El día más largo del año, el Solsticio de Verano o «el día de San Juan», era celebrado en la Antigüedad como el triunfo de la Luz sobre las Tinieblas, era un momento del año que implicaba también (al igual que el Equinocio de Invierno) un momento de renovación, de Triunfo de la Vida y de la Naturaleza.
Tanto celtas como griegos, romanos, y cristianos han usado el fuego, el agua y las hierbas sagradas en su celebración. También como veremos en el Islam andalusí y magrebí se practicaron casi los mismos rituales.
Con las hogueras, los celtas buscaban la bendición de sus tierras y los buenos augurios. Los griegos, buscaban también en esta época del año purificarse porque, para ellos, el solsticio de verano era la puerta que conducía a los hombres a una dimensión interior y les permitía asimilar las experiencias vividas (de ahí su nombre: la puerta de los hombres).
Siglos más tarde, en un contexto cristiano, se celebra, como antaño hizo Zacarías, el nacimiento de San Juan Bautista.
En el siglo VII, San Eloy criticaba algunas costumbres de origen germano o bárbaro como los cantos lascivos, los bailes con saltos o las hogueras, que constituían una especie de sincretismo con el día cristiano de San Juan.
Julio Caro Baroja lo cita así:
«No creáis en las hogueras y no os sentéis cantando, porque todas estas prácticas son obras del demonio. No os reunáis en los solsticios y que ninguno de vosotros dance, ni salte, ni cante canciones diabólicas el día de la fiesta de san Juan, ni de otro santo»
Este dato de San Eloy es interesante porque es uno de los primeros testimonios de «hogueras de San Juan» en un contexto cristiano que tenemos y nos alude a su clarísimo origen pagano o germánico, o ambos.
Otra costumbre que practicamos hoy en algunas playas es el ritual del baño purificador con toda la simbología del agua asociada a ello.
Ya en época visigoda y en España, tenemos el caso del rey Recesvinto quien en 661 aprovechó unas fuentes con aguas terapéuticas que eran conocidas desde la Antigüedad para curar sus dolores nefríticos. El dolor le remitió con los baños y en acción de gracias erigió una ermita bajo la advocación de Juan el Bautista.
Hoy es la Iglesia de San Juan de Baños y en ella se dice misa en rito mozárabe una vez al año: el domingo más próximo a san Juan.
La Ansara, o Mahrayan, dos nombres para el San Juan andalusí
En el mundo andalusí, La Fiesta de San Juan fue celebrada por cristianos y musulmanes e incluso por judíos siendo conocida popularmente como ‘ANSARA o en menor medida, Mahrayán (Palabra árabe de origen persa que se usa hoy con un sentido de ‘Festividad’ o ‘Festival).
En el siglo IX, el esteta Ziryab trae desde Bagdad modas y tendencias e instituye en Al-Andalus un evento practicado de la corte bagdadí llamado Mahrayán, que rapidamente se asimila a la festividad de la ‘Ansara por influencia mozárabe, y posiblemente, preislámica hispanovisigoda pagama.
Además, San Juan o ‘Ansara, es el momento que propone Ziryab para pasar de la ropa de invierno a los vestidos blancos de verano.
Más tarde, el Calendario Musulmán de Córdoba (961) nos habla de nuevo de esta festividad equiparándola, curiosamente a una fecha cristiana:
«24 de junio: Cuando Josué detuvo el sol; fiesta de la natividad de Juan, hijo de Zacarías».
En la primera frase se alude a un pasaje del Libro de Josué (10,12-13) :
«Y el sol se detuvo y la luna se paró (…) Y el sol se paró en medio del cielo, y no se apresuró a ponerse casi un día entero.»
Es interesante señalar este conocimiento de la Biblia por el anónimo autor del Calendario de Córdoba y la importancia dada al Sol.
Con una carga simbólica, el Astro Rey ocupa un lugar preeminente en el firmamento y él es el que lleva el marcaje del Tiempo ocupando un día entero.
Esta posición preeminente del Sol encontrará su eco en una de las leyendas asociadas a Carlomagno y la Batalla de Roncesvalles cuando el Sol parece quedarse fijo sin que la noche lo alcance.
