Del 24 al 26 de junio del 2016 se ha celebrado en la mítica ciudad de Sarajevo, Bosnia y Herzegovina, la Primera Cumbre sobre Islamofobia en Europa, a cargo de la Fundación SETA -una organización turca dedicada a la investigación política, económica y social-, con la colaboración del Ayuntamiento de Umaraniye, en Turquía. Previamente, SETA coordinó la redacción del Informe sobre la Islamofobia en Europa 2015, del que la FUNCI elaboró la parte relativa a España.
El objetivo de esta cumbre, a la que asistió una nutrida representación de especialistas de diversas universidades, observatorios sobre la islamofobia, ONGs de derechos humanos y civiles -provenientes de países como EEUU, Austria, Alemania, Bélgica, Croacia, Grecia, Bosnia Herzegovina, Reino Unido, Francia, España, Italia, Serbia, Hungría, etc-, era principalmente demostrar mediante cifras y estadísticas los cada vez más numerosos casos de racismo anti musulmán en el mundo, particularmente en Europa. También, ahondar en el concepto, la teoría y la financiación de este preocupante fenómeno en aumento.
La cumbre fue inaugurada en la recientemente rehabilitada Biblioteca Nacional de Sarajevo por José Luís Rodríguez Zapatero, como adalid de la Alianza de Civilizaciones, así como Bernard Kouchner, fundador de Médicos sin Fronteras y ex ministro francés de Asuntos Exteriores, y el parlamentario británico Jack Straw. Rodríguez Zapatero aseguró que “Gran parte de lo que está pasando ahora, incluida la crisis de los refugiados, se podía haber evitado si hace diez años hubiéramos aceptado la entrada en Europa de Turquía “. También se refirió a que España, tras los atentados de Madrid del 11 de marzo del 2004, en los que murieron 193 personas, no conoció ningún brote de islamofobia, gracias, entre otras cosas, a que su gobierno retiró las tropas de Iraq. Kouchner aseguró que Europa, y Francia en particular, había dado la espalda a los refugiados sirios en gran parte por ser musulmanes, mientras que Straw explicó que “El triunfo del Brexit ha sido posible gracias entre otros al voto de muchos inmigrantes de tercera generación que no querían perder sus prerrogativas con la llegada masiva de otros inmigrantes”.
Farid Hafez, de la Universidad de Salzburgo, intervino diciendo que en la actualidad se pretende afirmar que la islamofobia no es una ideología, sino solamente es un rechazo legítimo a una religión, erradicando de esta forma su dimensión social, para poder así legitimarla con réditos políticos. “Sin embargo”, insistió Hafez, “la islamofobia no afecta solamente a los musulmanes en Europa, sino al resto de la población, con el auge de los partidos de extrema derecha o con medidas políticas tan graves como el Brexit”.
“La islamofobia no es menos grave y real que el antisemitismo. No es más que racismo encubierto. Cuando los medios o el subconsciente colectivo se refieren o describen a un musulmán, no lo hacen poniendo como ejemplo a un musulmán de piel blanca y ojos azules, un bosnio, sin ir más lejos, sino a una persona de piel oscura y comportamiento agresivo”
aseguró por su parte el periodista de Aljazeera Mehdi Hasan.
Peculiaridad histórica
A continuación, durante dos días, se expusieron en el Teatro Nacional de Sarajevo los diferentes informes sobre la islamofobia en los distintos países europeos, entre los que se echó de menos, sin embargo, la presencia del Norte de Europa. España estuvo representada por Encarna Gutiérrez, Secretaria General de la Fundación de Cultura Islámica. Durante su intervención explicó la peculiaridad histórica española, con su pasado andalusí, así como la ausencia de partidos o movimientos significantes de extrema derecha, aunque, aseveró,
“no debemos engañarnos, ya que la islamofobia es un fenómeno creciente en el ámbito institucional, mediático, social y político, habiendo pasado de 49 casos en el 2014, a 278 en 2015 ”.
También insistió en el hecho de que la islamofobia no es solo una manifestación espontánea de rechazo, sino que obedece a una estrategia muy bien diseñada y financiada, cuyas consecuencias hay que combatir en el ámbito social y legal, pero cuyo verdadero objetivo reside en distraer a los musulmanes, abandonando el discurso islámico a los extremistas para así justificar todo tipo de acciones contra los musulmanes “retrógrados, fanáticos y violentos”.
La presentación de casos por países estuvo acompañada de exposiciones teóricas a cargo de especialistas de diversas universidades, y de la presencia de ONGs internacionales que compartieron sus experiencias y ofrecieron recomendaciones y ejemplos de buenas prácticas. Entre los nombres de experimentados activistas en la defensa de los derechos humanos y la discriminación resaltaron los deIneke Van der Valk, de la Universidad de Amsterdam, todo un referente en esta cuestión; Salman Sayyid, de la Universidad de Leeds, en Reino Unido; Hatem Bazian, de la Universidad de Berkeley, California; Saeed Khan, de la Universidad de Wayne State, en Estados Unidos, y la jornada Rana Dajani, profesora de biología molecular en la Universidad de Iowa (EEUU) y especializa en cuestiones de educación desde una perspectiva islámica.
Entre las ONGs más significativas constaron el CCIB de Bélgica, un interesante observatorio dedicado a este fenómeno, la veterana fundación británica Hope no Hate, el Islamic Human Rights Commission, el European Forum of Muslims Women, entre otros.
Industria de la islamofobia
Algunos de los novedosos conceptos y aspectos que se resaltaron durante esta cumbre fueron el de la financiación de la industria de la islamofobia, que alcanza los 450 millones de dólares, según declaró Saeed Khan.
También se abundó en que en realidad la islamofobia no solamente afecta a la población musulmana de Occidente, sino que proporciona argumentos al terrorismo y a los partidos de extrema derecha. Se explicó que la islamofobia, como una forma de racismo, se ha construido para salvar la identidad de Europa, que va dejando de ser “blanca”. También se apuntó a que la islamofobia como ideología se hace necesaria para justificar intervenciones en un mundo en el que la industria armamentística alcanza cotas escalofriantes (los gastos militares representan el 2,7 % del PIB mundial), y está encabezada por los Estados Unidos y seguida por diversos países europeos.
Se abordaron aspectos como la utilización de la cuestión del hiyab y el velo integral para crear leyes o normativas que ayuden a distraer la atención de problemas mayores y azucen la histeria colectiva, así como la preocupación por la seguridad para justificar y fomentar la islamofobia.
Los participantes de Europa del Este, pese a tener minorías y hasta importantes mayorías musulmanas, como Bosnia y Herzegovina, resaltaron el hecho de que se está enturbiando la secular convivencia entre comunidades, debido al creciente sentimiento islamófobo importado de Europa Occidental.
Por su parte, Hajib El Hajjaji, del CCIB (Collectif contre l’islamophobie en Belgique) señaló, entre otros, la importancia de definir el límite entre la libertad de expresión y el discurso del odio.
Por último, se leyó la declaración emanada de la cumbre, que será pronto publicada, y en guisa de conclusión, diversos ponentes del ámbito del activismo, el deporte y la televisión contaron sus experiencias de viva voz, a modo de acicate para una mejor praxis en la lucha contra la islamofobia, o racismo anti musulmán.
Inés Eléxpuru