El Islam, patrimonio de todos

Autor/autores: FUNCI

Año de la publicación: 2002

Editorial: Al-Fadila

Número de páginas: 144

ISBN: 978-8486714079

Precio: 15€ a través de info@funci.org

Catálogo de la exposición itinerante homónima de la Fundación de Cultura Islámica creada en 2001. Textos pedagógicos y abundantes fotografías en color de reconocidos fotógrafos como José Manuel Navia. En él se abordan diversos aspectos del Islam y la civilización islámica: la religión, el arte, la historia, el ocio, las costumbres populares, la comunicación y demás.

Capítulo 1: La civilización

La Organización de Naciones Unidas celebró durante el año 2001 la Conferencia Mundial contra el Racismo, la Xenofobia y las Formas Conexas de Intolerancia. La Conferencia estuvo acompañada de numerosas acciones destinadas a erradicar uno de los mayores problemas que afectan a nuestras sociedades actuales: el rechazo a lo diferente. Entre ellas se encuadra esta exposición, y este proyecto cultural del que tú formas parte.

Conseguir una sociedad justa en la que todos nos sintamos ciudadanos libres, útiles y respetados, es una labor difícil que debemos emprender entre todos. El hecho de que hoy en día, en plena era de la globalización, la carrera del espacio y las más avanzadas tecnologías de la comunicación, existan millones de personas que padezcan hambre y toda clase de privaciones, es algo que nos debe doler íntimamente, y contra lo que hay que rebelarse.

No podemos tampoco permitir que nadie se sienta discriminado en razón de su color o su credo. Hoy los inmigrantes son ellos, pero mañana podemos ser nosotros. De hecho, nuestros abuelos emigraron en el pasado hacia otros países más prósperos, en busca de mejores condiciones de vida.

No se trata de tolerar, sino de respetar. Todos somos diferentes, pero todos somos iguales. Compartimos los mismos derechos y las mismas obligaciones. No debemos dejarnos llevar por la incomprensión y el rechazo. Y eso sucede cuando hay desconocimiento y se manipula la información. Por ello, el saber es la mejor forma de erradicar los prejuicios.

Muchos de los inmigrantes que hoy llegan hasta nuestro país son musulmanes. Hablan otro idioma y tienen otras creencias, pero buscan aquí una acogida favorable que les ayude a llevar una existencia digna, a la que tienen el mismo derecho que tú. Sin embargo, la islamofobia (el rechazo infundado hacia el Islam) hace que a menudo se los desprecie, cayendo en los tópicos más vulgares.

Esta exposición pretende demostrar que, el mundo islámico no solamente nos resulta próximo geográfica y culturalmente, sino que tiene mucho que aportar. Lo mismo que las demás culturas de la Humanidad, es patrimonio de todos.

El Islam en España

A lo largo de esta exposición aprenderás, entre otras cosas, que gran parte de España fue musulmana durante ocho siglos. Desde el siglo VIII hasta el XV, nuestra tierra se llamó al-Andalus. Se hablaba en árabe y se rezaba en dirección a La Meca. En aquella época, se alcanzaron cotas de progreso y de desarrollo muy superiores al resto de Europa. Muchas de las costumbres y los logros de entonces han perdurado hasta la actualidad.

La civilización islámica

A lo largo de esta exposición aprenderás también, que el mundo islámico creó una civilización altamente evolucionada. Gracias a los musulmanes, los europeos conocieron numerosas aportaciones en materia de astronomía, medicina, arquitectura y tecnología.

Fueron los árabes y los persas musulmanes quienes tradujeron los primeros tratados griegos de filosofía, botánica y medicina, y fueron ellos quienes introdujeron en nuestro suelo una gran parte de los usos y productos alimentarios que conocemos en la actualidad.

Cómo empezó todo

El Islam surgió en Arabia en el siglo VII. El Profeta del Islam, Muhammad, nació en La Meca, actual Arabia Saudí, en el seno de uno de los clanes más influyentes, los Banu Hachim. Sin embargo, siendo niño sus padres murieron, y fue acogido por un tío paterno. A los veinticinco años se casó con Jadiya, una viuda acaudalada que apoyó en todo momento su misión profética. Siempre destacó por su equilibrio y honradez, lo que le valió el sobrenombre de al-Amin, el digno de confianza.

