Del 21 al 23 de octubre de 2022, se celebró el Festival del Patrimonio Andalusí de Rabat y Salé (Marruecos) en diversos lugares históricos y patrimoniales de las dos ciudades que flanquean el estuario del Bouregreg. Organizado por la Fundación de Cultura Islámica en colaboración con la Academia del Reino de Marruecos y la Embajada de España en Marruecos, este evento respondía al deseo de celebrar el legado histórico y cultural que une desde hace siglos las dos orillas del río Bouregreg y del Mediterráneo.
La FUNCI celebra este año su cuadragésimo aniversario, dedicado a tender puentes para facilitar el entendimiento entre los pueblos a través de la cultura. Por ello, ha querido incluir este evento en su agenda, con el fin de contribuir al acercamiento, en particular entre dos ciudades con honda raigambre magrebí-andalusí, a través de los siglos. Esta herencia en común, compartida también con España, ha marcado fuertemente la historia, la arquitectura, el arte, la artesanía y las costumbres de las dos ciudades que, habiendo compartido tantas peripecias y formas de vida, se miran sin embargo desde hace siglos con cierto recelo vecinal.
Esta herencia en común, compartida también con España, ha marcado fuertemente la historia, la arquitectura, el arte, la artesanía y las costumbres de las dos ciudades.
En la actualidad, los esfuerzos institucionales se centran en el acercamiento y en limar diferencias –no hay que olvidar que Rabat, siendo la capital del Reino Alauí, es objeto de las mayores atenciones-, así como en comunicar ambas urbes a través de distintas infraestructuras, como las del tranvía y los nuevos puentes para atravesar cómodamente la ría del Bouregreg.
Además, este rico y fértil pasado es común a ambas orillas del Estrecho, en un constante ir y venir de flujos migratorios y movimientos dinásticos. Entre ellos caben destacar los de las dinastías almorávide y almohade, así como las migraciones y expulsiones de andalusíes y moriscos que huyeron de los nuevos conquistadores castellanos y se establecieron en Salé y Rabat.
Este rico y fértil pasado es común a ambas orillas del Estrecho, en un constante ir y venir de flujos migratorios y movimientos dinásticos.
Este festival, abierto al público en general y a los especialistas, incluía diversas actividades. Entre ellas, un concierto a cargo del grupo valenciano de música antigua Capella de Ministrers, que interpretó textos del célebre tratado de amor del filósofo cordobés Ibn Hazm, «El collar de la paloma» (tawq al-hamama), cuyo milenario se celebra en España. También hubo un concierto de fusión andaluza-flamenca a cargo del músico y musicólogo tetuaní Amin Chaachoo con su compañía Medialuna Flamenca, en el apacible marco al aire libre de la Escuela de Jardinería Med-O-Med, uno de los proyectos de FUNCI en Marruecos.
Un coloquio sobre el pasado andalusí
El Festival del Patrimonio Andalusí de Rabat y Salé también incluyó un simposio en el que participaron destacados especialistas en el periodo andalusí, como Hassan Rguig, Mercedes García-Arenal y Leila Maziane, Antonio Almagro y Nabil Rahmouni, Manuel Casares y Mounia Bennani, para hablar de historia, arquitectura y paisaje.
Entre las muy fructíferas intervenciones, destacaron en el bloque dedicado a la Historia la de la gran especialista Mercedes García Arenal (Consejo Superior de Investigaciones Científicas), sobre los moriscos «cultos» que se asentaron en torno al Bouregreg, en contraposición a los que se dedicaron al corso. Así, recordó figuras como la de Ahmad al-Hayari, que aprendió a escribir árabe clandestinamente en Madrid antes de partir al exilio voluntario en Marruecos, y que fue autor de textos autobiográficos y polémicos. También, la del toledano Ibrahim Taybili, quien, expulsado a Túnez, mantuvo en sus obras el castellano, y explicaba la dificultad de las autoridades cristianas en convertir a los moriscos porque «en bolbiéndose uno moro lo es de coraçón».
La FUNCI celebra este año su cuadragésimo aniversario, dedicado a tender puentes para facilitar el entendimiento entre los pueblos a través de la cultura. Por ello, ha querido incluir este evento en su agenda, con el fin de contribuir al entendimiento, en particular entre dos ciudades con honda raigambre magrebí-andalusí.
