todo, aún no ha perdido su propia lengua (el farsi) a día de hoy, y mucho más relacionada desde siempre con el ámbito hindú del que se mantuvo vecina. Ello favoreció su prosperidad económica y como consecuencia, el desarrollo cultural en todos los ámbitos. De este modo, el árabe se convierte en la lengua útil y culta del momento, como anteriormente lo habían sido latín y griego. Obsérvese por ejemplo que las lenguas de los pueblos germánicos asentados en la vieja Iberia, no alcanzaron tal auge, a pesar de que se les atribuye igualmente el carácter de pueblo conquistador.

El árabe es una lengua de acción, se compone de verbos que designan acciones y por derivados, todo lo demás. Por regla general se constituyen con raíces trilíteras, siendo muy raras las de cuatro letras. Así se producen palabras breves que dan mucha agilidad verbal haciéndole muy plástica y dúctil, lo que le da enorme utilidad para la música y la poesía. Por otra parte, el árabe, es una lengua escrita…La facilidad y proximidad del papel y la tinta, así lo permiten y las producciones manuscritas, se multiplican respecto a épocas históricas anteriores, con lo que posibilita el refugio, almacenamiento y difusión del conocimiento.

Con todo ello, el patrimonio verbal arábigo se torna impresionante y a pesar de los siglos pasados, aún se mantienen en el solar ibérico (portugués e hispano) muchas palabras de aquel origen como estas que citamos a continuación Se omiten sus significados según el diccionario de la Real Academia de la Lengua Española, por ser fácil su localización.

Aaiun: Procede de “oyoun”, plural de “ayn”, manantiales. Capital del Sáhara occidental.

Acelga: Procede del verbo “salaqa”, hervir, cocer

Aceña: Procede del verbo “sanaa”, facilitar, elevarse.

Acequia: Procede del verbo “saqaa”, dar de beber, conducir

Adalid: De “ad dalil”, el guía

Adarve: De “darb”, camino, senda, callejuela.

Adobe: De “a tub”, ladrillo

Ahorrar: De «al hurr», lo libre. Conseguir dinero para ser libre (inicialmente para salir de la esclavitud).

Alazán: De “al ahsab”, el rojizo, bermejo.

Alloza: De “lawz”, almendra

Alpujarra: De abu al xarra, el lugar inaccesible, dificultoso

Alubia: Deformación de “al hubb”, el grano

Anís: De “iiaanisuun”, anís

Aranda: Procede de randa, el laurel. Suele encontrarse como apellido de origen asignable tanto a morisco como a cristiano nuevo, también como Rando. Aplicado también a la ciudad de Ronda (Málaga) que fuera hins randa (el castillo del laurel), aunque la posterior conquista castellana lo latinizara como arunda. En el norte peninsular parece tener procedencia vasco pirenaica y se aplica a nombres de ciudades o al arándano.

Arenque: De “a-ranya”, arenque.

Arrabal: De “rabad”, barrio, alrededores, aprisco

Arráez: Procede de ra’as, cabeza, saliente, de donde a rais, cabecilla, presidente.

Arrayán: de “rihan”, perfume

Arre: Interjección que se usa para animar el paso de los animales. Procede de “harrik”, imperativo del verbo taharraka, forma V del verbo harraka que significa moverse, ponerse en marcha, de donde ¡arre! quiere decir “¡muévete! Aún se mantiene como palabra propia del gremio de los taxis en Egipto o de los muleros en Marruecos.

Arrecife: De “rasafa”, empedrar, ser firme, sólido

Arrope: Procede de “rubb”, dulce.

Arroz: Del verbo “razza”, clavar, introducir, “ar ruzz”, el arroz, porque su planta se clava en el terreno encharcado.

Arrui: De “arrua”, cabra salvaje

Arús: Procede de “arus”, novio. Se encuentra como apellido

Asesino: De la secta de los haxaaxiin, que fumaban hachis entretanto otras cuestiones.

Atarfe, Torafe: Igual que tarifa, el extremo de una ciudad o territorio. Se encuentra en topónimos.

Ataurique: Del verbo “waraqa”, echar hojas. Decoración en yeso con forma de follaje y ramificaciones.

Axarquía: De “xaraqa”, salir el sol, brillar, relucir. El lugar por donde sale el sol, el oriente o levante.

Azafrán: Del verbo “safira”, teñir de amarillo, “safra’a”, amarillo.

Azahar: Del verbo “zahra”, brillar, florecer, resplandecer, ser blanco

Aznalcázar: Procede de “hisn”, muralla y “qsar”, palacio

Azuaga: Derivado de “as zuwawa”, nombre de una tribu bereber

Azúcar: De “as sukkar”

Azud: Procede del verbo “sudd”, cerrar, obstruir, atascar.