A la edad de cuarenta años comenzó a retirase a las montañas para meditar. En aquella época, la sociedad árabe estaba impregnada de costumbres bárbaras y practicaba la idolatría y el politeísmo (adoraba a varios ídolos y dioses a la vez). Fue entonces cuando Muhammad recibió la revelación de Allah, siéndole transmitido el Corán a lo largo de 23 años.

Rechazado y perseguido por sus ideas monoteístas (su creencia en un solo Dios), halló, sin embargo, cada vez más adeptos entre los ciudadanos de La Meca. Su mensaje era sencillo y preconizaba la justicia y la igualdad.

Cuando marchó a la ciudad de Medina destacó como dirigente social y político. Organizó a la comunidad de creyentes (Umma), e instauró la famosa Constitución de Medina. Este pacto entre tribus de diferentes creencias y etnias pasará a la historia por ser un modelo de equidad y democracia.

Poco a poco el mensaje comenzó a extenderse entre distintos pueblos de Arabia. Para ello, Muhammad y sus compañeros empleaban el ejemplo y la palabra, y, solo en caso de ser atacados, la lucha armada. Es lo que se llama la Yihad, que en árabe significa “esfuerzo”, y en occidente se ha traducido como Guerra Santa. Sin embargo, según palabras del propio Profeta, la verdadera Yihad no es la de las armas, sino la interior. La que uno mismo emprende contra sus malos instintos.

Tras la muerte del Profeta le sucedieron cuatro de sus más próximos compañeros, los llamados Califas bien Guiados: Abu Baker, Omar, Otman y Alí. Con Omar ibn al-Jatab, se inició una serie de campañas que culminaron con la islamización de Siria, Egipto, Irán e Irak. Con él comenzó la creación de un vasto imperio que se extendería, en menos de un siglo, desde China hasta Hispania.

El gobierno musulmán

Tras Egipto, a mediados del siglo VII los musulmanes dirigidos por Omar conquistaron Libia y Túnez, venciendo a los bizantinos que entonces lo ocupaban. Pero su enorme éxito no dependió solamente de su habilidad para la lucha. El modelo espiritual y social que traían consigo era tolerante y justo, y fue recibido con alegría por numerosas comunidades. De hecho, cuando los musulmanes gobernaron, respetaron escrupulosamente las instituciones políticas, jurídicas y religiosas anteriormente existentes.

Principales dinastías

Tras la muerte por asesinato del último de los “Califas bien Guiados”, Alí, se instaura la dinastía omeya, encabezada por Muawiya en 661. Por vez primera el Jefe de Estado se distancia del pueblo y se rodea de una corte ceremoniosa. Se conquistan entonces China, el resto del Magreb, Hispania, y hasta el sur de Francia. La siguiente dinastía es la de los abbasíes de Bagdad, que reinaron al tiempo que los famitíes del Norte de África y los omeyas de al-Andalus. A partir del siglo XIII reinarán, sucesivamente, mamelucos, mogoles y turcos otomanos, creadores de un vasto imperio que durará hasta principios del siglo XX. Ninguna de estas últimas dinastías era árabe.

¿Árabes o musulmanes?

Más de 1.100 millones de personas en el mundo son musulmanas. Pero no hay que confundirse; ni todos los árabes son musulmanes, ni todos los musulmanes son árabes. Se nace árabe, pero se elige practicar el Islam o cualquier otra religión voluntariamente. De hecho, hay árabes cristianos y judíos, y musulmanes que son europeos, asiáticos, persas, africanos y americanos. Esto convierte al mundo islámico en un mosaico de pueblos con características muy diferentes y variadas.

¿Sabías que el país que cuenta con mayor número de musulmanes –143 millones– es Indonesia? Este archipiélago pertenece a Asia y no es árabe. Los árabes solamente representan el 18% del mundo islámico. Otros de los países no árabes, musulmanes, son Pakistán, Afganistán y las antiguas repúblicas de la Unión Soviética como Uzbekistán y Turkmenistán. India cuenta con 88 millones de musulmanes, mientras que China tiene 23.

