Entre los días 17 y 19 de septiembre se celebró en Budapest el seminario titulado Respuestas educativas a la islamofobia e intolerancia contra los musulmanes en Europa, en el que participó la FUNCI y al que acudieron numerosos jóvenes provenientes de diferentes latitudes.
Este seminario se enmarcó, por un lado, en el movimiento “No al discurso del odio” (No Hate Speech Movement) del Consejo de Europa (CoE), que pretende movilizar a los ciudadanos, especialmente a los jóvenes, contra toda forma de intolerancia y, por otro lado, el seminario se incluye en las actividades educativas de la OSCE/ODIHR para combatir la discriminación hacia los musulmanes en Europa.
El objetivo de la primera jornada del seminario fue explorar las causas, formas y manifestaciones de la islamofobia en nuestras sociedades. El discurso del odio abarca cualquier forma de expresión que justifique, difunda, incite o promueva formas de rechazo basadas en la intolerancia y la discriminación.
El discurso del odio abarca cualquier forma de expresión que justifique, difunda, incite o promueva formas de rechazo basadas en la intolerancia y la discriminación.
Resultó especialmente interesante examinar las formas locales del rechazo y la fobia hacia los musulmanes en distintos países europeos, como son el constante recurso al pasado otomano, la persecución de los romaníes en los países de los Balcanes, la militancia laica radical en Francia, los problemas surgidos en un contexto fuertemente multicultural como es el del Reino Unido, o el debate posterior a los atentados de Noruega en 2011.
El término islamofobia denota temor, odio o prejuicio respecto al Islam y los musulmanes. Como todas las fobias, la islamofobia es un miedo irracional y, por tanto, va más allá de la razón y no responde a una amenaza real para el individuo. A su vez, no podemos olvidar que muchas de las expresiones de islamofobia en Europa son racionales, en el sentido de que las ideas (y los estereotipos asociados a ellas) no son inocentes; persiguen un fin y sus autores son plenamente conscientes de sus acciones.
Se mezclan a menudo la islamofobia y el racismo anti-musulmán, lo que implica la racialización de una categoría religiosa: la discriminación del musulmán sea cuál sea su aspecto físico, origen o idioma. De este modo, se antepone la religión a otros rasgos definitorios de la identidad de los individuos: un musulmán es, ante todo, un sujeto religioso que toma cualquier decisión basándose en la religión.
Discriminación visual
Por otra parte, lo visual adquiere mucha importancia en las actitudes islamófobas, como así lo demuestran los fatigosos debates en Europa sobre el velo o los minaretes o las agresiones contra sijs en Estados Unidos; sólo porque son percibidos erróneamente como musulmanes, debido al uso del turbante. Por ello, podemos afirmar que la islamofobia la sufren más las mujeres precisamente por el velo como marcador visual de identidad.
El rechazo a las personas que percibimos como diferentes y, en concreto, la discriminación hacia los musulmanes por pertenecer visualmente a un grupo, desemboca a menudo en la elaboración de caracterizaciones raciales o la vigilancia especial sobre cualquier acción mínima de un musulmán.
Son seis los grandes estereotipos en el discurso público europeo sobre los musulmanes:
- Todos son iguales
- Todos están motivados por la religión
- Son completamente distintos a nosotros
- Son cultural y moralmente inferiores a nosotros
- Son una amenaza para nuestros países
- Es imposible cooperar con ellos
Se podrían añadir otros estereotipos bastante extendidos, por ejemplo: todos los musulmanes son violentos e incultos, las mujeres están oprimidas, o cuánto más practicantes son los musulmanes, menos integrados están.
¿Están a favor o en contra de nosotros? Ésta es otra simplificación mental que surge a menudo en muchos europeos cuando piensan en los musulmanes. ¿Por qué tiene un musulmán que pertenecer automáticamente a una de estas dos categorías?
Esa distinción esconde una reflexión indirecta que hacen muchas personas sobre la sociedad y los miembros que pertenecen a ella, hasta el punto de que podemos hablar de una “comunidad imaginaria” en la que unos son miembros legítimos y otros son peligros potenciales que deben dar muestras constantes y evidentes de su buena voluntad. Si antes hablábamos de los vínculos de la islamofobia con el racismo, vemos ahora la relación de aquella con un nacionalismo de corte paranoico, obnubilado por los rasgos de etnia y cultura que definen a los “legítimos” miembros de un territorio.
Identidad regional
De esta manera, a menudo se utiliza la negación del Islam y los musulmanes para definir una identidad regional, nacional o europea, en línea con uno de los rasgos del Orientalismo, tal y como lo definió Edward Said: la utilización del otro árabo-musulmán para que Europa se defina en contraposición a él. Argumento ampliamente utilizado por la extrema derecha europea.
En el marco de los debates sobre el multiculturalismo en Europa, han sido muchos los intentos de concretar una definición de la identidad europea, habiendo sido prácticamente imposible delimitar unos rasgos básicos. Así, ha habido una confusión entre Europa y Unión Europea, en la medida en que los criterios de adhesión de nuevos estados a la Unión – democracia, estado de derecho, respeto de los derechos humanos, economía de mercado – han sido tomados a menudo como definitorios de la identidad europea, lo cual es, como mínimo, debatible, mirando atrás en la historia del continente. Por tanto, una actitud discriminatoria hacia los musulmanes pasa a menudo por enfrentar esos principios al Islam y los musulmanes, como supuestos representantes de la ausencia de democracia, derechos humanos y demás.