Azulejo: De “az zelliy”, impermeable

Azuzena: De «as susan», la flor del loto.

Balate: De “balata”, pavimentar, poner baldosas. Camino empedrado. De ahí, ruta de la plata (Tariq al balat)

Batán: Del verbo “batana”, rellenar…aplicado a la máquina que rellenaba el tejido de paño para hacerlo más denso.

Becerra: De baxarry y este a su vez de al buxarry, gentilicio de la localidad de Pujerra o de la Alpujarra

Beduino: De “badawin”, nómada

Bellota: De “ballut”, encina

Benegas: De “banu Igas”, descencientes de Igas, señor de Luque (Córdoba) en el s. XIII

Berenjena: De “badinyan”, hortaliza del sudeste asiático.

Burgo: Procede de “borg”, torre. En las ciudades y pueblos del norte peninsular posiblemente tenga relación con el germánico berg, que tiene similar fonética y significado. Se encuentra como topónimo, el Borge, el Burgo (Málaga) o apellido alborch

Café: Deformación turca del árabe “qahwa”, café

Calahorra: Procede de “Qa’la”, fortaleza y “hurra”, libre. No vale para la ciudad de Navarra, procedente del prehispanico Calagurris.

Calatañazor: De “Qa’la”, fortaleza y “an nusur”, los buitres. Municipio de Soria

Calatrava: Procede de “Qa’la” fortaleza y Rabah, patronímico de una familia o estirpe.

Canena: Derivado de “kinana”, nombre de una tribu árabe

Casar: Procede de “qsar”, fortaleza. Se encuentra como topónimo, aunque generalmente precedido del artículo…alcázar, también como apellido.

Cereza: De “karaz”, cereza

Cidro: Del verbo “araya”, ser fragante, perfumado, “al itruy”, aplicado al limón de olor que se usa para confituras y destilación. Latinizado como “citrus”. Por asimilación del proceso de confitura se da el mismo nombre a la calabaza con la que se fabrica el cabello de ángel.

Cifra: De “safira”, estar vacío…en alusión al cero

Coll: Nombre inalterado, procede de coll, collado. Se encuentra como apellido en Cataluña.

Corella: Del diminutivo de “qariyya” pueblo

Espinaca: De “Isfaanaaj”. Procede del verbo “fanaja”, estrujar, apretar.

Faguara: Procede del verbo “fara”, hervir, formar borbotones, “fawwara”, surgencia, surtidor. Sigue manteniendo ese significado en el pueblo de El Burgo (Málaga) y designa también a la sierra Alfaguara, donde se encuentra el manantial que llaman de la Fuente grande.

Flamenco: Procede del compuesto “falllah” campesino y “ al manquus”, adjetivo derivado del verbo “naqasa” (con sad), menguar, acortar, disminuir. En relación con el cante jondo caracteristico de la península ibérica y el norte africano. En un sentido figurado sería el campensino (siervo) venido a menos, privado de sus bienes y derechos.

Fulano: De fulan, uno cualquiera

Gafa: De su inventor Ahmad ibn Muhammad abu Yafar “al gafiqy”, natural de “al Gafiq”, actual Belalcázar en la provincia de Córdoba.

Gandul: De “ganduur”, presumido. Se encuentra también como apellido.

Gañán: De “ganaam”, pastor de ovejas

Guadiana: Procede de “wadi”, río y ayaani, dual de “ayn” que significa dos ojos o dos manantiales. A veces abreviado como ayná.

Gib-: Prefijo derivado de “Yabal”, monte. Se encuentra en topónimos como Gibraltar, Gibralgalia, Gibalto,

Guitarra: De “qytaar”, instrumento de cuerda más esbelto que el laúd y de tonos más agudos. Posiblemente derive del sitar hindú.

Haba: Procede de “hubb”, grano, semilla

Hachis: De “haxiix”, hierba.

Hala: De ” wa allah”, por dios, interjección de asombro

Iz–: De “hisn”, recinto amurallado. Aparece como prefijo en topónimos.

Iznájar: Procede del “hisn”, muralla y “haÿar”, peña. Se encuentra como topónimo y apellido. Castillo de la peña

Iznalloz: Procede de “hisn”, muralla y “lawz”, almendra.

Iznatoraf: Procede de “hisn”, muralla y zuraf”, ceniza. Castillo de la ceniza.

Jabalí: Procede de “ÿabaly”, montañés, montaraz. Es también un topónimo en Murcia

Jar, -jara: De “haÿara”, peña, roca. Aparece como sufijo en topónimos, como Guadalajara, Pegalájar, Andújar, Almijara.

