Construidos en piedra como granjas, palacios fortificados o centros para el comercio, los recintos fortificados son un reflejo de la vida en siglo VIII. La Oficina de Turismo de Jordania en España propone viajes a través de este legado.
El desierto de Jordania, en la ruta que antaño unía Asia con África, sigue guardando los castillos que hace siglos fueron levantados con distintos fines. De grandes dimensiones e interiores muy cuidados, estos testigos del pasado forman parte de una de las rutas más atractivas para el turismo en Jordania y son fácilmente visitables desde Amán.
Los Castillos del Desierto sirvieron como fuertes, granjas, centros de agricultura y comercio, espacios de descanso para caravanas, avanzadas militares y palacios fortificados propios de los romanos, el imperio islámico (en especial, de la dinastía omeya) y los cruzados. Están agrupados al Sur y al Este de la capital jordana y originariamente fueron construidos cuando los árabes intentaron hacer habitable de forma permanente esta zona del desierto. Sus interiores con mosaicos, frescos, sillares de piedra, relieves e inscripciones en estuco, se inspiran en las tradiciones persas y grecorromanas, y narran la forma la vida durante el siglo VIII. Suponen el legado de una era fascinante en la historia de este país.
El castillo de Qusair Amra es uno de los monumentos mejor conservados y el más atractivo de los castillos omeyas del desierto.
El de Qusair Amra es uno de los monumentos mejor conservados y el más atractivo de los castillos omeyas del desierto. Declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, sus paredes y techumbres están cubiertos por coloridos frescos que representan imágenes de caza, mujeres bañándose, los seis reyes del mundo (entre los que se encuentra el español Don Rodrigo) y una representación de la Victoria. Dos de las habitaciones muestran el suelo cubierto por mosaicos, mientras que en una de las cúpulas interiores se encuentra una representación del Hemisferio Norte del firmamento con los signos del Zodiaco. Fue construido por los Califas Omeyas sobre unos baños de origen romano como palacio de recreo. Los baños los utilizaba el señor de Amra, que pasaba allí sus épocas de descanso, así como los viajeros que transitaban la ruta comercial.
El mismo encanto desprende el castillo de Qsar al-Karraneh, construido en el siglo VII, aunque nunca llegó a ser terminado. Cuenta con dos plantas de piedra en las que se reparten 61 habitaciones que dan a un patio central y cuya decoración está formada por columnas, frisos con rosetones e inscripciones. De influencias sirias e iraquíes, se cree que el edificio estaba destinado al hospedaje de las caravanas que atravesaban el desierto de Arabia, aunque otras teorías mantienen que el castillo fue sede de reuniones políticas donde los omeyas y los demás líderes encontraban cierta privacidad para reunirse.
El legado de los cruzados en el Camino de los Reyes
Hay un segundo grupo de castillos de interés para el visitante en el Reino hachemita de Jordania. Están localizados en el singular Camino de los Reyes, en el que se encuentran muchos restos de fuertes y puestos de avanzada de los cruzados. Los más importantes son Karak y Shobak, dos ejemplos de gran interés de lo que fueron las tradiciones arquitectónicas y militares de aquel tiempo, gracias a las galerías, las torres, las capillas y las trampas que todavía se conservan, después de casi mil años, y evocan el carácter y la esencia de los cruzados.
Dentro de esta misma ruta, hay otro ejemplo de gran fortificación: el castillo de Karak, que ha sufrido importantes alteraciones en los últimos siglos. Su fuerte, resultado de la ingeniería arquitectónica militar propia de los cruzados, resulta imponente con su oscuro laberinto de corredores de piedra y pasadizos. Los restos mejor conservados están bajo tierra y se pueden alcanzar atravesando una gran puerta. Es importante destacar también en el Camino de los Reyes el castillo de Shobak, a menos de una hora al norte de Petra, enclavado en la ladera de una montaña. Con un diseño exterior impresionante, una gran puerta y un triple recinto a su alrededor, pasó de los cruzados a manos de las tropas musulmanas, quienes dejaron la huella de su victoria a través de inscripciones en las paredes del castillo.
Dentro de esta misma ruta, hay otro ejemplo de gran fortificación: el castillo de Karak, que ha sufrido importantes alteraciones en los últimos siglos.
El castillo de Aljoun, también conocido como Qal’at ar-Rabad, data de 1184. Situado en una posición elevada en una gran extensión del norte del Valle del Jordán, esta edificación estaba destinada a proteger las rutas de comunicación entre el sur de Jordania y Siria. Además, perteneció a la cadena de fuertes que encendían almenaras por la noche para transmitir señales desde el Éufrates hasta El Cairo. Todavía hoy este castillo impresiona con su laberinto de torres, galerías, escaleras, así como por sus espectaculares vistas.