La FUNCI ha presentado alegaciones al reciente Proyecto de Decreto de la Comunidad de Madrid para modificar el currículo educativo de Educación Secundaria Obligatoria. Dicho proyecto, que altera el vigente Decreto 45/2015, prevé entre otras cosas «atender las demandas acerca de la necesidad de que el judaísmo y el legado judío tengan una mayor presencia en el currículo de la Educación Secundaria Obligatoria». Aunque el proyecto no especifica de dónde proceden esas demandas, la FUNCI sí se presenta a su vez como parte demandante, en el mejor sentido de la palabra, para «manifestar una demanda análoga en relación con la necesidad de que el islam y el legado islámico tengan una mayor presencia en el currículo de la Educación Secundaria Obligatoria, en los mismos términos en los que se incluye el legado judío y no necesariamente desligado de este».
La FUNCI recuerda en sus alegaciones la Recomendación 1162 sobre «La Contribución de la Civilización Islámica a la Cultura Europea», aprobada en 1991 por la Asamblea Parlamentaria del Consejo de Europa, y cómo se ha señalado recientemente la necesidad de aplicar el espíritu y la letra de dicha Recomendación como una de las herramientas necesarias para afrontar los retos de una Europa contemporánea que no puede entenderse sin el mestizaje cultural que han generado en las últimas décadas los flujos migratorios. Los currículos escolares, sin embargo, están aún demasiado a menudo constreñidos por representaciones sectarias del islam y de los musulmanes, algunas heredadas del pasado y otras surgidas al calor de la idea más reciente del choque de civilizaciones. Y ello se traduce en un tratamiento superficial, en el mejor de los casos, de la importancia del legado islámico en la historia y la cultura española.
La herencia andalusí de Madrid
En este sentido, la FUNCI explica que la región madrileña fue durante varios siglos parte de Al-Ándalus, y que «durante ese periodo surgieron núcleos de población importantes, como la propia ciudad de Madrid, que es la única de las actuales capitales europeas de fundación islámica». También señala que la presencia islámica histórica en Madrid se prolongó durante casi 750 años, teniendo en cuenta la pervivencia de minorías musulmanas en la región hasta bien entrada la Edad Moderna. Y, en relación con la importancia que puede tener dicho legado para construir un sentido de comunidad y pertenencia en el presente, también recuerda la FUNCI que en la región madrileña viven hoy en torno a 300.000 personas de religión o cultura musulmana, lo que supone un 4,5% de la población madrileña.
Por último, las alegaciones recuerdan que el legado judío peninsular tiene una estrecha relación con Al-Ándalus, hasta el punto de que el árabe fue la lengua vehicular de muchos de los grandes autores judíos medievales. Y puede añadirse que la diáspora sefardí guarda también una estrecha relación con las tierras de mayoría islámica en las que se asentó después de su expulsión en 1492.
Pero, sobre todo, advierten que «no debe olvidarse que la represión religiosa y cultural llevada a cabo durante la Edad Moderna afectó por igual a judíos y musulmanes, más numerosos los segundos que los primeros».
Pero, sobre todo, advierten que «no debe olvidarse que la represión religiosa y cultural llevada a cabo durante la Edad Moderna afectó por igual a judíos y musulmanes, más numerosos los segundos que los primeros», ya que al conocido decreto de 1492 contra los judíos siguieron diversas medidas análogas contra los musulmanes, que culminaron con la expulsión de los moriscos en 1609. Dichos hitos represivos son menos conocidos por el público en general (y el escolar especialmente) y no gozan del respaldo institucional que tiene hoy la reivindicación y el desagravio hacia la cultura judía. De ahí la importancia de que se equipare la visibilidad de ambos colectivos y la de sus respectivas, y a menudo entremezcladas, aportaciones a la historia y la cultura españolas.