El surgimiento de la ‘Rihla’, o literatura de viajes

Autor del artículo: Alfonso Casani

Fecha de publicación del artículo: 23/02/2021

Año de la publicación: 2021

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Viajar te deja sin palabras y después te convierte en un narrador de historias.”, Ibn Battuta

Alfonso Casani – FUNCI

Entre los múltiples estilos literarios que florecieron durante la Edad Media destaca, por su prominencia e importancia posterior, la rihla, o literatura de viajes, que florecería a partir del s. XII en al-Ándalus y el norte de África. La rihla alcanzó su máximo esplendor a través de las obras de Ibn Yubair, que institucionalizaría este género, y, sobre todo, del conocido viajero Ibn Battuta. Este género no solo tuvo un gran valor artístico, sino que sirvió de descripción y análisis de la época en la que vivieron los viajeros, contribuyendo a nuestra comprensión actual del mundo político y social de la época.

Desarrollados entre los siglos XII y XIV, estos viajes se produjeron en un momento en que el Mediterráneo se encontraba interconectado y facilitaba la movilidad de sus habitantes entre los territorios que lo conforman, a través de al-Ándalus y del Califato abasí, pero también de territorios bajo control cristiano, como la Sicilia y el Jerusalén visitados por Ibn Yubair. Las nuevas oportunidades de movilidad permitieron el desarrollo de dos formas de viaje comunes entre las élites musulmanas: el viaje de formación científica, y el viaje de peregrinación a la Meca, conforme a los pilares del islam. A menudo, uno y otro se superponían, y se complementaban con el ansia de conocimiento geográfico y matemático, y el desarrollo de auténticos relatos autobiográficos. De este modo, los relatos de viajes ofrecían una compilación en detalle de los elementos geográficos y sociológicos observados por el viajero. Daban cuenta de sus encuentros y de los desarrollos científicos y religiosos, y narraban las aventuras y experiencias vividas por sus protagonistas durante sus largos periplos.

La rihla, o relato de viajes, fue la última expresión de un género de literatura geográfica previamente desarrollado, que con el paso del tiempo fue adquiriendo un mayor valor estilístico. Este género había comenzado a producirse a partir del s. IX, bajo la forma de compendios para el uso de funcionarios del Estado, y evolucionó durante los siguientes siglos hacia obras técnicas más complejas, como los diccionarios geográficos o las enciclopedias y cosmografías universales, o hacia obras con un mayor carácter divulgativo, como las publicadas por al-Mas’udi (m. 956) y al-Biruni (m. 1048). Estas obras evolucionaron hasta desembocar en el género de la rihla, en que los viajeros, conscientes de la importancia de los itinerarios formativos y espirituales en los que se embarcaban, narraban sus experiencias y observaciones en su camino hacia la Meca o hacia centros de conocimiento como lo era Bagdad.

Ibn Yubair y el inicio de la Rihla

El surgimiento y expansión del género puede ser atribuido a Abu al-Husain Muhammad Ibn Ahmad Ibn Ÿubair al-Kinaní al-Andalusí al-Balansí, conocido como Ibn Yubair, nacido en Valencia en el año 1145 (de ahí su apodo “al-Balansí”, “el Valenciano”) y fallecido en Alejandría en 1217. Nacido en una familia acomodada, Ibn Yubair llegó a trabajar como secretario del entonces gobernador de Granada, Abu Sa‘id ‘Uthman b. ‘Abd al-Mu’min.

El periplo de Ibn Yubair comienza con un propósito de expiación. Como explica Ibn Yubair en su obra “Viajes”, que narra la historia de su viaje a la Meca entre los años 1183 y 1185, su decisión de iniciar la peregrinación comienza después de que el Gobernador, insultado por el rechazo de Ibn Yubair de compartir una copa de vino con él, le obligase a beber siete copas de esta bebida. Como compensación, el Gobernador decide agraciarle, a su vez, con siete copas de oro, que otorgaran a nuestro protagonista los medios económicos para iniciar la peregrinación a la Meca y así expiar el pecado cometido.

