Catálogo de la exposición homónima, con fichas detalladas de los principales manuscritos y obras de arte expuestos. Además, contiene artículos especializados sobre la importancia de la transmisión escrita en el Islam, las artes del libro en al-Andalus y el Magreb, el arte caligráfico y los fondos manuscritos de Marruecos y España. Fotografías en color a toda página, de Fouad Maazouz.
LA CALIGRAFÍA ÁRABE
La caligrafía representa el arte islámico por excelencia. Anteriormente a la llegada del Islam, en el siglo I/VII, y a la necesidad de plasmar por escrito las revelaciones coránicas, la escritura árabe era rudimentaria y muy poco empleada. Era de origen nabateo y procedía del jazm. El hecho de vehicular la palabra Divina le ha prestado a la escritura árabe un carácter semi-sagrado. A lo largo de los siglos, la caligrafía se transformó y alcanzó un perfeccionamiento que sirvió, además de para copiar el Libro Sagrado y otros manuscritos, como motivo de ornamentación en la arquitectura y en los objetos de arte. De este modo, se encuentra decorando muros de mezquitas, piezas de metal, piedra, vidrio, tela y cerámica. Era una forma de acercar los textos religiosos y la literatura a quienes no tenían acceso a los libros.
Así describe la caligrafía islámica el estudioso Salah al-Ali:
“El trabajo del calígrafo se inscribe en la búsqueda del absoluto; su finalidad es percibir el sentido de la verdad en un movimiento infinito, con el fin de trascender el mundo existente y de esta forma realizar su unión con Dios. La caligrafía puede ser definida como un acto de comunicación y de fusión con el Ser Único”.
En contraposición, como manifiesta el especialista en arte Florian Rodari, la cultura occidental de la Edad Media no mostró el mismo interés por el perfeccionamiento de la escritura: “Que una cultura como la nuestra, sin embargo tan firmemente establecida sobre la autoridad del Verbo y el respeto de la lengua, haya marcado tan poco interés por las gracias puramente formales de la escritura, sigue siendo una fuente de asombro renovado. (…) Todo sucede como si desde muy temprano aquí se hubiera querido privar a la mano de su impulso natural, comprimir su soltura y sus temblores por el rigor de un carácter templado en acero”.
Existen varios estilos de escritura dentro de la civilización musulmana. El más antiguo es el cúfico, así llamado por proceder de la ciudad de Kufa en Iraq, fundada bajo el califa Omar. En su versión más temprana se realizaba con trazos anchos hechos con un cálamo cortado, que se alargaban mucho horizontalmente y formaban bellos motivos de lazos con formas romboides. Alcanza su perfeccionamiento a finales del siglo II/VIII, y se convierte en la única empleada para copiar el Corán. En Qayrawan, ciudad convertida en polo de sabiduría, se desarrolla un estilo cúfico llamado occidental, con formas curvas en la letras bajas que darán lugar a la escritura magrebí y andalusí posteriores.
En el siglo IV/X, en época abasí, el calígrafo Ibn Muqla crea la escritura cursiva y formula las reglas de proporción de cada letra. Ibn Muqla sentó las bases para los llamados seis estilos: thuluth, nasj, muhaqqaq, rayhani, riq’a y tawqi.
La caligrafía andalusí y magrebí
La escritura cursiva andalusí, surgida en el siglo V/XI, se realizaba con trazos finos y tinta de colores, puntos diacríticos y vocales, y amplias curvas para marcar el final de cada palabra. Las letras eran por lo general elegantes y pequeñas y las líneas de texto, muy apretadas. Presenta rasgos algo más cuadrados que la caligrafía magrebí.
La caligrafía magrebí es un poco más redondeada, más grande y monumental que la andalusí, y también de lectura fácil. Las dos escapan a las reglas de proporción orientales, y gozan de una mayor libertad de ejecución. La caligrafía magrebí se distingue a su vez en los estilos al-mabsut, utilizado en los alcoranes antiguos de Marruecos; al-muyawhar, empleado en los manuscritos de las bibliotecas reales; al-musnad, usada en las actas notariales; al- thuluth-al magribi, presente en la arquitectura, y al-kufi al-magribí, utilizada sobre el pergamino.
Calígrafos y copistas
Los calígrafos eran altamente considerados en el mundo musulmán. A menudo, además de calígrafos, eran pintores y decoraban ellos mismos los textos que escribían. La caligrafía, por lo demás, fue un arte ampliamente practicado por las mujeres desde la primera época del Islam, como lo demuestran nombres tan excelsos como Layla bint Abd Allah al-Addawiyya, compañera de Muhammad (s.a.w.s.), o Aisha, hija del célebre compañero del Profeta (s.a.w.s.), Sa’d b. Abi Waqqas.
Para alcanzar un grado de perfección, los calígrafos y calígrafas del mundo islámico necesitaban años de práctica, como sucede entre los músicos. Desde su infancia, estudiaban modelos llamados mufradat, compuestos de letras del alifato aisladas o unidas entre sí. Escribían en cuclillas, sujetando el papel sobre un cartón posado sobre sus rodillas. A continuación marcaban una serie de puntos imperceptibles y escribían sobre ellos.