Es interesante señalar esta alusión del Sol como marcador de un calendario porque lo normal en el islam es que el Tiempo se rija por las fases de la Luna. Vemos pues la existencia de un sustrato preislámico de raíces europeas o cristianas que marcan el tiempo según el calendario solar y da paso a festividades gran popularidad en el entorno musulmán andalusí e incluso entre las clases más altas, mucho más arabizadas.
Así, en la obra «Tartib al-Madárik» se nos cuenta que en la Córdoba de ‘Abd al-Rahman III, la ‘Ansara se celebraba con esplendor y pompa, con carreras de caballos y pruebas de destreza. El propio califa proclamó la obligación de los cortesanos, oradores y poetas de asistir a estas conmemoraciones de la ‘Ansara en las que también ordenó organizar certámenes poéticos.
Fernando de la Granja cree que estas pruebas de habilidad poética se celebraban en los patios del Alcázar califal.
Durante los reinos de Taifas (siglo XI) sucedió otro tanto, cristianos mozárabes y muladíes celebraban estas fiestas en conjunto siendo muy criticadas por los ulemas y alfaquíes por ser contrarias a las costumbres y la religión islámicas. Hombres y mujeres las celebraban juntos gritando y bailando sin velos algunos y parece se encendían luminarias esa noche, no sabemos si velas u hogueras.
Así se nos cuenta lo ocurrido bajo el gobierno de Al-Ma’mûn, en la antigua Madrid (Mayerit) árabe tenían donde había que tomar medidas para evitar desórdenes y conductas ajenas a la moral islámica:
«En las noches de San Juan y de san Pedro se tenía que reforzar la vigilancia en las murallas de la plaza, porque los infieles y enemigos de Alá (cristianos) se juntaban a pretexto de sus devociones a los benditos siervos del Señor, y recorrían los campos con lascivos bailes y gritos de alegría, así los hombres como las mujeres, que, sin velos que tapasen sus rostros, corrían desordenadamente ofendiendo a Alá con sus gritos» (Traducción de Fernando de la Granja)
Y a pesar de las restricciones de los religiosos, los musulmanes acudían, codo con codo a celebrar estas fiestas. Así iban…
«a estas escandalosas fiestas a pretexto de encender luminarias, en las que oían azalás (preces) subversivas y blasfemias contra el profeta querido de Dios»
y se pedía a la autoridad que tomara cartas en el asunto, prohibiendoseles ir a reunirse en las ermitas, como la de la posible Virgen de Atocha:
«..que tales noches prohíba ir a los cristianos a la ermita de la Virgen de las Tochas, que contra la ley del Corán se les permite adorar como gentiles idólatras de los ídolos, y que mande se cierren las casas de los ídolos cristianos, que cercando la población eran cuarteles donde, además de juntarse para maldecir a Alá y al Profeta, tramaban conspiraciones para apoderarse de las fortalezas.»
En Sevilla, ocurría otro tanto: parece que era famosa la «velada de san Juan» por lo licencioso del comportamiento de sus habitantes.
En el siglo XII incluso bajo la estricta vigilancia de los almorávides siguieron celebrándose las festividades de la ‘Ansara, siendo una costumbre que aún persistía, el colocarse ropa nueva o lujosa. Abu -l-‘Abbas al-Asmá de Tutili, «El ciego de Tudela» (m. en 1126) escribía en una jarcha:
«ALBO día, este día,
día del- ‘ansara, haqqá!
Vestirey mieo al-mudabbaĵ
wa-našuqqu-r-rumha xaqquá».
[¡ALBO día, este día,
día de la fiesta de San Juan!
Me pondré mi brocado
y romperemos lanzas. ]
Habla de ‘romper lanzas’ que no era otra cosa que los juegos de destreza a caballo, posiblemente los juegos de cañas que tanto gustaron desde la época de ‘Abd al-Rahman III y criticaron y trataron de combatir los ulemas.
Pero como se ve, persistió y seguirá persistiendo hasta la época nazarí y después.
A nivel popular, la Noche de San Juan llevaba una serie de ritos y creencias de origen preislámico que perduraban entre las clases populares mozárabes y musulmanas. Por ejemplo, para ambos colectivos era una noche «mágica» donde tenían lugar prodigios. En Granada, por ejemplo, sucedía el llamado «milagro de las aceitunas».
