Simposio Internacional sobre “Civilizaciones y culturas: del diálogo a la alianza”, Túnez, 30 enero–1 de febrero 2006.
Todas las culturas, creencias e identidades más diversas son nuestra riqueza. Unirse por unos valores universales constituyen nuestra fuerza. Es por el diálogo sereno, por la interacción y el conocimiento recíproco que lograremos convivir en paz, armoniosamente. Debemos fomentar una gran movilización de la sociedad civil para conseguir erradicar las causas del extremismo y la violencia, y transitar desde una cultura de imposición a una cultura de diálogo y conciliación. Construir la paz cada día y establecer alianzas por medio de la palabra es nuestra gran y apremiante misión.
Alianza, en el marco de las Naciones Unidas, para poder disuadir y, en su caso, responder rápida y eficazmente a cualquier ataque y provocación.
Alianza para hacer frente a las catástrofes naturales, reduciendo su impacto mediante una rápida cooperación con los recursos humanos y técnicos adecuados.
Alianza para colaborar en la prevención y tratamiento de enfermedades y pandemias.
Alianza mundial frente a la pobreza.
Alianza, sobre todo, para la preparación en común de las estrategias adecuadas sobre los grandes temas de alcance global, que no pueden seguir decidiéndose por una minoría: energía, nutrición, agua… . La anticipación es fundamental para evitar “sorpresas” que siempre afectan a los más débiles.
Alianza para proteger nuestro patrimonio común, nuestra identidad cultural, nuestra diversidad y unicidad, que son nuestra riqueza. Y valores comunes que nos confieran la fuerza de la unidad.
Alianza para conocernos, para respetarnos, para el diálogo sereno, para la transición desde una cultura de violencia e imposición a una cultura de diálogo y conciliación.
Alianza para el acceso a la educación de todos a lo largo de la vida, que promueve la facultad creadora distintiva de la especie humana, permite la elaboración de respuestas propias, fruto de la reflexión, y el ejercicio de la libertad para no actuar al dictado de nadie. Una educación que evite la difusión de estereotipos, desarme la historia y ponga de manifiesto las facetas que caracterizan el misterio de cada vida humana.
Alianza para la participación activa y el afianzamiento de contextos democráticos en los que los derechos humanos sean plenamente ejercidos y las responsabilidades asumidas.
Alianzas a favor de los más vulnerables, los niños, jóvenes, ancianos, discapacitados… con una permanente actitud solidaria de la sociedad.
Alianzas que prevengan y, en su caso, identifiquen y aíslen actitudes extremistas, fanáticas, dogmáticas e intransigentes de tal modo que sea factible progresivamente persuadir sobre la conveniencia de abandonar posturas de fuerza y, si llegara el caso, pudiera combatirse con gran eficacia la violencia y el terrorismo.
Alianzas para luchar contra “el miedo y la miseria”, según establece el Preámbulo de la Declaración Universal de Derechos Humanos, mediante el acceso a la información fidedigna y la libertad de expresión, compartiendo los bienes materiales y conocimientos de tal modo que se favorezca la estabilidad y la seguridad por la justicia y el respeto a la dignidad humana, evitando los caldos de cultivo de la frustración, radicalización y agresividad.
Alianza para formar un inmenso clamor popular, que, pacíficamente, reoriente los rumbos actuales guiados por intereses a corto plazo de una minoría. En esta movilización, hoy posible por los adelantos en la tecnología de la comunicación, (de la telefonía móvil en particular), es imprescindible la cooperación a escalas local, regional y mundial de la prensa, radio y televisión.
Alianza, por la interacción y el intercambio, entre centros universitarios y científicos, entre entidades artísticas y deportivas, entre municipios… de todos los países del mundo y, especialmente, de los más dispares y menos relacionados.
Alianza, en suma, como fruto del diálogo sereno en lugar de la imposición y la fuerza.
Todas estas alianzas son posibles si la sociedad civil deja de ser espectador resignado y pasa a ser actor de su destino.
Corresponde ahora a la sociedad y a las organizaciones que las representan construir, con su comportamiento diario, este futuro pacífico e integrador propio de seres libres desprovistos del lastre de adicciones, temores y prejuicios.
Habríamos pasado del conflicto a la alianza.
Por: Federico Mayor Zaragoza