El África subsahariana acoge numerosos países de mayoría islámica como Gambia, Guinea, Malí, Senegal, Costa de Marfil, Níger y Somalia. Mientras que en Asia hay abundantes pueblos de religión musulmana como el malayo, y el kurdo. Cada uno tiene costumbres y hasta lenguas diferentes, aunque todos tienen por denominador común el Islam.

También en Europa hay algunos países mayoritariamente musulmanes, entre los que cuentan Albania y Bosnia Herzegovina. En otros, el Islam es minoritario y está representado por los inmigrantes de origen turco, pakistaní o magrebí. Así sucede por ejemplo con Alemania, El Reino Unido y Francia. ¿Sabías que en Estados Unidos hay alrededor de cinco millones de musulmanes? El gran boxeador Mohamed Alí es uno de ellos, lo mismo que el célebre líder afroamericano del pasado Malcom X. Otro musulmán famoso es el ex cantante británico Yusuf Islam, antes llamado Cat Stevens.

El mundo árabe

Todos los países árabes son mayoritariamente musulmanes. Los cristianos y judíos son minoría. Así sucede en Marruecos, Túnez, Argelia, Libia, Mauritania, Egipto, Siria, Líbano, Palestina, Jordania, Emiratos Árabes Unidos, Kuwait, Yemen, Arabia Saudí, Qatar, Omán, Bahrein e Irak. En las regiones del Norte de África, junto con árabes conviven también bereberes. Turquía e Irán son algunos de los países musulmanes, no árabes, de mayor influencia cultural y peso histórico.

¿Qué les une?

Como antes veíamos, el mundo islámico es un complejo puzzle de pueblos y etnias. A pesar de sus diferencias de color, lengua y costumbres, tienen un denominador común: el Islam.

Islam deriva del árabe Salam, paz. Por eso se dice que es una cultura y un modelo social de paz, y no de enfrentamiento, como a menudo se presenta. Tiene el mismo origen que el judaísmo y el cristianismo. Se trata de una religión revelada que se entronca con la tradición del Profeta Abraham, considerado el Patriarca común de los pueblos semitas, es decir, de judíos y árabes. Además, el Islam reconoce a las Gentes del Libro (judíos y cristianos) como próximos a los musulmanes.

Los musulmanes de todo el mundo, ya sean africanos, asiáticos, turcos, persas, árabes o europeos, están unidos por la Sharía, o conjunto de normas y prescripciones islámicas. También, por la Hégira, o exilio de Muhammad a la ciudad de Medina, en 622 de nuestra Era.

La lengua árabe es un importante vehículo de transmisión entre los musulmanes. La consideran sagrada por ser la lengua de la revelación, y la emplean para orar. Hay 200 millones de arabófonos en el mundo. Pero, ¿sabías que existen muchos otros idiomas que contienen arabismos? Entre ellos, el farsi de Irán, el swahili de África oriental, el turco y el malayo.

Como ves, son muchas las cosas que unen a los musulmanes. Todos forman parte de la misma comunidad de creyentes, o Umma. La Umma tiene la obligación de hacer frente a los problemas que afecten a cualquiera de sus miembros, aunque en la práctica, esto no siempre es así. El Islam asegura que aquél que permite que una sola persona de la comunidad pase hambre, no es un creyente.

Sunníes y chiíes

Todos los musulmanes comparten el Corán. Sin embargo, entre ellos existen varias ramas diferenciadas. La principal es la de aquellos que, además del Corán se guían por la Sunna, o conjunto de reglas de comportamiento atribuidas al Profeta Muhammad. Se llaman sunníes y forman el 90% de la población musulmana. La segunda rama en importancia se llama Shía, y está sobre todo extendida en Irán y parte de Irak.

Los shiíes alegan, entre otras cosas, que Alí, primo y Compañero del Profeta, debió sucederle el primero, en lugar de ser el cuarto de los Califas bien Guiados. Los shiíes tienen su propio clero, mientras que los sunníes no admiten jerarquías religiosas.