Según el granadino Abu-Hamid el Andalusí en el cerro del Albaicín, había una ermita cristiana cun su fuente y un olivo. En la amanecida del día de san Juan, el caudal de agua de la fuente aumentaba y el olivo aparecía más frondoso y florido y a lo largo del días las olivas maduraban cambiando de color: comenzaban siendo verdes, pasaban al blanco, al rojo y de ahí al negro.
La gente subía ese día a pasar el día allí medio en plan «pic-nic» medio como romería. Al cabo el día, la gente cogía el agua y esas aceitunas que creían «milagrosas», «guardando lo uno y lo otro para sus remedios, y así se consiguen entre ellos grandes beneficios», aunque otros las cogían incluso sin madurar, contraviniendo una prohibición que venía de tiempo de los Omeyas de dejarlas madurar hasta el final del día.
Como curiosidad comentar que aún hoy existe la tradición de subir en romería hasta el Albaicín aunque en este caso el día de San Miguel y ya sin olivos milagrosos.
At-Turtusi en su «Kitab al-Hawadith wa-l-Bida’ » cuenta cómo en la Ansara, cristianos y musulmanes compraban almojábanas y buñuelos, y que, para escándalo de los tradicionalistas ulemas y alfaquíes, los hombres y mujeres salían mezclados en parejas o grupos para divertirse. También nos habla de las curiosas costumbres de origen preislámico, como la de dejar las vestiduras a que se mojen con el rocío, quizás esperando una especie de bendición para las vestimentas (de nuevo, la simbología del agua que vemos en San Juan)
Además se siguen celebrando carreras de caballos y quizás juegos de cañas.
Citando como autoridad al alfaquí Yahyà abu Yahyà, At-Turtusi cuenta lo siguiente:
«Tampoco es lícito el hacer correr los caballos ni los ejercicios de destreza (que se celebran) en la ‘ansara (Día de San Juan, nota nuestra). Y tampoco lo que hacen las mujeres al regar sus casas el día de la ‘ansara que es un acto de paganismo (yahiliyya); y otro tanto el sacar sus vestidos al rocío de la noche.»
También en la citada obra de At-Turtusí, Yahyà ibn Yahyà comenta cómo las mujeres se vestían con sus mejores galas y se embellecían con henna, la gente dejaba sus trabajos y se lo tomaban como día festivo. También se preparaban platos especiales basados en la hoja de la col y las lentejas.
Un almanaque andalusí narra que ese día se aprovechaba para predecir el tiempo atmosférico, como hoy en día pasa con las cabañuelas. Se nos cuenta que se colocaba un trozo de madero fuera de la casa, si aparecía mojado por la mañana aquel sería un buen año de lluvias. También se leía el futuro según la forma adoptada por la luna y el tiempo de viento que hubiera en ese día.
A finales del siglo XIII, al- Azafi (m. 1292), nos habla de las especialidades de comida que podían verse en la ‘Ansara nazarí y magrebí, muy parecida a la descrita por At-Turtusi: Se peparaban mesas en las casas con todo tipo de manjares y, en particular de dulces, buñuelos de frutas, frutos, secos, como pasas e higos, frutas frescas, cazuela de pescado, etc., que consumían los habitantes de la casa o se vendían.
Más tarde, en el Magreb entre los siglos XIII y XIV, el astrónomo y matemático Ibn al-Bannâ’ de Marrakesh, hablando de este día parece conocer su base cristiana al comentar:
«Es la festividad (‘Id) dedicada a Yahya ibn Zakaríyya (Juan el Bautista, hijo de Zacarías) -La Paz y las Bendiciones sean sobre él-. Ese día el sol se paró por intervención de Josué -La paz y las benciones sean sobre él.»
Y parece reconocer que es un día único y bendito ya que:
«Las cosechas que se recojan ese día no serán afectadas por gusanos ni se estropearán.»
