Acabamos de asistir el pasado día 29 de julio al Aid al Adha, o fiesta llamada del Sacrificio, que, en el mundo de mayoría musulmana, y en especial en el Magreb, adquiere tintes surrealistas en los tiempos que corren.
Se trata de una festividad de carácter religioso, relacionada con el Hayy, o peregrinación a la Meca. Celebra la voluntad y entrega absoluta del profeta Ibrahim, Abraham, el “amigo íntimo de Dios” según la tradición islámica, hacia los designios de su Creador. Según el Corán, Ibrahim recibió en sueños la orden de sacrificar a su hijo Ismael, a lo que ambos se sometieron sin oponerse. Cuando Ismael estaba prosternado en el suelo a punto de ser sacrificado, Dios envió un carnero para sustituirlo, en señal de aprobación de la determinación sin falla de ambos por contentarLe.
No dejaremos que remarcar que, según la tradición coránica, fue tan solo un sueño.
La tradición relativa al sacrificio de Ismael (o Isaac, según el cristianismo), es común a las tres religiones monoteístas, aunque con distintos matices. Sin embargo, solo los musulmanes la celebran.
A continuación, Ibrahim y su hijo comenzaron la construcción de la Kaaba, en Meca, con el fin de establecer el culto monoteísta. En torno a ella se estableció el ritual del Hayy tal y como hoy se conoce. Una de las condiciones de la peregrinación es el sacrificio de una res de cuya carne se alimenta a los menesterosos. Este último punto es esencial en la festividad del Aidh al Adha, o Fiesta Grande.
Omero Marongiu-Perria, sociólogo francés defensor de los derechos de los animales en el islam sostiene en el libro L’islam et les animaux, que “el sacrificio del Aid al-Kebir no es una obligación islámica” (pp. 77-92). Según explica, los primeros musulmanes practicaban el sacrificio solamente para redistribuir la comida entre los necesitados, tesis que sostienen cada vez más estudiosos.
“Y hemos hecho para vosotros los camellos como parte de los ritos de Allah, en ellos tenéis un bien. Recordad el nombre de Allah sobre ellos cuando estén alineados y una vez hayan caído sobre sus costados; después comed de ellos y alimentad a los necesitados y a los mendigos. Así es como os los hemos subyugado para que quizás fuerais agradecidos” (Corán, 22:36)
وَٱلْبُدْنَ جَعَلْنَـٰهَا لَكُم مِّن شَعَـٰٓئِرِ ٱللَّهِ لَكُمْ فِيهَا خَيْرٌۭ ۖ فَٱذْكُرُوا۟ ٱسْمَ ٱللَّهِ عَلَيْهَا صَوَآفَّ ۖ فَإِذَا وَجَبَتْ جُنُوبُهَا فَكُلُوا۟ مِنْهَا وَأَطْعِمُوا۟ ٱلْقَانِعَ وَٱلْمُعْتَرَّ ۚ كَذَٰلِكَ سَخَّرْنَـٰهَا لَكُمْ لَعَلَّكُمْ تَشْكُرُونَ ٣٦
La tradición relativa al sacrificio de Ismael (o Isaac, según el cristianismo), es común a las tres religiones monoteístas, aunque con distintos matices. Sin embargo, solo los musulmanes la celebran.
En ciertos países, en especial los del Magreb, con una alta tasa de desempleo y desestructuración social, esta fiesta, que supuestamente obliga a cada familia a sacrificar una res, se ha convertido para muchos en una pesadilla. Lo que debería conmemorar la fe sin falla de Ibrahim, servir de ayuda a los desprotegidos y ser motivo de alegría familiar se está convirtiendo de año en año en fuente de tensión social y familiar para quienes no tienen las posibilidades económicas de adquirir el famoso carnero, cuyo precio se ha duplicado en tan solo dos años, superando el sueldo medio de un ciudadano marroquí, argelino o tunecino. En Marruecos, en la fiesta de 2023, un cordero de buen tamaño ha llegado a alcanzar los 4.500dh (alrededor de 445 €).
