La medicina en al-Ándalus alcanzó una gran excelencia, y el reconocimiento de los médicos árabes era tal, que incluso muchos monarcas cristianos recurrieron a ellos para solventar sus dolencias. Los médicos hispano musulmanes estudiaron concienzudamente a los clásicos, cuyos textos habían sido traducidos al árabe desde época muy temprana, y escribieron sus propios tratados. Destacaron en botánica y en farmacopea, e igualmente fue importante la función que desempeñaron la cirugía de la época y los avances en cuestiones de alimentación e higiene.
Algunos doctores destacados fueron Abu Maewan Abd al-Malik ibn Habib, nacido en Huétor Vega en el siglo IX, así como el cordobés Abd al-Malak ben Habur. A caballo entre los siglos XI y XII se encuentra Avenzoar, considerado entre los mejores médicos de la historia, y el también cordobés Maimónides, que escribió un famoso compendio médico que tuvo gran difusión por la Europa medieval. Estos clínicos abrirían el camino al polígrafo Averroes, escritor del famoso Libro de las generalidades sobre la Medicina. También del siglo XII es el oculista Al-Gafiqi, inventor de las gafas. En el siglo siguiente destacaría la figura del granadino Ibn Al-Khatib, autor del Libro de la Higiene según las estaciones del año.
Kitab al-Tasrif
Pero en esta ocasión queremos destacar una figura, la de Abu al-Qasim al-Zahrawi, más conocido como Abulcasis, un médico cirujano nacido en Madinat al-Zhara en el año 936 y considerado el padre de la cirugía. Abulcasis tuvo una larga vida y una longeva carrera profesional que abarcó casi 50 años de trabajo y práctica. Fue el primer médico que explicó, por ejemplo, un embarazo ectópico; describió cómo hacer la extracción de cataratas, y supo identificar la naturaleza hereditaria de la hemofilia. Todo su saber lo recopiló en una gran enciclopedia que aglutina los conocimientos médicos de la época: Kitab al-Tasrif (el Método de la Medicina). Esta magna obra de 30 volúmenes describe preparaciones médicas, como eméticos para estimular el vómito, así como laxantes y técnicas farmacéuticas. Habla de dietética, cosmetología y oftalmología, e incluye cuestiones éticas sobre la educación y la relación médico-paciente. Esta obra ha sido durante cinco siglos una importante referencia para la medicina europea.
Uno de los tratados más destacados del Kitab al-Tasrif es el dedicado a cirugía, pues en él se describen más de 200 instrumentos quirúrgicos con ilustraciones, algunos de ellos herederos de la tradición médica romana, y otras nuevas piezas inventadas por él mismo para el desarrollo de su profesión. Todo ello nos es hoy de gran utilidad para poder conocer el uso y función de muchos de los instrumentos que han llegado hasta nosotros.
El instrumental médico de al-Ándalus
En el Museo de la Alhambra tenemos una pequeña colección de material médico en metal, entre ella destaca la sonda, o tienta, uno de los instrumentos que más abunda en el equipo de los médicos de al-Ándalus, ya que facilitaba la higiene y asepsia en las labores médicas. Se trataba de una pieza multifuncional para la exploración, limpieza y la unción de los enfermos, con diferentes modalidades como espátula-sonda, o cucharilla-sonda.
La forma de la sonda es la de una larga varilla, normalmente de sección cilíndrica. En algunas ocasiones puede presentar un vástago central realzado y de mayor grosor, que permitía la sujeción y uso con seguridad del objeto. Los extremos del astil podían tener diferentes terminaciones en función de la labor para la que fuese a utilizarse. La punta roma servía para explorar las heridas, ayudar a abrirlas para mejorar su curación o medir la profundidad de las fístulas. También era habitual su uso para examinar concavidades, como el oído o lo garganta, e incluso se envolvía en lana para introducir medicamentos, ceras y pomadas o para presionar una herida de la que extraer el pus. Era común también que una de las terminaciones tuviera forma de cucharilla, más o menos ovalada y con distintos niveles de profundidad, o de pequeña pala ovoidal tipo “oliva”. Estas servían para introducir medicamentos en cirugía menor, para limpiar concavidades enfermas o para administrar pomadas y ungüentos. También podían ser utilizadas en farmacología para preparar aceites, medir cantidades y mezclar polvos, pues hay que tener en cuenta que el médico islámico elaboraba él mismo sus remedios, y muchos instrumentos tenían un uso variado.
Entre el instrumental de medicina del doctor hispanomusulmán era también elemento común el gancho, que era utilizado en labores de cirugía blanda o de pequeño calibre. Estos elementos metálicos servían para separar tejidos o enganchar partes blandas, sobre todo en concavidades estrechas o de difícil acceso; de ahí su significativa largura. Facilitaba las labores médicas y aseguraba una cierta higiene y asepsia.
Las pinzas son igualmente una pieza importante y multifuncional para el médico. Había modelos complejos, y otros más sencillos para la aprehensión, herederos del instrumental quirúrgico romano y realizados en un solo cuerpo doblado. Estos ejemplos del Museo de la Alhambra presentan un resorte de fleje ultrasemicircular, amplios hombros oblicuos y gruesas ramas rectas. Las puntas son planas, lisas y rectilíneas. La elasticidad de la pinza se produce gracias a la simple curvatura del vértice, aunque también era importante el proceso de fabricación y templado del bronce para asegura una buena flexibilidad y evitar roturas por el movimiento. La pinza es uno de los elementos más habituales del equipo de los médicos de al-Ándalus, debido a su versatilidad. Se utilizó para extraer cuerpos extraños de las heridas, para sacar esquirlas de hueso o para sujetar gasas y telas en la limpieza de heridas. También se usaba para labores cosméticas, como eliminar el vello.
Bisturís, punzones, espátulas, tenazas, tijeras, espéculos, agujas, etc., son otros de los elementos que formaban parte del equipo básico del médico musulmán, aunque el material metálico con el que estaban realizados, su escaso valor y su pequeño tamaño ha hecho que no sean muchos los ejemplos que a día de hoy han llegado hasta nosotros.
Fuente: Museo de la Alhambra
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