Jarabe: Procede del verbo “xaraba”, beber

Java-: Prefijo derivado de “Ÿabal”, monte. Se encuentra en topónimos como Javalambre, montaña roja. Como Gib-

Jazmín: Del persa arabizado “iiaasmiin”

Jili: Del participio activo (ism al fa’il) del verbo “ÿahila”, ignorar, ser ignorante.

Jinete: Procede de “zanati”, guerrero de la tribu bereber de los zanata

Kahina: procede de “kahina”, sacerdotisa. Se encuentra como topónimo

Laúd: De “al oud”, la madera

Limón: Del persa arabizado”laymun”.

Madrid: Derivado del participio del verbo “ÿaraa”, fluir el agua, ser guiado, navegar, su plural “maÿaari”, arroyos, canales, conducciones.

Marfil: Procede de “adzm al fil”, hueso de elefante.

Marjal: De “marÿ”, prado, pradera

Marmota: Del participio del verbo “rabada”, agazaparse, acechar.

Maroma: Del participio del verbo “barama”, torcer, trenzar

Mengano: De «man» y «kan», quién sea

Mezquita: Nombre de lugar del verbo “sayada”, postrarse. Aparece también como apellido Mesquida, frecuente en Cataluña y Levante peninsular.

Minarete: Nombre de lugar del verbo “naara”, lucir brillar, iluminar. Lugar donde se enciende una luz

Morabito: Participio pasivo de una de las formas del verbo “rabata” cerrar, procedente de un ribat o rábida

Muley: Procede del verbo “waliaa”, regir, ser gobernador, seguir. Se encuentra como apellido y en el topónimo de Mulhacén.

Naranja: Del persa arabizado “naranÿa”

Narciso: De “nirÿis”, narciso.

Noria: Procede del verbo na’ara, sangrar. Rueda elevadora que extrae flujo de una vena de agua
Ojalá: Del compuesto “law xa allah”, si dios quiere.

Olé: De “wa allah”, por dios. Exclamación que se hace ante una emoción intensa.

Paella: De “baqiyya”, el resto, las sobras

Química: De “qimiya”, quimica

Rábida: Del verbo “rabata”, atar, acampar, asociarse. casa de retiro, monasterio sufi

Rambla: Procede de “ramla”, arena. Lugar en el que existe acúmulo de arena. Aplicado a las dunas y a los lechos de ríos con estiaje.

Rando/a: Del mismo origen que aranda, pero sin artículo. Constituye apellido de ascendencia morisca muy típico en la axarquía malagueña y en Tetuán.

Reche: Procede de raxid, recto, honesto. Se encuentra como apellido

Rexach: Procede de raxid, honesto, honrado. Se encuentra como apellido en Cataluña.

Román: Procede de “ruman”, el granado. Se encuentra como apellido y en el topónimo Guarromán, de wadi ruman, el río del granado.

Rumí: Procede de “rum”, bizantino o romano. Se encuentra como apellido.

Rus, ruz: Procede de “ruz”, arroz. Se encuentra como apellido y como topónimo.

Saeta: De “sawt”, voz, aplicado al canto vocal, sin música

Sagra: Procede de “zagra”, boca, puerta, frontera. Aparece como topónimo en Granada.

Sáhara: De “sahraa’”, desierto, estepa.

Sahel: De “saahil”, costa o ribera. Se encuentra en topónimos.

Sandía: De “sindiyya”, procedente de la región de Sind en el subcontinente hindú.

Sirope: Procede del verbo “xaraba”, beber

Sorber, sorbete: Procede del verbo “xaraba”, beber, bebida.

Sudán: De “sawad”, negrura, negro.

Tahona: De “tahana”, moler, triturar el grano, harina

Tarifa: De “tarafa”, apartar. El extremo. No tiene relación con el sentido que se da a una lista de precios.

Zafra: Del verbo “safara”, viajar. Aplicado a la recolección de la caña de azúcar que se llevaba a cabo por temporeros.

Zoco: Del verbo “sawwaqa”, comerciar, “suuq”, mercado

Zutano: De fulán, uno cualquiera

Fuente: totoritrip.com

Bibliografía:

  • Corriente, F. (1997): Diccionario árabe-español. Editorial Herder. Barcelona
  • Cortés, J.(1996): Diccionario de árabe culto moderno. Editorial Gredos. Madrid
  • Haywood-Nahmad (1992): Nueva Gramática árabe. Editorial Coloquio. Madrid
  • Jamal Salah (2000): Aroma árabe, recetas y relatos. Editorial Zendrera Zariquiey. Barcelona
  • Mármol y Carvajal, L. (1600): Historia del rebelión y castigo de los moriscos del Reyno de Granada. Editorial Arguval. Málaga 2004
  • Reda, Y.M. (1993): Diccionario Al Muin español-árabe. Librairie du Liban Publishers. Líbano