Ibn Muqla, Ibn al-Bawab y al Musta’simi
Nacido en el año 272/886 en Bagdad, Ibn Muqla, sentó las bases de la caligrafía árabe cursiva posterior al estilo cúfico. Ha sido considerado el padre de la caligrafía islámica. Escribió un «Tratado sobre la ciencia de la caligrafía y el cálamo» en el que explicaba, entre otras cosas, cómo escribir las letras a partir de una circunferencia. La letra alif formaba el diámetro en vertical, mientras que el ba, lo hacía en horizontal y el ra, por ejemplo, ocupaba una cuarta parte del círculo. Existe otra obra de Ibn Muqla, de la que se conserva un manuscrito en la BNRM: los Asnaf al-kuttab, “Tipologías de los escribas”.
Además de renombrado calígrafo, escritor y poeta, Ibn Muqla fue visir durante el califato abasí. Las intrigas cortesanas le valieron la cárcel y la cruel amputación de su mano derecha:
Con esta mano he servido a los califas y con ella he escrito el Sagrado Corán dos veces, pero ahora es cercenada como se cercena a los ladrones.
Enfermo y cautivo, murió en el 328/940.
Ibn al-Bawab (s.V/XI) es la segunda referencia en la historia del arte caligráfico islámico tras Ibn Muqla. Fue quien puso en práctica el canon formal impuesto por él. Iluminador y poeta, además de calígrafo, llegó a realizar hasta 64 copias del Corán además de varias obras literarias. Tras Ibn Muqla e Ibn al-Bawab, Yaqub Al Musta’simi (s.VII/XIII) fue el calígrafo bagdadí más famoso de la Edad Media. De él se conservan varias copias del Corán y algunos otros escritos. Su estilo varía entre el nasj y el rayhani.
Copistas de al-Andalus y el Magreb
Entre los calígrafos andalusíes más reputados estaba el valenciano Ibn Gattus, que vivió entre los siglos VI-VII/XII-XIII. Sus biógrafos le atribuyen alrededor de 1.000 copias del Libro Sagrado. El historiador sirio medieval al-Safadi, reprodujo el testimonio de un tratadista de Fez que visitó a Ibn Gattus en su taller:
«Yo vi uno o varios de los ejemplares coránicos caligrafiados por él, y era algo insólito por la hermosura de la composición y el cuidado puesto en el trazo; cada vocal era de un color siempre bien aplicado: el lapislázuli para la sadda y yasm, el color de la resina para las damma, fatha y kasra, el verde para las hamza de kasra, el amarillo para las hamza de fatha, y todo ello ejecutado sin defectos; no había ni una sola waw ni un alif, ni una sola letra, ni palabra, en el margen ni fuera de lugar…».
De este calígrafo se han conservado dos ejemplares del Corán que se encuentran actualmente en la “Organización del Libro Egipcio” en El Cairo.
Otro refinado copista fue M’Fadel al Malaqui, nacido en Málaga en el siglo VII/XIII, y que según algunos autores copió hasta setenta ejemplares del Libro. Entre las numerosas calígrafas andalusíes sobresalieron la esclava de al-Hakam II Lubna, Aisha bint Ahmad b. Muhammad b. Qadim (s.IV/X), que llegó a atesorar una gran biblioteca, y la malagueña Safiyya bint ‘Abd Allah al-Rayyi (s.V/XI).
En el Magreb, tanto los emires almorávides, como los califas almohades fueron en ocasiones consumados calígrafos. El califa Al-Mortada llegaría a escribir en varios estilos, fundando la primera escuela pública de copistas en Marrakech.
Al Qandusi
La caligrafía árabe habría de evolucionar hasta nuestros días por todo el orbe musulmán. A las potentes escuelas clásicas orientales de Beirut, Bagdad, Damasco y El Cairo, acompañarán las del Magreb que, sin embargo, se basarán en el desarrollo de la escritura y los cánones magrebíes, muy diferentes de los orientales.
En la primera mitad del siglo XIII/XIX surgirá en Marruecos la figura de Muhammad ibn al-Qasim al-Qandusi, que aprovechando las raíces populares del arte marroquí, marcó un hito en la caligrafía moderna del Norte de África con sus bellísimos alcoranes y tratados de sufismo escritos y decorados por él mismo. Al-Qandusi (también llamado Al-Qandusi al-Fasi, a pesar de haber nacido en el desierto de Qandusa) fue él mismo un sufí que escribió diversos diwan y tratados de mística. Entre ellos, el “Fundamento sobre las facilidades del mundo y las trampas del diablo” (Ta’sis fi masawi al-dunya wa mahawi Iblis) y, “Anotaciones sobre el nombre divino el Amable” (Taqa’id fi l-ism al-Latif). Pero además, Al-Qandusi copió los tratados de otros sufíes, algunos tan celebrados como Sulayman al-Yazuli.
Este gran calígrafo revolucionó el estilo magrebí aportando modernidad, color y una visión muy personal a sus obras sobre pergamino y papel. Llama la atención su intensa policromía, el grosor de su cálamo y su libertad para interpretar ciertas letras. A pesar de considerarse noble (Cherif), Al-Qandusi llevó una vida basada en la humildad, dedicando parte de ella a vender hierbas en el zoco de Fez.
Qalam, l’art du livre. Guía en francés con los textos de la FUNCI sobre el contenido de la exposición, las presentaciones institucionales y la lista de manuscritos y obras expuestos.
Fundación de Cultura Islámica, Valencia 2010
Edición en francés. Fotografías en color a toda página. Encuadernación rústica. 10 x 21 cm