El graffiti es un arte callejero que ha cobrado un gran auge en los últimos tiempos entre los tunecinos, con contenidos a menudo sociales y políticos, aunque también meramente estéticos; muchos basados en la caligrafía árabe. Algunas de sus mejores muestras se encuentran en Túnez, mientras que otras son obra de artistas tunecinos que residen en Europa, e incluso en Cánada.
Entre sus más conocidos componentes cuentan el colectivo Zwewla, así como eL Seed, Meen-one, SK-One, Va-jo e INKMAN, que han expuesto sus trabajos y pintado muros traspasando las fronteras tunecinas, en países como Francia, España y otros.
Pero sin duda el más universal de los graffiteros tunecinos es Mehdi Ben Cheikh, radicado en Francia, que además de las obras descomunales que ha realizado en París, invitó a más de 100 artistas de 40 países para convertir el distrito de Erriadh, en Djerba, en un museo a cielo abierto.