Faro de Alejandría.

A lo largo de su viaje, Ibn Yubair atraviesa el Mediterráneo y visita Egipto, desde donde se traslada a la Meca. También conoció Siria, Irak, Palestina, Cerdeña, Sicilia y Grecia. Con una mirada objetiva y detallada, Ibn Yubair describió, durante sus dos años de viaje, la situación política de Oriente Próximo y los cambios que se estaban produciendo en el territorio, la decadencia abasí, la restitución del sunnismo, y el auge de Saladino. En un contexto de cruzadas, Ibn Yubair narra también el impacto de la pérdida de los territorios bajo soberanía musulmana (sobre Bagdad, de hecho, afirmó: “esta antigua ciudad continúa siendo la sede del califato abasí, pero la mayor parte de sus edificios ha desaparecido y no queda de ella sino el prestigio de su nombre.”), describe la Sicilia normanda y da cuenta de las relaciones entre musulmanes y cristianos, con los que tiene abundante contacto en sus viajes. Lo colorido y detallado de sus descripciones queda reflejado en la impresión que le suscita la ciudad de Alejandría al atracar, después de haber partido de Ceuta y cruzado el Mediterráneo:

“1183, Dios hizo alzarse ante nosotros el alegre anuncio de salvación, mediante la aparición del faro de Alejandría a unas veinte millas…en primer lugar destaca el hermoso sitio de la ciudad y la vasta extensión de sus construcciones, hasta tal punto que nosotros no hemos visto una ciudad de tan amplias vías, ni de más altos edificios”.

Ibn Battuta, el viajero por excelencia

Sin duda el más conocido de los viajeros musulmanes, Ibn Battuta nació en Tánger en 1304, y pasó un tercio de su vida de viaje. Su primera y extensa aventura, de 24 años de duración, fue recogida por el poeta Ibn Yuzzay, auténtico autor del texto, en la obra “Regalo de curiosos sobre peregrinas cosas de ciudades y viajes maravillosos” (conocida como “Rihla” y traducida al castellano como “A través del islam”), que se convertiría en la obra por excelencia del género de la rihla y consagraría a Ibn Battuta entre los viajeros más importantes de la Edad Media.

Apenas se conocen más datos biográficos de Ibn Battuta que aquellos recogidos en esta obra. Este hecho contribuye a la «romantización» de la vida de este aventurero, que refleja en su obra numerosas licencias poéticas. Desde esta perspectiva, la obra de Ibn Battuta otorgó una importancia fundamental al elemento artístico y literario, lo que la distanció de las obras de este género anteriores. A pesar de ello, sus viajes, encargados por el sultán meriní de Marruecos Abu Inan con el fin de que recogiese información geográfica, política y cultural sobre la región, constituyen una relevante descripción del contexto político-social del s. XIV, con una importancia histórica inconmensurable.

A lo largo de casi un cuarto de siglo, Ibn Battuta conoció al-Ándalus y los actuales territorios de Marruecos, Argelia, Túnez, Egipto, Palestina, Siria, Arabia Saudí, Yemen, Omán, Turquía, el sur de Rusia, Afganistán, Pakistán, India, Indonesia y Mali. Sus visitas ofrecen un vívido testimonio del declive al-Ándalus, los avances de Gengis Khan a través de Asia Central y el Levante, o la prosperidad de las islas Maldivas.

La rihla mudéjar, el viaje de Omar Patún

Hace apenas tres décadas se realizó en Calanda (Teruel) un importante descubrimiento y contribución al género de la rihla. Se trata de la única obra de este género procedente de la Castilla cristiana, atribuible a un viajero morisco y escrita en lenguaje aljamiado (es decir, redactado en lengua castellana y grafía árabe). El manuscrito se encontró escondido en una casa en una zona en obras, junto con otros ocho documentos, que, se cree, fueron guardados por algún alfaquí morisco para evitar que fuesen descubiertos por la Inquisición. Más allá de la importancia de la obra encontrada, el hallazgo muestra los esfuerzos de conservación de información y de pervivencia de la religión y la cultura musulmana por parte de la población morisca bajo dominio cristiano.