Ni el Profeta ni los primeros Califas, Abubaker y Omar, pusieron en práctica este ritual que obliga a cada familia a sacrificar un carnero, y menos en tiempos de penurias y desigualdad.
La presión social y familiar por adquirir un cordero grande capaz de competir con el del vecino, convierte esta festividad en una tragicomedia propia de la picaresca del siglo XVII para quien no tiene los medios suficientes.
Como muestra un botón. En 2021 aparecieron en Túnez unos anuncios en las redes sociales que instaban a alquilar un cordero gordo y lustroso para mostrar a la vecindad. Después debe ser llevado al matadero como si se fuera a sacrificar, y entonces se le devuelve al cliente una parte de la señal aportada. Esta triste tendencia podría replicarse en otros países debido a los carices sociales que esta fiesta adquiere de año en año.
Bienestar animal
Y qué decir, por supuesto, del bienestar animal, totalmente pisoteado, en contra de toda ética islámica, transparente y contundente a este respecto. Lo que en el medio rural es o era una fiesta en que el cordero se adquiría con tiempo, se criaba y se mimaba en el entorno familiar, sacrificándose de forma canónica para evitar todo sufrimiento, se ha convertido hoy en una carrera de obstáculos de último momento, en que la gente se adeuda y acude ansiosa a los cajeros (este año, al parecer, los cajeros de Marruecos se vaciaron por completo). Una vez el dinero en el bolsillo, con frecuencia fruto de un préstamo bancario con interés (algo prohibido paradójicamente en el islam), se adquiere el “bicho” en condiciones de dudosa higiene y nulo respeto por su bienestar, y se lo introduce de forma violenta en el capó del automóvil o sobre la motocicleta, compartiendo plaza con el conductor y, a ser posible, algún familiar. Ni qué decir tiene que la policía hace la vista gorda.
A pesar de las campañas estatales en favor de una muerte higiénica y “digna” (por medio de matarifes experimentados o con utensilios perfectamente afilados), es dudoso que esto suceda en la mayoría de los casos. En Marruecos, el Rey sacrifica un hermoso ejemplar para su familia, en una ceremonia retransmitida en directo, mientras que otra persona de su entorno sacrifica otro de forma simbólica para el resto de la comunidad. Algo que debería servir de ejemplo, y muy similar a lo que hacía el propio Profeta del islam en el siglo VII, que lamentablemente nadie pone en práctica en la actualidad.
Ni el Profeta ni los primeros Califas, Abubaker y Omar, pusieron en práctica este ritual que obliga a cada familia a sacrificar un carnero, y menos en tiempos de penurias y desigualdad.
Pero el qué dirán y las “costumbres” tienen la piel dura en la cultura mediterránea…
La ética del sacrificio
El islam prohíbe terminantemente matar si no es por necesidad de alimento. Y el sacrificio tiene su propia ética.
El animal sacrificado no debe ser lactante, ni se le debe matar delante de ningún otro animal para evitar el sufrimiento de este último. Es imperativo afilar bien el cuchillo y propinar un tajo limpio que seccione de golpe la glotis y la yugular de manera que la muerte sea instantánea y sin dolor.
El animal, que previamente se habrá cuidado y alimentado convenientemente, se colocará de cara a la Meca, lo que presta indudablemente un valor cultual al sacrificio, lejos de la frialdad y lejanía de las técnicas de matadero actuales, que en cierta forma ayudan a banalizar la muerte aséptica y no vivida del animal, e incitan a consumir más carne de la necesaria.
La importancia de un trato y una muerte digna del animal queda patente en numerosos hadices, o tradiciones atribuidas al Profeta Muhammad:
En una ocasión, el Profeta pasó junto a un camello muy demacrado. Dijo: «Temed a Allah por estos animales que no pueden expresarse. Si los montáis, hacedlo correctamente, y si los coméis, hacedlo correctamente [alimentándolos bien para asegurarles una buena salud].» (Abu Dawud).
