En el islam, los motivos figurativos están, cuanto menos, desaconsejados, y en el caso de ciertas figuras, como las concernientes a los personajes coránicos: profetas, ángeles y grandes personajes, prohibidas por la tradición. No obstante, a lo largo de los siglos, aunque escasa, la representación de figuras en el arte islámico ha sido una constante, como se aprecia por ejemplo en la Sala de los Reyes, de la Alhambra de Granada, y en el castillo omeya de Qusair Amra de Jordania.
Es sin embargo en las miniaturas persas, turcas y en ciertos manuscritos iluminados, entre los que no falta alguno andalusí como el Hadith Bayad wa Riyad, donde la representación figurativa es más común. Mucho menos conocido es el caso de las alfombras y los tapices islámicos, arte decorativa en la que sin embargo es también recurrente este tipo de motivo. Prueba de ello la tenemos en la fabulosa colección privada del jeque Faisal bin Qassim bin Faisal bin Thani, de Catar.
En esta colección aparecen tapices y alfombras persas, turcos, afganos, chinos y caucásicos, entre otros. Datan desde el siglo XIII, como es el caso de una alfombra selyúcida, hasta el XIX y el XX.
En estas piezas vemos escenas propias de la vida rural y cortesana, así como personajes históricos relacionados en especial con el poder militar. También observamos, curiosamente, escenas en las que aparecen incluso personajes coránicos, y al tiempo bíblicos, como la Virgen María, Mariam, que sostiene en sus brazos a Jesús, ‘Isa, o el Profeta Yussuf, José, según la tradición bíblica.