El arraigo de las fórmulas magistrales
En Marruecos la medicina popular goza de un sentimiento de confianza que, en ocasiones, la medicina moderna no ha conseguido superar. Se canaliza a través de la venerable figura del sanador o curandero y de una amplísima gama de plantas naturales, cuyos poderes benéficos la gran mayoría de los marroquíes presume conocer. Lo justifica su pretendido talante doctoral. Por desgracia, muchas de aquellas fórmulas magistrales mantenidas desde antaño por transmisión oral, se van perdiendo con el tiempo.
En este sentido, se expresaba bien el Presidente africano L. S. Senghor, al afirmar que:
«Cada vez que un viejo africano muere, toda una biblioteca se quema».
Aun así, son numerosas las recetas basadas en el uso de plantas naturales que todavía perduran en nuestro país vecino. A modo de ejemplo, para aliviar el asma los attar (especieros perfumistas) recomiendan la datura, el eucalipto, la lavanda, el gordolobo, el marrubio, la malva, la menta, el romero, la zarzaparrilla, la salvia, o el serpol, todas ellas de propiedades sedativas. Para la artrosis utilizan apio silvestre, aristoloquia, bardana, brezo, fresno, pelitre africano, ricino, zarzaparrilla, jabonera y serpol. Para bajar el índice de colesterol: alcachofa, diente de león, romero y maravilla. Para la hipertensión, lo mejor es el ajo, junto al majuelo, el muérdago, la arañuela y el olivo.
Pero, además de combatir estas enfermedades tan comunes ¡también tienen sus remedios para otro tipo de males, como son la angustia, la celulitis o el insomnio! A base de majuelo, albahaca, amapola, agavanzo, mejorana, marrubio, malva, meliloto, o salvia remedian los estados de inquietud profunda, o sea, de angustia. Contra la celulitis, un buen número de tisanas: de alcachofa, albahaca, grama, hiedra, maíz, menta, orégano, diente de león… Y para un sueño relajado, además de evitar los excitantes, el alcohol y las comidas copiosas, nada más indicado que el majuelo, la albahaca, el gordolobo, la amapola, el laurel, la mejorana, el romero o la melisa, entre otras plantas.
Algunos remedios naturales
El cilantro (Coriandrum sativum)
Lo mismo que en Portugal y en las islas Canarias, esta planta de olor penetrante es de use muy común en Marruecos, tanto en la cocina como en la medicina tradicional.
PROPIEDADES: Antiséptica, antiespasmódica, carminativa, excitante y estimulante.
CUÁNDO Y COMO UTILIZARLO:
Contra la aerofagia, digestión lenta y fatiga: preparar una infusión con 40 gramos de semillas de cilantro en un litro de agua hervida. Tomar caliente después de las comidas.
Contra la gripe y los dolores en general: preparar una infusión con 30 gramos de semillas de cilantro por litro de agua hervida y tomar un vaso.
Contra el meteorismo: preparar una infusión con apio silvestre, anís verde, alcaravea, cilantro, comino a hinojo (30 gramos de cada por un litro de agua hervida y añadir una cáscara de limón).
El cardamomo (Elettaria repens elettaria cardamomum)
Es ésta una especia importada de Ceilán y de la India, que se utiliza mucho en la cocina marroquí por sus propiedades digestivas. También se toma para aromatizar el café.
CUÁNDO Y CÓMO UTILIZARLO:
Contra la digestión lenta: preparar una infusión con los granos machacados de un diente de cardamomo, en una taza de agua hervida. Tomar una cucharada sopera después de cada comida.
Como afrodisíaco: tomar dos veces al día diez gotas de una tintura que habrá de preparar un farmacéutico.
La alholva (Trigonella foenum graecum)
Los granos de alholva («halba» en árabe) contienen importantes propiedades alimenticias. Sin embargo, el fuerte olor que provocan (sobre todo a través de la transpiración), después de tomarla, hace que a menudo se abandone el tratamiento. Durante la Segunda Guerra Mundial fue muy utilizada en Francia como fuente de proteínas. También se utilizaba antiguamente en España para alimentar el ganado y hacerlo engordar.
PROPIEDADES: emoliente, hipo glucemiante, laxante y tonificante.
CUÁNDO Y CÓMO UTILIZARLA:
Anemia: tomar cada mañana una decocción de 50 gramos que se hervirán durante 15 minutos en un litro de agua.
Para aumentar el apetito: beber un vaso de una infusión de 20 gramos de alholva por un litro de agua hervida, antes de cada comida.
Para ayudar a «subir» la leche: tomar cada mañana una cucharada pequeña de alholva molida, mezclada con miel.
Diabetes: tomar durante diez días al mes, por la mañana, un vaso de una decocción que se obtiene hirviendo 40 gramos durante 15 minutos en un litro de agua.
Tomar cada mañana en ayunas una cucharada pequeña de la siguiente mezcla: alholva, mijo, linaza y altramuz.