De nuevo, priman los aspectos visuales cuando pensamos en lo habitual que es juzgar el nivel de integración de los musulmanes en las sociedades europeas por su apariencia visual: menos barbas y velos y más pantalones vaqueros (es decir, menos rasgos presuntamente definitorios de los musulmanes) implican una mayor integración.
Al mismo tiempo, encontramos a menudo la falsa tolerancia de aquellos que se definen a sí mismos como tolerantes, pero quieren evitar ver al “otro” que es diferente en su barrio, evitar su influencia, evitar que asuma tareas de responsabilidad en la gestión de lo público, etc.
Como constató en esta primera jornada del seminario la profesora Jasmin Zine, de la Universidad Wilfrid Laurier en Canadá, la islamofobia en Norteamérica responde, en gran medida, a una cuasi industria de organizaciones que trabajan de un modo sistemático para fomentar la discriminación hacia los musulmanes (los anuncios en el sistema de transportes de Nueva York son un buen ejemplo de ello). Los participantes en el seminario coincidimos en que la islamofobia en Europa se presenta a menudo de una forma más sutil.
Habló la profesora Zine de la generación post-11 de septiembre en Estados Unidos, marcada por la constante instigación de poderosos medios de comunicación hacia los musulmanes, vistos como un peligro interno (inmigración) y externo (grupos extremistas en el extranjero). En relación con esta última cuestión, fueron varios los participantes en el taller que insistieron en lo injusto que es tomar la parte por el todo: hoy una abrumadora mayoría de musulmanes condena las acciones de la organización Estado Islámico y, sin embargo, a menudo se toma a ese mínimo porcentaje de musulmanes que apoyan a grupos extremistas como representativos del Islam y los musulmanes. En el caso inverso, estaríamos tomando las acciones e ideología del Ku Klux Klan como representativas del conjunto de la población estadounidense. A su vez, se insistió en la necesidad de que hagamos en Europa una profunda reflexión sobre el fracaso como sociedad que supone que personas que han vivido en nuestros países toda su vida viajen a Oriente Medio dispuestas a unirse al Estado Islámico. Si una persona se siente fuera de la sociedad, marginada o discriminada, la posibilidad de que radicalice su comportamiento aumenta.
Respuestas a la islamofobia
La segunda jornada del seminario se centró en las respuestas a la islamofobia desde la educación en Europa y, en concreto, familiarizar a los participantes con los materiales y herramientas creados por el CoE y OSCE/ODHIR. Destacan, en primer lugar, las acciones que se realizan en el marco del movimiento “No al discurso del odio” (No Hate Speech Movement) del CoE, una campaña centrada en los jóvenes e internet que cuenta con una red internacional de activistas (a la que te puedes unir) para aumentar la concienciación sobre estas cuestiones mediante la movilización de los jóvenes, detectar las formas del discurso del odio online, apoyar a los que las sufren y reducir su impacto. En este contexto, el CoE ha preparado COMPASS, el manual de Educación en los Derechos Humanos con Jóvenes y, por otro lado, Bookmarks, un manual específico para combatir el racismo y la xenofobia en internet. Ambos insisten mucho en la importancia de entender la frontera entre la libertad de expresión y el discurso del odio e incluyen una gran variedad de técnicas, actividades y métodos prácticos.
Un tercer manual que fue presentado a los participantes en el seminario son las Directrices para educadores sobre la manera de combatir la intolerancia y la discriminación contra los musulmanes, aplicables tanto a escuelas como a entornos de aprendizaje no formal, con un enfoque participativo y basado en derechos. Creadas por OSCE/ODIHR, el CoE y la UNESCO, incluyen una completa recopilación de metodologías, estrategias y recursos y materiales. Podéis descargar estos tres manuales en varios idiomas – y en ocasiones solicitar ejemplares físicos – de los sitios web de las organizaciones.
El seminario incluyó la puesta en práctica de varios de los casos de estos manuales, que simulan situaciones de potencial conflictividad y discriminación, pero también de diálogo y convivencia multirreligiosa. Asimismo, una parte importante del programa de los dos últimos días fue compartir experiencias y buenas prácticas y establecer una red internacional de contactos que impulse iniciativas concretas en el marco del movimiento “No al discurso del odio”.
Cada participante en el seminario evidenció las distintas estrategias para abordar la islamofobia: recopilación de casos de intolerancia y discriminación, campañas de sensibilización, educación formal y no-formal, empleo de herramientas como el arte, el teatro, la literatura, el humor, etc.
Nuestra posición en la Fundación de Cultura Islámica, aunque ha incluido elementos de crítica como son el “Manifiesto contra la Islamofobia” en 2003, en general se ha basado en la difusión de información veraz sobre el Islam, la civilización islámica y sus vínculos históricos y culturales con Europa. Fruto de dicho enfoque son nuestras exposiciones, congresos o publicaciones y, más recientemente, nuestro trabajo en Med-O-Med.
Una madre y su hijo caminan por la calle. El hijo le dice a ella: “mira, mamá, un hombre negro”. Ella responde: “no, hijo, no es un hombre negro, es nuestro vecino”. Este breve diálogo mencionado en el seminario resume bien la necesidad de romper estereotipos simplistas sobre la identidad y de conocer mejor a personas que aparentemente no comparten nuestra identidad o cultura. Nunca hay que olvidar que todos nacimos libres e iguales en dignidad y derechos.