En África sucedía algo similar Hacía el año 854, en Ifriqiya (hoy Túnez), la gente seguía costumbres muy similares a las andalusíes en esta festividad. De acuerdo a lo que nos cuenta Ibn Sahnûn en su fatwa, habían carreras de caballos, destrezas con animales (¿doma?), hacían banquetes, iban al hammam o baños árabes, y hacían hogueras bajo árboles frutales.
Como podemos ver en Ifriqiyya se hacían hogueras. ¿Pero en Al-Andalus? ¿Existió este ritual del fuego -hogueras o brasas- tan asociado a San Juan? Un refrán en dialectal árabe parece darnos una pista: ·”Al qasb al-muwassaf ma yakfz al-‘Ansara» («Una oveja con mucha lana nunca saltaría sobre Al-‘Ansara»), queriendo decir que si se intuye que algo va a ser malo, lo evitemos, posiblemente ese ‘Ansara hace referencia a estas hogueras o a las brasas.
En este caso al-‘Ansara tiene un significado muy probable de fuego, de evitar «quemarse», quizás las hogueras que ya se celebraban en la Ifriqiya del siglo IX o las brasas que aún vemos hoy en muchos pueblos españoles.Por último, un detalle interesante de la influencia del Día de San Juan en la cotidianeidad nazarí nos la da el hecho que como afirma la profesora Mª Carmen Trillo podría ser el día en el que el sistema de riego por acequia se cambiaba para adoptar una especia de «horario de verano» desde el día de San Juan hasta Septiembre. Así consta documentos granadinos de finales del siglo XV «el tiempo del agua que en algarabia dicen navba», palabra que significa turno, vez u ocasión.Como afirma la profesora Trillo y retomando lo dicho antes sobre el calendario solar y lunar :
«Se puede observar que éstos cambiaban durante el estío, haciéndose algo más cortos, debido a que había que cubrir más necesidades de agua. Así ocurre en Aynadamar donde el tiempo de riego es más breve de San Juan hasta el fin del mes de septiembre, que desde el uno de octubre hasta el 23 de junio. Como se ve la época de riego comienza con una fecha que marca el solsticio de verano. Aunque el calendario musulmán es lunar y, por tanto, los meses son cambiantes, debía elegirse un día del año solar porque este sería fijo y se mantendría año tras año. El 24 de junio contaba con muchas características que lo convertían en una jornada especial porque era la data de una fiesta astronómica pagana y cristiana.»
San Juan en tierras de frontera
San Juan parece también ser un día durante la España de la Reconquista muy recordado y celebrado por miembros de las tres culturas.
Dos pequeños fragmentos del romancero viejo nos recuerda esa celebración por judíos, musulmanes y cristianos.
De principios del siglo XV, coincidiendo con la caída de Antequera nos dice el romance:
«La mañana de San Juan
al tiempo que alboreaba
gran fiesta hacen los moros
por la vega de Granada».
(Romance de La pérdida de Antequera)
En otro se nos comenta de una costumbre muy interesante, la colocación de hierbas quizás con una simbología de fertilidad y abundancia, pero también con algún significado que no conocemos más ancestral, como pasa hoy en día con la llamada «hierba de San Juan» o hipérico, llamada así porque su floración era en estas fechas de Junio.
«Van días y vienen días
la fiesta era de san Juan:
en que moros y cristianos
hacen gran solemnidad:
los moros esparcen juncia
los cristianos arrayán,
y los judíos aneas
por la fiesta más honrar».
(Romance del cautiverio de Guarinos)
Celebrando un San Juan a la morisca: el condestable de Iranzo
A mediados del siglo XV, el condestable Lucas de Iranzo celebraba también su San Juan particular con bandos de «moros y cristianos» y rituales y costumbres que ya hemos visto en el Al-Andalus de siglos atrás: Por ejemplo, se regaban las calles y estancias y como alude el romancero, se adornaban los suelos con hierbas frescas. Las paredes se adornaban con cañas verdes y se entoldaban las calles. Por la mañana, el Condestable salia vestido a la morisca, montando a caballo con estribos a la jineta, oía misa y después se acercaban a un río y se engalanaban con guirlandas de flores. De nuevo una costumbre que pervive durante décadas.
Tras este engalanamiento, se hacían unos bandos contrincantes simulados en los que según la Crónica:
«trataban una fermosa escaramuza, arremetiéndose y fuyendo alternativamente».
