Manifiesto contra la islamofobia

Habida cuenta del preocupante aumento de la islamofobia, señalado por la propia Unión Europea a través de su Observatorio Europeo del Racismo y la Xenofobia, la FUNCI decidió lanzar en el 2004 el Primer Manifiesto contra la Islamofobia, que fue presentado en el Círculo de Bellas Artes de Madrid en un acto multitudinario en el que participaron Cherif Abderrahman Jah, Presidente de la FUNCI, el cineasta José Luís Borau, el dibujante Antonio Fraguas (Forges), la periodista Teresa Aranguren y el naturalista Joaquín Araujo, entre otros.

El manifiesto obtuvo miles de firmas, entre las que constaban las de numerosas personalidades internacionales del ámbito de la política, la cultura y el arte.

Exposición de motivos

Desde hace casi veinte años, en la Fundación de Cultura Islámica trabajamos de forma desinteresada con el fin de divulgar la cultura islámica, cubriendo el hueco existente entre la especialización de las aulas universitarias y el desconocimiento generalizado entre el gran público.

Mediante nuestras actividades hemos procurado colaborar en la mejora de las relaciones interculturales y la erradicación de los prejuicios que, desde hace siglos, empañan la visión de una cultura, la islámica, cercana desde un punto de vista geográfico e incluso cronológico y, sin embargo, durante demasiado tiempo ignorada. Para ello hemos contado con la inestimable presidencia del islamólogo Cherif Abderrahman Jah, y el gran antropólogo Julio Caro Baroja, además de innumerables apoyos por parte de instituciones públicas y privadas, y de personas vinculadas al campo de la cultura y el arte.

Sin embargo, nunca como hoy la necesidad de un acercamiento al mundo islámico ha sido tan apremiante. Nunca, en estos años, la situación internacional estuvo tan crispada, debido a los intereses puramente económicos y estratégicos de algunos estados. Tampoco se prodigaron como ahora, tantas manifestaciones de intolerancia y de barbarie, cometidas por una minoría que actúa arbitrariamente en nombre del Islam, con el fin de avalar también sus más oscuras razones e intereses.

El foso cavado durante siglos de malentendidos y enfrentamientos, entre lo que podríamos llamar Oriente y Occidente, o incluso el Norte y el Sur, es cada vez más profundo. Y lo más grave: la actitud de ciertos gobernantes está traspasando el ámbito puramente político, para penetrar en la fibra más íntima de los ciudadanos, sembrando el rechazo a lo diferente, junto a una sistemática intoxicación ideológica, no exenta de determinada intencionalidad.

Algunos medios de comunicación, debido a la inmediatez de la información y la falta de conocimiento básico de otras culturas, arrastran en titulares y enunciados términos equivocados que no hacen sino agravar la situación de rechazo.

Por ello, hoy más que nunca, y ante el silencio institucional e intelectual que domina nuestra sociedad, la Fundación de Cultura Islámica cree necesaria la realización de toda clase de manifestaciones culturales, y la vinculación moral de personalidades relevantes en el mundo del arte, la cultura, el pensamiento y la política, capaces de crear corrientes de opinión y de llamar la atención sobre los graves problemas de confrontación cultural a los que estamos asistiendo. No en balde, el Instituto Europeo de Observación de los Fenómenos Racistas y Xenófobos, advertía, en un informe publicado recientemente, del crecimiento imparable de la islamofobia durante el último año.

Manifiesto

Por todo lo expuesto anteriormente, la Fundación de Cultura Islámica y todos cuantos están de acuerdo en que es necesario expresarse y actuar contra ello, entendemos que:

No podemos permitir que la guerra, la injusticia, la imposición del pensamiento único, la manipulación de la información y la ignorancia, minen y destruyan el entendimiento entre los pueblos y las distintas culturas, alimentando el odio y fomentando las más despreciables expresiones de violencia entre los seres humanos.

Tampoco tenemos que olvidar, que la degradación de la situación internacional en la actualidad es consecuencia, entre otras cosas, de las coordenadas históricas más recientes y la globalización de la pobreza.

Como españoles, y como herederos, en general, del legado histórico musulmán, debemos recordar que una de las etapas más fecundas de nuestra Historia, al-Andalus, está ligada a la civilización islámica y al fructífero intercambio entre comunidades étnicas y religiosas diferentes. De este modo, nuestra idiosincrasia actual, nuestra cultura material, nuestra arquitectura tradicional, nuestras costumbres, nuestro lenguaje, y hasta nuestra forma de entender la vida, están impregnados del rico legado hispano musulmán. Negar así el respeto a la civilización islámica, sería negar el respeto a una parte muy importante de nosotros mismos.

Nos tenemos que afirmar en la idea de que la Europa multicultural de hoy está fundada sobre valores humanistas, fuente de su inalienable compromiso con la libertad. Así, el artículo 9 de la Convención Europea de los Derechos Humanos consagra el derecho a la libertad de pensamiento, de conciencia y de religión.