El islam prohíbe terminantemente matar si no es por necesidad de alimento. Y el sacrificio tiene su propia ética.
Dijo el Profeta: «Allah prescribe beneficencia en todas las cosas. Así que, si matas, hazlo correctamente y si sacrificas, hazlo con cuidado: afila bien la hoja de tu cuchillo y evita el sufrimiento de la bestia.» (Sahih Muslim).
En otro hadiz, se relata que el Profeta vio a un hombre afilando la hoja de su cuchillo delante de un animal y le comentó: «¡Deberías haberlo hecho antes de llevarle al matadero! ¿Quieres matarle dos veces?” (At-Tabarani).
Para evitar la usura, la especulación y el maltrato animal, se deberían adoptar medidas estatales convincentes. Por ejemplo, sensibilizar acerca de la no obligación de sacrificar un carnero por familia, regular los precios y prohibir el sacrificio intramuros de las ciudades, adecuando espacios exteriores para la cría, compra y sacrificio de los animales en condiciones de higiene y dignidad. En estos espacios se deberían colectar los dones destinados a los desfavorecidos y repartir equitativamente la carne entre ellos.
El ser humano como animal
Desde un punto de vista contemporáneo observamos cómo la Liga Internacional de los Derechos del Animal reconocía en 1977 la Declaración Universal de los Derechos de los Animales. Esta declaración fue reconocida poco después, aunque de forma no vinculante, por la Organización de Naciones Unidas (ONU) y, en concreto, por la UNESCO. Esto garantizaba no solamente la protección de los animales -esos seres que no tienen voz para quejarse de la barbarie humana-, sino que realzaba la importancia de su presencia en nuestras vidas.
Sin embargo, vemos que el islam, dieciséis siglos antes, estipulaba no solamente esos derechos, sino que otorga a los animales el estatuto de ser vivo al mismo nivel que el resto de los seres de la Creación, humanos incluidos:
“No hay criatura de la tierra ni ave que con sus alas vuele, que no forme comunidades parecidas a las vuestras. No hemos omitido nada en el Libro. Luego serán reunidos para volver a su Señor”. (Corán, 6:38).
وَمَا مِن دَآبَّةٍ فِي الأَرْضِ وَلاَ طَائِرٍ يَطِيرُ بِجَنَاحَيْهِ إِلاَّ أُمَمٌ أَمْثَالُكُم مَّا فَرَّطْنَا فِي الكِتَابِ مِن شَيْءٍ ثُمَّ إِلَى رَبِّهِمْ يُحْشَرُونَ
Esta importante aleya nos da la idea de la percepción holística existente en el islam entre los seres vivos: humanos, genios y animales, a menudo nombrados conjuntamente en el texto sagrado.
Los animales son susceptibles de participar de cierta forma de espiritualidad e, incluso, según ciertos estudiosos como el exégeta andalusí del siglo XIII al-Qurtubi, ser poseedores de conciencia (Tafsir al-Qurtubi, pp. 34-35).
El Corán lo expone de forma muy bella: “¿Es que no ves que a Allah Lo glorifican cuantos están en los cielos y en la tierra, así como las aves con sus alas desplegadas en el aire? Cada uno conoce su propia oración y su forma de glorificar. Allah sabe lo que hacen” (24-41).
أَلَمْ تَرَ أَنَّ ٱللَّهَ يُسَبِّحُ لَهُۥ مَن فِى ٱلسَّمَـٰوَٰتِ وَٱلْأَرْضِ وَٱلطَّيْرُ صَـٰٓفَّـٰتٍۢ ۖ كُلٌّۭ قَدْ عَلِمَ صَلَاتَهُۥ وَتَسْبِيحَهُۥ ۗ وَٱللَّهُ عَلِيمٌۢ بِمَا يَفْعَلُونَ ٤١
Por otra parte, la importancia de los animales como seres creados se hace patente en el Libro sagrado, en el que numerosas azoras y aleyas hacen alusión a ellos como signos que conducen a la reflexión y la gratitud por su belleza y utilidad. Varias son las azoras que portan nombres de animales: La Vaca, Los Rebaños, Las Abejas, Las Hormigas, La Araña, Los Corceles, El Elefante… por no hablar de la carga mítica y semi-sagrada de ciertos animales como la camella del Profeta y la abubilla de Salomón.