Después acaban arrojándose cañas entre ellos. Y tras un rato, Iranzo y los suyos, espada en mano, simulaban una batalla final de La Frontera, y espada en mano, hacían huir a los «enemigos» los cuales se defendían arrojando cañuelas desde lo alto de la torres.
Después los participantes tomaban un aperitivo ligero a base de vinos fríos, pan y frutas, que precedían a un juego de cañas en la hora de la digestión donde unos se las tiraban a otros y hacían destrezas tirando las cañas a un pandero o diana situada en un alto. La jornada culminaba escuchando de nuevo misa y con un gran banquete.
Estos juegos de cañas y destrezas sin duda serían similares a los presenciados por ‘Abd al-Rahman III y siguieron en tierras de Frontera y en el reino nazarí, tal como lo vemos representados en cuadros como «La Battaglia» de Gherardo Starnina de principios del siglo XV.
«Moros, turcos y cristianos» en San Juan
En 1562, Luis Hurtado de Mendoza y Pacheco, marqués de Mondéjar y V conde de Tendilla, fue solemnemente proclamado Tenente del reino de Granada, recibiendo el pleito-homenaje de los súbditos en un tablado en la Alhambra.
Entre los festejos organizados en su honor fueron muy conocidas las Fiestas del día de la natividad de San Juan Bautista, celebrándose éstas en una isla artificial montada en el río Genil y descritas en el siglo XVII por Gaspar Ibáñez de Segovia en un manuscrito conservado en la Biblioteca Nacional.
Aquí participaron moriscos granadinos, que son los descendientes de conversos bautizados entre 1499 y 1501. En este manuscrito, tenemos un detalle muy interesante sobre cómo iban vestidos estos moriscos así como la descripción de una escaramuza muy similar a las que vemos hoy en las fiestas de Moros y Cristianos folkloricas y ya hemos visto en le Crónica del Condestable Iranzo, además de describirnos un ‘fin de fiesta’ similar, con banquete incluído:
«Los días que tardaron en disponerlo fue parte de la fiesta que se prevenía; y toda la ciudad bajaba a ver los moriscos, y los disfraces y músicas con que venían (…) bajaron de la Alhambra 500 a caballo, 1.000 arcabuceros y 400 moriscos (…) venían éstos en calzones de lienzo largos hasta los tobillos, y en camisa, bonetes de colores, paños de tocar (turbantes), y muchas hondas, y lanzuelas en las manos con sus banderillas, mezclados unos con otros (…) 12 caballeros a la jineta ricamente ajaezados llevaban 12 esclavos turcos (…) don Luis con calzones a la morisca de damasco leonado y marlota (…) A primeras horas de la mañana fueron acercándose los dos campos, metiendo sus mangas de arcabuceros que trabaron la escaramuza, fingiéndose muertos de la una parte y la otra (…) Dispararon las torres de la Alhambra el artillería (…) llegaron los de a caballo, trabándose diestra y airosamente los unos con los otros (…) con tantos alaridos de las moros que pareció viva y reñida batalla (…) Gran banquete luego».
En el Romancero del siglo XVI se nos describen en Granada unas fiestas de San Juan similares, quizás sean estas que describe la Crónica y veremos descrita en la obra de Ginés Pérez de Hita y otros.
Además, llama la atención que a los moriscos aún se les equipara a los nazaríes de Granada, los «moros» que son equiparados a los 12 esclavos turcos que nos presenta la narración sobre el marqués de Mondéjar.
No sabemos si habían, como en los Moros y Cristianos actuales, parlamentos y desafíos, pero da una idea de la Granada morisca que perduró hasta el año 1567. En ese año, el decreto de Felipe II, a instancias del arzobispo Guerrero, inspirado por las nuevas corrientes de Trento, se acabaron las relaciones de moriscos y cristianos viejos que se daban en un ambiente de relativa tolerancia mutua, comenzando la llamada Guerra de las Alpujarras.