La rihla hallada narra la peregrinación de Omar Patún, originario de Ávila, en el año 1491. Acompañado por otro musulmán castellano, Mohamed del Corral, este viaje se alargó durante cuatro años, tras perder su transporte de retorno a casa en Egipto, donde se vieron forzados a permanecer un último año.

A su retorno a la Península Ibérica, sus aventuras fueron recogidas durante su paso por Aragón. Aunque el manuscrito encontrado se encuentra en bastante mal estado, parcialmente dañado por la humedad y el paso de los siglos, se cree que no fue redactado por un copista profesional ni, posiblemente, por el propio Omar Patún. Teniendo en cuenta el estilo y escritura, dos hipótesis parecen factibles: que el manuscrito fuese copiado del original de manera apresurada por algún otro musulmán durante su escala en Teruel, o que el manuscrito fuese copiado mientras los viajeros narraban sus aventuras de viva voz.

En cualquier caso, esta obra constituye un importante diario del mundo mediterráneo en el s. XV, a través del cual Omar Patún recorre la península ibérica, Túnez, Grecia, Turquía, Siria, Palestina, Egipto, y, finalmente, Yeda y La Meca, en Arabia Saudí.

Destacamos del viaje la descripción e impresión que le produjo La Meca una vez alcanzada su meta:

El tamaño del Kaʽba de Dios es de cincuenta pies de largo […]res de ancho y doce tabias de alto. Toda esta casa de dentro y de fuera está cubierta de seda. Cada año le ponen una cobertura nueva damasquina enforrada en lienzo muy delgado que envía el Sultán de El Cairo. La de fuera es cobertura negra muy fina y alta diez tabias. En alto tiene senefa alredonda de letras de hilo de oro tirado una tabia de alto en la anchura del rótulo. (…) Por de dentro tiene la Kaʽba cobertura de seda colorada y blanca, y el techo tiene como joyas racimos de oro lo que me pareció; mas yo pequé por mirarlo pues la escuela de Mālik no da licencia de mirarlo y las otras sí. Estas joyas envían allí los grandes reyes. Estuvimos aquí en la sierra alrededor de ella, que no cabía la gente toda encima. Estuvieron todos descalzos y desnudos descubiertas las cabezas. Todos en pie con sol que quemaba como un fuego. Llorando y demandando perdón a Dios, que parecía que la sierra se hendía de las voces. Estuvimos allí hasta que se puso el sol y luego se partieron todas las gentes con gran prisa por llegar ante del día a Mina.

Un género literario que llega hasta la actualidad

A pesar de que los autores destacados representan el apogeo de este género literario y son, sin duda, los autores más conocidos y responsables de su desarrollo, el género sobrevivió en los siglos posteriores. Durante estos siglos, el foco artístico se trasladó a los países del norte de África, a medida que al-Ándalus veía sus territorios reducidos por las conquistas de los reinos cristianos hasta su extinción a finales del s. XV. También fue adquiriendo un carácter más heterogéneo, con obras que oscilan desde la abundancia de énfasis estilístico a la simple descripción de elementos, desde el carácter religioso a obras con acento en lo cultural.

La rihla, sin embargo, no llegó a desaparecer, y recuperó parte de su esplendor durante el periodo de renacimiento cultural conocido como al-Nahda, entre finales del siglo XIX y las primeras décadas del siglo XX, y hasta la actualidad, cuando ha adquirido un nuevo significado potenciado por la emigración y el desarrollo de los medios de movilidad. Se trata (y siempre lo fue) de un género rico, mediante el cual el viajero, a través de sus experiencias por tierras extranjeras, nos describe el mundo exterior, y nos muestra una parte de sí mismo y del propio país del que procede.

Bibliografía

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