Como vemos, los animales tienen una gran importancia en la cultura arabo-islámica, y en especial en sus comienzos, si consideramos su estrecha presencia en la vida cotidiana de los humanos.
Hasta época abasí, filósofos y teólogos consideraban generalmente al hombre como un animal más (ḥayawān, en árabe “el muy vivo”). Los humanos no aparecían, como en la Europa del Renacimiento, en su forma antropocéntrica frente a los demás seres vivos, sino que simplemente formaban parte de ellos. Marongiu-Perria, en L’Islam et les animaux (pp-38 y 175), critica el hecho de que, bajo la influencia de Occidente desde el siglo XIX, se haya caído en la cosificación de los animales, si bien, las fuentes islámicas dejan claro que son también motivo de satisfacción y beneficio para las personas, pese a instar al buen trato hacia ellos.
Los animales son susceptibles de participar de cierta forma de espiritualidad e, incluso, según ciertos estudiosos como el exégeta andalusí del siglo XIII al-Qurtubi, de ser poseedores de conciencia (Tafsir al-Qurtubi, pp. 34-35).
Según Catherine Mayeur-Jaouen, una de las autoras del interesante libro colectivo L’animal en Islam, la distancia entre el hombre y el animal es muy inferior en la tradición islámica que en la cristiana, por ejemplo. «Todas las fuentes del saber musulmán sobre los animales afirman, en mayor o menor medida, la obsesión por la clasificación de los seres vivos, donde el hombre, animal superior en una gradación jerárquica, no puede separarse de forma absoluta de los demás animales» (p. 14).
La compasión animal en el islam
El islam, a través no solamente del Corán, sino del ejemplo de su Profeta, insta a respetar de forma inequívoca a los animales mediante un trato compasivo. Son muy numerosas los hadices que aluden a sus derechos.
Ahmad y Abu Dawud relatan de Abdullah ibn Yafar, que el Mensajero de Dios entró en un local de un hombre de los Ansar (los musulmanes de Medina) encontrándose un camello. El animal, cuando vio al Profeta derramó unas lágrimas. El Mensajero de Allah se acercó al él y le limpió la parte trasera de su cabeza, reconfortando al animal. Entonces preguntó: “¿de quién es este camello? ¿Quién es su dueño?”. Vino un muchacho de los Ansar, y dijo: “Es mío, oh Mensajero de Allah”. El Profeta dijo: “¿no temes a Allah en esta bestia que Él te ha dado? Se quejó de ti, porque la dejas pasar hambre y la cargas con mucho trabajo”.
Del mismo modo, el Profeta prohibió que se usaran las cabalgaduras “a modo de sillas sobre las cuales ponerse a conversar en las calles y mercados”. “Puede que la cabalgadura sea mejor que su jinete”. Una declaración totalmente revolucionaria para la época, en la que hasta hacía poco hasta los seres humanos eran bienes heredables.
Incluso la vida de las en apariencia insignificantes hormigas, organizadas en comunidades como los humanos, son motivo de respeto en las fuentes del islam:
Así lo recoge el siguiente hadiz: “El Mensajero de Allah nos enseñó: «Un día, un profeta estaba descansando bajo un árbol cuando le picó una hormiga, así que ordenó que sacaran su equipaje de debajo [del árbol] y quemaran el hormiguero. Allah le reveló entonces: ‘Una sola hormiga te ha picado, pero tú has destruido una nación que glorifica a Allah…’”. (Sahih Bujari).
