Una Nochebuena de 1568, los moriscos de las Alpujarras se rebelaron. Entonces reinaba Felipe II, nieto de los Reyes Católicos, que en su afán de cristianizar a los musulmanes, no hizo sino estrechar el cerco, llegando a prohibirles su lengua, sus tradiciones, sus instrumentos musicales, e incluso lavarse a menudo, considerando todo ello señas de identidad islámica. La rebelión fracasó y muchos de los moriscos fueron diseminados a la fuerza por tierras de Castilla. Debía de hacer mucho frío, al igual que hoy…