No podemos dejarnos arrastrar por esa actitud a escala mundial que obliga a identificar a los otros –los musulmanes, en este caso–, con sus propios gobernantes, con la inmigración incontrolada –marcada por su triste lacra de inadaptación y de pobreza–, así como con las expresiones más extremas y reprobables de unos cuantos, que interpretan las creencias según su propia conveniencia.

No debemos cerrar las puertas al entendimiento con los países islámicos, ni tampoco al intercambio científico y económico que, desde ambas partes, permitiría un reparto social de las riquezas, más justo y equitativo, y un mayor bienestar para todos. Tanto para ellos, como para nosotros.

Estamos convencidos, en definitiva, que es nuestra responsabilidad, como personas vinculadas al mundo de la cultura, empuñar el conocimiento, la información rigurosa, el diálogo sincero y la palabra veraz, como las armas más eficaces para luchar contra la exclusión y la ignorancia.

Por consiguiente, y de acuerdo con la Asamblea Parlamentaria del Consejo de Europa, en su Recomendación 1162, proponemos las siguientes medidas concretas:

En el terreno de la enseñanza:

  1. Mejorar el contenido de los programas de enseñanza y los manuales escolares en el contexto del programa internacional “El Islam en los manuales escolares”, para que presenten una visión equilibrada y objetiva de la historia de la civilización islámica, evitando el estereotipo secular del Islam como amenaza.
  2. Aumentar el número de departamentos y cátedras de Islam y filología árabe en las universidades. Incluir el Islam en las principales ramas de estudio:  historia, arte, filosofía y derecho, entre otros, no relegándolo exclusivamente a los departamentos de historia medieval y filología.
  3. Incluir la historia del Islam desde el punto de vista religioso en los cursos de teología, con el fin de promover un estudio comparativo de las tradiciones abrahámicas: judaísmo, cristianismo e Islam.
  4. Desarrollar programas de intercambio de estudiantes y profesores en el contexto de una cooperación universitaria entre España y el mundo islámico, como propone la Recomendación 1032 de la Asamblea Parlamentaria del Consejo de Europa, en un marco similar al de los programas Erasmus y Demóstenes.

En el campo de la información:

  1. Estimular la coproducción, realización y difusión de programas radiofónicos y de televisión sobre la cultura islámica, así como artículos de opinión y culturales en los medios de información generales y especializados.
  2. En el campo de la cultura:
  3. Promover lugares de encuentro y de expresión cultural entre los inmigrantes del mundo islámico y los habitantes de los lugares de acogida.
  4. Realizar exposiciones, conferencias y publicaciones sobre aspectos relacionados con el arte, la música y la historia del mundo islámico en general, y de al-Andalus, en particular.
  5. Traducir obras contemporáneas de autores del mundo islámico, para facilitar una mejor comprensión de su cultura y sus inquietudes.

En el área de la economía:

  1. Fomentar las inversiones en los países del Sur del Mediterráneo, que propicien un desarrollo sostenible, con la creación necesaria de puestos de trabajo. De este modo se paliarían las bolsas de pobreza social que generan, en gran medida, la emigración y las actitudes extremistas.
  2. En el terreno administrativo y de la vida cotidiana:
  3. Facilitar, por parte del gobierno, el diálogo entre las autoridades competentes y las comunidades musulmanas, con el fin de regular los preceptos religiosos de su fe, al tiempo que se respetan las leyes del país de acogida.
  4. Promover hermanamientos entre ciudades españolas y ciudades del mundo islámico, con el fin de incrementar el intercambio cultural y social.

Manifiesto presentado en Madrid, el 30 de enero de 2003 por la Fundación de Cultura Islámica

Entre los numerosos firmantes de este Manifiesto se encontraban:

  • Alfonso Guerra
  • Carlos Carnicero
  • Juan Cruz
  • Rafael Canogar
  • Ana Belén
  • Antonio Gala
  • Baltasar Garzón
  • Alfredo Bryce Echenique
  • Carmen Rigalt
  • Vicente Molina Foix
  • Juan Genovés
  • Luis Gordillo
  • Antonio Fernández Alba
  • Vincenzo Consolo
  • Vincenzo Cerami
  • Juan Goytisolo
  • Waleed Saleh
  • Elías Querejeta
  • José Antonio Labordeta
  • Pablo Milanés
  • Juan López de Uralde
  • Federico Mayor Zaragoza
  • Joaquín Almunia
  • Juan Marsé
  • Máximo
  • Joaquín Araujo
  • José Luis Borau
  • José Luis Sampedro
  • José Sacristán
  • Sami Nair
  • Maruja Torres
  • Manuel Vázquez Montalbán
  • Leo Bassi
  • Miguel Ríos
  • Paulo Coelho
  • Trinidad Jiménez