Por otra parte, el Profeta del islam afirmó que los animales tendrían la oportunidad de quejarse ante su Creador en el Día del Juicio por el maltrato recibido, tanto entre ellos mismos como por parte de los genios y los humanos. También es conocida la recompensa en el más allá que se dispensa a quienes han demostrado misericordia hacia los animales.
El Profeta prohibió que se usaran las cabalgaduras “a modo de sillas sobre las cuales ponerse a conversar en las calles y mercados”. “Puede que la cabalgadura sea mejor que su jinete”.
Curiosamente, tanto el Corán como los hadices muestran a los animales como seres provistos de discernimiento y capaces de expresarse:
En la Azora 27:18, el Corán describe cómo el ejército de Sulayman (Salomón) se puso en marcha hasta que, al llegar al valle de las hormigas, una de ellas dijo: «¡Hormigas! Entrad en vuestras viviendas no vaya a ser que Sulayman y sus ejércitos os aplasten sin darse cuenta.»
حَتَّىٰٓ إِذَآ أَتَوْا۟ عَلَىٰ وَادِ ٱلنَّمْلِ قَالَتْ نَمْلَةٌۭ يَـٰٓأَيُّهَا ٱلنَّمْلُ ٱدْخُلُوا۟ مَسَـٰكِنَكُمْ لَا يَحْطِمَنَّكُمْ سُلَيْمَـٰنُ وَجُنُودُهُۥ وَهُمْ لَا يَشْعُرُونَ ١٨
Bujari y Muslim relatan de Abu Huraira (en árabe, ‘el padre del gatito’) que el Profeta dijo: “Mientras un hombre conducía una vaca, la montó y la pegó; ella dijo: Nosotras no hemos sido creadas para eso, sino para arar”.
Tras el Profeta
Esta misericordia se perpetuó, como no podía ser menos, durante el gobierno de los primeros califas.
Así, Omar ibn Al-Jattab habría dicho: «Si una oveja perdida bajo mi cuidado muriera a orillas del Éufrates, esperaría que Allah el Exaltado me preguntara por ella el Día de la Resurrección». (Hilyat al-Awliya).
Bujari y Muslim por su parte narran que Ibn Omar (el hijo del califa Omar) pasó en una ocasión junto a unos jóvenes Quraysh que estaban usando un pájaro como blanco para disparar sus flechas, a modo de entretenimiento. Cuando vieron a Ibn Omar se dispersaron. Este exclamó “¿Quién hizo esto? ¡Que Allah maldiga a quien haya hecho esto, porque el Mensajero de Allah, la paz y las bendiciones sean con él, maldijo a quien toma a cualquier ser viviente como blanco!”
Y así, este cuidado y respeto por el mundo animal se ha perpetuado durante siglos, hasta época otomana. De hecho, el cuidado de las aves silvestres aún se practica en Turquía, donde el Waqf (fondo islámico caritativo) destina recursos anuales para alimentarlas en sus hábitats naturales durante las épocas de nevada.
Estos y muchos otros elementos nos permiten afirmar que el derecho animal nació en el islam en el siglo VII, y que, más allá de la compasión obligada, la conservación de la diversidad fáunica es un deber inequívoco para la comunidad islámica.
Referencias:
El Noble Corán, trad. Adbel Ghani Melara Navio.
L’Islam et les animaux, Omero Marongiu-Perria (dir.). Neuilly-sur-Seine, Atlande (avec la collaboration scientifique de l’association Droits des animaux), 2021.
L’animal en Islam, Mohammed Hocine Benkheira, Catherine Mayeur-Jaouen & Jacqueline Sublet. Paris, Les Indes Savantes, 2005.
Le bien-être animal en islam, Muslim Hands, 2022.
L’islam, une religion qui fait fi du bien-être animal ? La Revue des Religions, 2022
Les animaux, le Jour du Jugement, Centre Blog, 2011.
El Profeta y la misericordia con los animales, IslamHouse.com 2024.
Versículos sobre el animal, Versículos del Corán.