(Recetas basadas en el estudio del farmacéutico marroquí Abdelhai Sijelmassi).
La ‘baraka’, los talismanes y los saberes dietéticos
Junto a la sabiduría de los ancianos y a sus artes alquimistas, interviene un factor incontestable de origen supremo: la «baraka» de los santos, de los sufíes o descendientes del Profeta, independiente de la inteligencia o de la erudición.
Algunos grupos étnicos de fe poco ortodoxa, también se amparan en los talismanes, los sahumerios, los tatuajes profilácticos, el fuego o las curas de reposo en los morabitos. Vinculan las enfermedades mentales a posesiones diabólicas y recurren al «fqih», erudito del Corán, conocedor de símbolos pertenecientes a una ciencia oculta capaz de prevenir y curar. Podría tratarse, según indica el Dr. Mustapha Akhmisse, de unos signos que corresponden a las letras del alfabeto ti finar, que se han ido transformando poco a poco.
Por otra parte, no hay que olvidar las propiedades curativas y dietéticas de los alimentos a las que tradicionalmente los musulmanes han concedido una importancia capital. Por algo en las cortes de los califas y visires de al Andalus, a menudo los médicos estaban versados en el arte culinario y los cocineros tenían conocimientos de medicina.
No es el caso de Marruecos, ni de ningún país del mundo actual, pero en cambio los marroquíes saben identificar el valor nutritivo del condumio, conocen el resultado de la alquimia en la cocina y exaltan los mágicos atributos de las especias, en cuanto que facilitan la digestión.
A propósito de una nutrición adecuada, el Profeta Mohamed decía:
«El estómago es el estanque al que llegan los vasos sanguíneos. Cuando el estómago funciona bien, los vasos distribuyen salud, y cuando el estómago está perturbado, llevan enfermedad».
Asimismo preconizaba el Profeta que la salud reside en la medida, la templanza y la moderación. Pero en esto los marroquíes hacen oídos sordos, a juzgar por su pletórica conducta gastronómica.
Esencia mágica en la cosmética natural
Perpetuando la tradición, hasta no hace demasiado tiempo las mujeres marroquíes eran las artífices de sus propios tratamientos de belleza. En la reclusión del harén, elaboraban con tiempo, mimo y cautela, fórmulas y remedios heredados, a base de ingredientes naturales: leche, miel, huevos, aceite, arcilla, alheña y otros más refinados, como el azafrán, la corteza de nogal, el mirto o el azahar. El secreto en la alquimia resultaba fundamental para no perder su esencia mágica, transmitiéndose celosamente sólo de madres a hijas, con la insustituible complicidad del maestro attar.
Y para preservar su juventud, tomaban cada mañana, entre tantos otros, un compuesto a base de jengibre, clavo, nuez moscada, raíz de galanga, aceite o miel.
Escaparon del harén, pero muchas de las mujeres actuales confían aún en la cosmética tradicional, recurriendo a las fórmulas de sus madres o abuelas.
Algunos secretos de belleza
Los productos base de la cosmética natural marroquí son la henna, una planta, el khol, antimonio, el ghasul, arcilla, y el argano, un aceite. De los cuatro daremos fórmulas para su preparación.
La henna
«Trazo de color mágico, nacida del amanecer, condúceme allí donde estás, allí donde to creces, hacia ti… planta del paraíso».
En Michéle Maurin García, «Le henné».
La «henna» (alheña) es una de las plantas más apreciadas en Marruecos por sus propiedades medicinales. Es antiséptica, antibacteriana, antimicótico, anti hemorrágica…, pero, además, posee cualidades cosméticas y mágicas. Las mujeres la utilizan para teñir y sanear sus cabellos, así como para embellecer sus manos y pies, con un fingido tatuaje a base de arabescos, caligrafías y signos simbólicos, surgidos de la inspiración pero respetando algunas desconocidas reglas de origen remoto.
Es aplicada por las «hanaya», mujeres artistas y de talento, cuyo arte les viene por vocación, pero también por herencia; una suerte de sacerdocio en razón de una «baraka» especial para estos menesteres.
A pesar del «hadith» recogido por Al Bokhari:
«Maldita sea aquella que ponga cabellos falsos, aquella que se los ponga; quien tatúe y quien se tatúe».
La «henna» forma parte esencial de la cultura marroquí, como elemento generador del bien y talismán contra el «mal de ojo» a cualquier otro maleficio. De este modo, participa tradicionalmente en todos los acontecimientos familiares, festivos o religiosos.
El Profeta Mohamed definía la flor de la henna como: «La reina de todas las flores, de suave perfume de este mundo y del otro.»
El tatuaje ha representado, a través del tiempo, la identificación de cada tribu, grupo étnico o cofradía. Cada uno de sus signos tiene un significado simbólico, siendo el círculo símbolo de to absoluto. El triángulo con el vértice hacia arriba representa el fuego y el sexo masculino, mientras que el triángulo hacia abajo indica el agua y el sexo femenino.