Por su parte la historiadora Leila Maziane (Universidad Mohammed V de Casablanca), habló de la organización social de la república de Salé y de cómo, según las memorias de Alonso de Contreras, en Hornachos los moriscos ya formaban una república de facto.
El arquitecto Antonio Almagro por su parte presentó el magnífico atlas de arquitectura almohade Ataral (ataral.es), que pone a disposición de investigadores y público en general una información actualizada y de gran calidad sobre las construcciones realizadas bajo el dominio de los almohades en la península ibérica y el Magreb. El veterano especialista recordó que las investigaciones financiadas con fondos públicos deben ofrecer resultados que resulten accesibles al público y útiles al conjunto de la sociedad, como es el caso.
El botánico de la Universidad de Granada, Manuel Casares, en el panel dedicado al paisaje, se extendió sobre las falsas creencias en torno al jardín andalusí, y en particular desarrolló el tópico de las «aguas quietas»: las láminas de agua como las del Patio de los Arrayanes de la Alhambra, que se creen pensadas para reflejar los edificios que las circundan. Casares, al contrario, mostró el uso histórico de surtidores y otros ingenios que hacían correr el agua.
En cuanto a la paisajista Mounia Bennani, se refirió a la «reinvención» colonial del jardín andalusí, y en particular del rol del mariscal Lyautey y del paisajista Marcel Zaborsky en el diseño de los grandes espacios verdes de Rabat y las construcciones que los acompañan.
Familias de origen andalusí y visitas patrimoniales
Al día siguiente, en Dar Bensaid, una hermosa casa restaurada de Salé, se celebró un encuentro entre familias de Rabat y Salé de origen andalusí, animado por Abdelkrim Bennani, Presidente de la asociación Ribat Al Fath, así como por Majida Bargach y Mekki Zouaoui, con interesantes charlas, entre ellas la de la periodista y escritora marroquí-holandesa Hassnae Bouazza, quien habló de cocina medieval y se refirió al manuscrito andalusí Fadalat el-khiwan («Los relieves de la mesa»), de Ibn Razi, traducido del árabe en diversas ocasiones.
Por su parte, Amin Chaachoo polemizó con la herencia andalusí, afirmando que el 80% de las raíces de la música de tradición andalusí son cristianas, pues proceden del canto litúrgico hispano, y animó a huir de miradas simplistas e identitarias sobre un patrimonio cuya riqueza reside en su complejidad. También señaló el componente clasista que ha atravesado a menudo la reivindicación del linaje andalusí en Marruecos, porque se hace en oposición a una masa de población a la que implícitamente se considera menos refinada y desarrollada.
El encuentro celebrado en Salé entre los descendientes de moriscos transitó e ilustró estas cuestiones, y derivó también hacia el largo debate inacabado sobre tradición y modernidad y sobre la integración entre las diversas influencias históricas que vertebran la sociedad marroquí actual.
El domingo 23, la asociación WASL, générations patrimoine, dirigida por el arquitecto restaurador de Salé, Nabil Rahmouni, ofreció una serie de visitas guiadas a través de lugares emblemáticos de las dos grandes ciudades, no siempre accesibles a los turistas ni conocidos, como son las juderías, algunas casas y «riads» tradicionales, el Borj Eddumu, en Salé, y las madrazas, o medersas, medievales.
El resultado de estas intensas y amenas jornadas fue la profundización en el estudio del pasado que ha configurado Rabat y Salé de una manera especial, el diálogo y el entendimiento, y la puesta en marcha de futuras iniciativas de acercamiento entre instituciones y científicos españoles y marroquíes en esta gran aventura que es el conocimiento y la divulgación de la cultura.
También, como señala el presidente de la FUNCI, Cherif Abderrahman Jah, «aprender a valorar el patrimonio como una herramienta al servicio de la educación y el desarrollo, y compartir esta etapa de la historia con las nuevas generaciones, para que se apropien de ella y conozcan un poco mejor su pasado y, por tanto, a ellos mismos y sus posibilidades de futuro».
El Festival del Patrimonio Andalusí de Rabat y Salé ha contado con la colaboración del Instituto Holandés de Marruecos, el Instituto Cervantes de Rabat, la municipalidad de Agdal Ryad, las asociaciones Ribat Al Fath, WASL Générations patrimoine y Sala Al Mustakbal, así como la empresa Boitaloc.