En la rebelión, como cuentan cronistas como Hurtado de Mendoza o Luis de Marmol y Carvajal, los moriscos destruyeron objetos de culto e iglesias pero, en Válor (Granada), patria chica de Aben Humeya, los sublevados respetaron la iglesia de san Juan Bautista, ya que Aben Humeya había tenido una relación con ella especial, quizás porque San Juan era el equivalente cristiano del profeta islámico Yahyà, cuya tumba se conserva en la conocida Mezquita de los Omeyas de Damasco. Este era el particular mundo sincrético de los moriscos.
La «ansara» hoy en día: supervivencia en el Magreb
San Juan sigue celebrándose hoy en día en España pero en un contexto cristiano y últimamente se han puesto de moda hacerlo desde un punto de vista de New Age (por ejemplo las noticias que vemos de gente recibiendo el Solsticio en Stonehenge) o neopagano (wicca, neovikingo, chamanismo precolombino… etc…)
También en el Magreb la costumbre persiste, aunque con tendencia a desaparecer por el auge del fundamentalismo y por ser costumbres de entornos rurales, bereberes o de gente muy mayor.
Es posible que, con los siglos, la emigración de andalusíes primero y posteriormente de moriscos, pudieron llevar esta fiesta al Magreb donde aún se celebra de una manera similar al folklore en España: Los beréberes de Marruecos y Argelia encienden el 24 de junio, en su ‘Ansara particular, hogueras que producen un denso humo, considerado protector de los campos cultivados. A través del fuego se hace pasar entonces los objetos y utensilios más importantes del hogar. Los beréberes las encienden en patios, caminos, campos y encrucijadas y queman plantas aromáticas. Prácticamente ahuman todo, incluso los huertos y las mieses. Saltan siete veces sobre las brasas y pasean las ramas encendidas por el interior de las casas y hasta las acercan a los enfermos para purificar e inmunizar el entorno de todos los males
Sin embargo, no hay que olvidar que hasta el siglo XI-XII esas regiones fueron masivamente cristianizadas, por lo que también tuvieron una influencia similar a la España Musulmana, un sustrato cristiano pero que a su vez provenía de ancestrales raíces paganas y antiguas donde el Tiempo se regía por el Sol y el fuego representó desde siempre a la Luz que renueva la vida y la Naturaleza y triunfa por fin sobre las Tinieblas, colmando el firmamento todo.
Bibliografía consultada
- IBN HAYYAN: Crónica de los emires Alhakam I y Abdarrahman II entre los años 796 y 847[Almuqtabis II-1].Trad. Mahmud Al MAKKI y Federico CORRIENTE. Zaragoza, 2001.
- Fernando de la Granja, «Fiestas cristianas en Al-Ándalus», Al-Ándalus, Madrid, 1970, t. XXXV.
- Fernando de la Granja, «Fiestas cristianas en Al-Ándalus», Al-Ándalus, Madrid, 1970, t. XXXV.
- Brisset Martín, Demetrio E. (y MªLuisa Parrondo) 1989 «La agitada historia del condestable Iranzo», Historia 16, VI.
- Mojtar Abbadi, «Las fiestas profanas y religiosas en el Reino de Granada», Miscelánea de Estudios Árabes y Hebraicos, Granada, 1965, t. XIVJ.
- Vázquez Ruiz: «Un calendario anónimo granadino del s. XV»,Revista del Instituto de Estudios Islámicos en Madrid. Madrid, 1961-62, vols. IX-X. Julio
- Caro Baroja, La estación de amor. Madrid, Taurus, 1979.
- Ibáñez de Segovia, Gaspar: «Historia de la Casa de Mondújar». 1696: tomo II, parte IV, 441-442. (Biblioteca Nacional de España. Consultado en web)
- MARTÍNEZ ENAMORADO. Virgilio.: Al-Andalus desde la periferia: La formación de una sociedad musulmana en tierras malagueñas
- ANONIMO: Le calendier de Cordoue de l’année 961. Publicado por R. Dozy, Leyden.
- ANONIMO: Hechos del condestable don Miguel Lucas de Iranzo. Edición de J. de Mata Carriazo. Madrid, Espasa-Calpe, 1940.
- TRILLO, Mª Carmen: «El Agua en Al-Andalus: Símbolo, propiedad y distribución» en Protección de las aguas subterráneas frente a vertidos directos e indirectos, Granada, 2004.
Fuente: historiayarabismo.com