Las trilogías (nacimiento, madurez y muerte; sabiduría, fuerza y belleza, o pasado, presente y futuro), son representadas por el número tres. El número cinco es símbolo de unión y equilibrio. El siete corresponde a los siete días de la semana, a los siete grados de la perfección, a las siete esferas, a los siete cielos. Representa la totalidad del universo en movimiento y constituye un ciclo completo.
Un proverbio árabe se refiere así a la henna:
«Si mis palabras fueran falsas, no to presentaría mi mano teñida de henna.»
A continuación, dos fórmulas de preparación de este cosmético:
Henna ‘caoba’
100 gramos de henna
Una cucharada de aceite de oliva virgen
Unos granos de clavo de olor, machacados
Agua caliente
PREPARACIÓN. Se hace una pasta semi espesa que se aplica sobre el cuero cabelludo (protegiendo las manos con unos guantes de plástico), extendiéndola después por el cabello. Dejarla durante el mayor tiempo posible (un mínimo de dos horas), en exposición al sol. Si no fuese posible, utilizar el secador para contribuir a fijar el color.
Dependiendo del color del cabello, se obtendrán tonalidades de caoba muy diferentes. Para los cabellos rubios o castaños claro, se recomienda añadir a la preparación jugo de granada fresca o seca, con el objeto de oscurecerlos. Se obtiene hirviendo la granada durante un cuarto de hora.
Henna ‘negra’
50 gramos de hojas de henna
50 gramos de nuez de agalla
15 gramos de hojas de mirto
5 gramos de clavos de olor
Un puñado de piel de granada
3 cucharadas de aceite de oliva virgen
PREPARACIÓN. Poner en un recipiente sobre el fuego el aceite de oliva y la nuez de agalla. Mover regularmente con una cuchara de madera hasta que las nueces se pongan negras. Mientras, cocer la granada seca o fresca durante un cuarto de hora, hasta la obtención de un líquido amarillo oscuro.
En un mortero machacar los clavos, el mirto, la nuez de agalla tostada y las hojas de henna pasadas por un tamiz para eliminar las impurezas. Mezclar estos cuatro últimos ingredientes con el jugo de granada hasta conseguir una pasta semi espesa, y aplicar como en la receta anterior, dejándola actuar durante dos, tres o más horas, según el efecto colorante deseado.
Fórmula del ‘khol’ (antimonio, para embellecer los ojos)
Clavos de olor
Huesos de aceituna negra
Huesos de dátil
Un grano de pimienta
Antimonio
PREPARACIÓN. Tostar en una sartén unos cuantos clavos de olor, huesos de aceituna negra, huesos de dátil y un grano de pimienta. Machacar y añadir un poco de antimonio; mezclar bien. Tamizar muy finamente. Conservar en un pequeño frasco de cristal con un cierre seguro y aplicar con un palito de madera en el interior del ojo.
El buen khol es el que pica un poco al aplicarlo.
Fórmula del ‘Ghasul’ (arcilla jabonosa para el lavado del cabello)
El ghasul es una arcilla natural con propiedades detergentes y desengrasantes, que sólo existe en Marruecos.
PREPARACIÓN: Se disuelven en agua dos kilos de ghasul y se le añaden 25 gramos de clavos machacados, 50 gramos de lavanda y 30 gramos de pétalos de rosa triturados. Se deja secar al sol el preparado, hasta dejarlo endurecerse. Antes de emplearlo, se añade un poco de agua hasta obtener una pasta espesa que se aplica sobre el cuero cabelludo, frotando a modo de champú, y aclarando posteriormente.
El argano
El argano es un árbol específicamente marroquí. El aceite de la semilla de sus frutos, las arganas, rico en vitamina E, se utiliza principalmente en la alimentación, pero también está indicado contra la esterilidad femenina, la amenaza de aborto y la azoospermia en el hombre (ausencia de espermatozoides en el esperma). Sus propiedades son excelentes en cosmética.
Para uñas quebradizas: lavarse las manos y untarse las uñas con una mezcla de aceite de argana y jugo de limón a partes iguales. Ponerse guantes para dormir.
Para pieles secas y como antiarrugas: limpiarse bien el cutis y aplicarse lociones a base de una mezcla de aceite de argano y de aceite de almendras dulces.
Para el cuidado del cuerpo: Antes de tomar un baño, embadurnarse el cuerpo con aceite de argana, dejándolo actuar durante cuarenta y cinco minutos.
Como producto bronceador y protector del sol: mezclar a partes iguales aceite de argana con aceite de oliva virgen y aplicarlo antes de la exposición al sol.
Del libro Marruecos. Gentes, tradiciones y creencias. Tierra del sol poniente (Alianza Editorial).