La Fundación La Caixa expone en el Náutico, con apoyo municipal, la muestra «Los aromas de al-Andalus», un viaje en el tiempo a la España musulmana a través de los sentidos
El olor de la cúrcuma, entre picante y fresco; el incisivo aroma del estoraque, adversario clásico e implacable de la fetidez; el perfume de la galanga, que recuerda una mixtura del jengibre y la pimienta; la sangre de dragón, la resina purpúrea que exuda el drago, y mil y una otras fragantes especias importadas de Oriente saludan al visitante y envuelven sus sentidos en un zoco reproducido con completa fidelidad en el mismísimo Náutico gijonés.
Es la muestra «Los aromas de al-Andalus», acercada a la ciudad por la Fundación La Caixa en colaboración con la Fundación Municipal de Cultura, que traslada al curioso al corazón de las hedonistas sociedades islámicas que habitaron la Península durante setecientos años.
La exposición itinerante ha concitado ya la atención de dos millones de españoles que la disfrutaron en sus respectivas ciudades, y en Gijón aspira a recibir «100.000 visitas más», en deseos de Juan José Muguruza, subdirector general de La Caixa.
Tras recorrer el mercado bien de mañana, el musulmán acudía la mezquita, donde recitaba las aleyas del Corán con la vista puesta en el mirhab, que indica la dirección de La Meca. Un habitación alfombrada bajo la carpa instalada en el Náutico transporta al visitante a un templo islámico recreado con tanto detalle para la ocasión que incluso puede escucharse la voz del almuédano que llama a los fieles a la oración.
Alimentos para el cuerpo y el espíritu desbordaban las alforjas que los agarenos se afanaban en llenar antes de regresar a su casa al mediodía para almorzar. Y en el hogar del antecesor hispanomagrebí ingresarán los gijoneses que se acerquen hasta el Náutico, quienes podrán concluir su mágico itinerario en un jardín de las delicias al estilo de aquellos que los sarracenos acaudalados disfrutaban al ponerse el sol en la España que dominaron durante siete siglos.
Ese edén particular y balsámico constituía la máxima aspiración para un mahometano de la época, como se comprende con facilidad a la vista de la reproducción.
Los vínculos entre la España mahometana y la actual permanecen incólumes en ámbitos tan dispares como la gastronomía o los idiomas peninsulares, mechados todavía hoy de palabras que escuchadas con atención resultan tan exóticas como sugerentes pese al uso cotidiano, como se encargó de recordar Luis Reverter, secretario general de la Fundación La Caixa.
«Esta exposición es un gran documental histórico que se contempla, pero sobre todo se siente», explicó Margarita López, historiadora y representante de la Fundación de Cultura Islámica, que ejerce el comisariado de la muestra por delegación de Cherif Abderrahman Jah. Y agregó: «Es un viaje imaginario y sensitivo mediante el que reconocemos nuestra propia cultura peninsular, recuperada y divulgada durante la Ilustración gracias a los esfuerzos del monarca Carlos III».
La muestra, inaugurada ayer, permanecerá abierta al público hasta el próximo 20 de octubre. El 8, 9 y 10 del mismo mes se celebrarán en el Antiguo Instituto las «Jornadas de cultura islámica en Gijón», que incluyen tres conferencias: «La ruta de las especias y productos aromáticos, desde el Extremo Oriente hasta al-Andalus», a cargo de la mencionada Margarita López; «Recetas árabes medievales para el adorno y embellecimiento corporal», por Luisa Arvide, de la Universidad de Almería, y «Cocina cortesana y popular andalusí: Del refinado Ibn Ziryab a la comida», por Inés Eléxpuru, escritora y periodista experta en gastronomía andalusí.
Ángel C. Suardíaz
La Nueva España, ASTURIAS, 18/09/2002