Durante décadas, muchos expertos en ciencias sociales adoptaron una visión orientalista que propugnaba la incompatibilidad entre el islam (y, por ende, los países de mayoría musulmana) y el desarrollo de regímenes democráticos. Esta teoría continúa empleándose, hoy en día, en los discursos islamófobos esgrimidos contra la población musulmana.
El siguiente texto forma parte del libro Islam y constitucionalismo islámico, un diálogo abierto, publicado por la Fundación de cultura Islámica (FUNCI) en 2015. Se trata de un proyecto que surge en el contexto de la denominada Primavera Árabe, cuando los pueblos del norte de África y Oriente Medio se levantaron contra sus gobiernos autocráticos, exigiendo un cambio. Este trabajo coordinado por un equipo de la FUNCI, recoge las opiniones y propuestas de algunos de los mejores juristas constitucionalistas islámicos en el mundo, y tiene por objetivo ofrecer herramientas jurídicas que hagan compatible los principios democráticos actuales con los derecho islámico, ofreciendo una base de consenso sobre la que dialogar y hallar soluciones que tengan en cuenta la identidad cultural de los países de mayoría musulmana.
Desde una perspectiva contraria, el libro, en forma de entrevistas a los principales juristas, reflexiona acerca de cómo esos valores islámicos podrían aportar soluciones creativas destinadas a paliar algunos de los déficits democráticos que se viven hoy en día en Occidente.
Derecho islámico y jurisprudencia
El siguiente extracto pertenece a una entrevista a Mohamed Hashim Kamali, presidente de la Universidad Internacional Islámica de Malasia y experto en derecho islámico y jurisprudencia:
«…Otro aspecto en que el Islam puede contribuir a la democracia en Europa es el reconocimiento del contexto local. El Islam reconoce la cultura y la costumbre (‘urf). En la Historia también, cuando se conquistaba una región como, por ejemplo, en tiempos de Omar al-Jattab [s.VIII], que conquistó Jerusalén y parte de Siria, se mantenían las costumbres de esas regiones inalteradas, siempre que no contradijesen los principios del Islam. Esto quizás se acerque a la idea del multiculturalismo; el reconocimiento de las costumbres y culturas de los pueblos como un aspecto de la diversidad que el Islam reconoce.
A su vez, hay un cierto apoyo del Islam a las políticas basadas en el consenso. Ya he ha expresado reservas con respecto a la democracia y sobre cómo deberían revisarse algunos aspectos de la democracia electoral. Debemos dirigirnos hacia la idea -y es una idea islámica- de una política basada en el consenso, en lugar de contar con los votos y la dictadura de la mayoría. Puede que sí haya algunas áreas en las que las ideas y las instituciones islámicas puedan añadir valor, por lo que realmente, estamos intercambiando ideas y prácticas.
Controlar los poderes del Estado
(…) Además de los individuos, los mecanismos institucionales (algunos, de manera informal) también pueden controlar los poderes del Estado. Durante una gran parte de la historia del Islam, los ulemas (eruditos religiosos) limitaron y restringieron el abuso de poder por parte de los gobernantes, de distintas formas: como representantes de la comunidad, emitiendo fatwas (edictos) sobre si debía obedecerse al gobernante o no, o si el gobernante mantenía la legitimidad desde el punto de vista de la shari’a, como abogados de facto que interfieren en nombre de aquellos que han sido arrestados o castigados injustamente, y como jueces (los cuales son nombrados, de hecho, entre las filas de los ulemas). Esto fue así hasta la llegada del colonialismo y el ataque por parte de la modernidad occidental al mundo musulmán, que pusieron fin al equilibrio de poder entre los ulemas y los gobernantes, además de iniciar reformas socio-políticas y educativas radicales, que terminaron con la continuidad de algunas prácticas tradicionales».
Entrevista a Mohammed Hashim Kamali y Tengku Ahmad Hazri
Islam y constitucionalismo islámico, un diálogo abierto. Varios autores, FUNCI, Madrid, 2015.